Por expreso deseo de san Juan Pablo II, desde hace 20 años al Segundo Domingo de Pascua se lo conoce también como Domingo de la Misericordia.
He imaginado un hipotético diálogo con el apóstol Tomás, el discípulo de Jesús que cobra protagonismo en el Evangelio de hoy.
Gundisalvus: Te agradezco que hayas querido compartir tu experiencia con nosotros. Algunos te han llamado el “apóstol moderno” porque te has atrevido a dudar. Ya sabes que, para nosotros, dudar es nuestra forma favorita de enfrentarnos a las cosas.
Tomás: Gracias por este piropo, pero creo que es una fama inmerecida. Me han cargado el sambenito de incrédulo, pero si repasas los Evangelios, mis compañeros no se quedaron atrás. Todos dudamos, incluido Pedro. A todos nos costó aceptar que Jesús hubiera resucitado.
Gundisalvus: Comprendo, pero él os había ido preparando. En varias ocasiones os dijo que “era necesario” que el hijo del hombre padeciera, muriera y después resucitara de entre los muertos.
Tomás: Así es como lo veis vosotros, que leéis estos textos escritos varias décadas después, pero no es exactamente eso lo que nosotros experimentamos. Déjame decirte algo más. Cuando Juan pone en mis labios esa frase de “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”, en realidad, estaba reflejando lo que pensaban muchos cristianos de la tercera generación que no habían conocido físicamente a Jesús ni a ninguno de nosotros, sus seguidores del principio.
Gundisalvus: Creo que llevas razón. Me parece que era una forma de ayudarles a caer en la cuenta de que al Resucitado se lo descubre con la fe. Me parece que ese es el sentido de la bienaventuranza de Jesús: “Dichosos los que crean sin haber visto”.
Tomás: Sí, así es. De todos modos, hay un par de experiencias que ayudan a acoger esa fe y que yo mismo probé en carne propia. A mí me costó creer al principio porque “no estaba con ellos cuando vino Jesús”.
Gundisalvus: ¿Te refieres a la importancia de la comunidad como ámbito para la fe?
Tomás: Exactamente. Solo cuando nos abrimos a la comunidad descubrimos que Jesús está en medio de nosotros. Él nos lo había dicho en varias ocasiones: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Creo que a muchos de vosotros os cuesta creer en Jesús porque queréis encontrarlo en solitario. Decís eso de “Jesús sí – Iglesia no” sin caer en la cuenta de que, si separáis la cabeza del cuerpo, no hay fe posible. Os parece que sois creyentes más auténticos, pero en realidad os convertís en lobos solitarios, hacéis una fe a la medida de vuestros deseos e intereses. No es eso lo que Jesús quiso. Por ese camino no lo vais a encontrar nunca.
Gundisalvus: Tus palabras me suenan casi a una crítica.
Tomás: No, es solo una advertencia de alguien que al principio no vio a Jesús porque no estaba con su comunidad. Te hablo desde lo que yo he experimentado.
Gundisalvus: Antes hablabas de dos experiencias. ¿Cuál es la segunda?
Tomás: La puedes imaginar: la de tocar las heridas de Jesús en los muchos crucificados que siguen entre vosotros. Te aseguro que nadie va a encontrarse con Jesús leyendo simplemente un libro o dándole vueltas a este asunto en la cabeza. Hay que tocar sus heridas y meter los dedos en los agujeros de los clavos.
Gundisalvus: No sé si todos entendemos lo que quieres decir.
Tomás: ¡Que hay que acercarse a quienes hoy siguen sufriendo y no tener miedo a compartir su dolor! Ya sé que esto no os va mucho a la gente de tu tiempo, pero el Resucitado es inseparable del Crucificado. Sin tocar sus heridas, no se descubre su vida nueva.
Gundisalvus: En pocas palabras, nos ha propuesto un itinerario de fe para hombres y mujeres incrédulos como tú.
Tomás: No diría tanto. Me he limitado a compartir mi experiencia. Sin comunidad y sin solidaridad con los sufrientes no veo modo de que encontréis al Jesús Resucitado en vuestras vidas. Pero quiero añadir algo más. Cuando él se hace presente en nuestra vida, experimentamos el don de la paz. Recuerdo muy bien sus palabras: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
Gundisalvus: Creo que, si fuéramos capaces de deformar comunidades vivas, la gente experimentaría esa paz.
Tomás: ¿Has leído ya el fragmento de los Hechos de los apóstoles que se propone como primera lectura de hoy? Lo dice claramente: “En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado”. Reconozco que Lucas ha pintado las cosas de una manera bastante optimista, pero ese era nuestro espíritu inicial, incluso en medio de los problemas que también tuvimos.
Gundisalvus: Solidaridad y valor me parecen las dos notas destacadas. No sé si vamos a ser capaces de ponerlas en práctica en tiempos tan individualistas y cobardes como los que vivimos.
Tomás: Yo no veo las cosas así. Es verdad que hoy defendéis con más ahínco la propiedad privada que la posesión común de los bienes, pero hay muchos ejemplos de verdadera solidaridad, sobre todo en estos tiempos de pandemia. Y también de audacia y de valor. Es probable que muchos cristianos sean un poco timoratos, pero ¿no te parece que es un signo de valentía atreverse a confesar a Jesús en una sociedad que a menudo ya no lo tiene en cuenta?
Gundisalvus: Te agradezco, Tomás, tu franqueza.
Tomás: Gracias a ti por querer conversar conmigo. Comprenderás que, después de tantos años, ya no tengo nada que ocultar o disimular. Por otra parte, nunca fui un discípulo “políticamente correcto”.
Gundisalvus: Y eso te acerca mucho más a nosotros. Tu sinceridad fue la antesala de la expresión de fe más brutal de todo el Nuevo Testamento.
Tomás: La verdad es que ya no me acuerdo si dije exactamente eso, pero las palabras que Juan pone en mi boca – Señor mío y Dios mío – expresan bastante bien lo que yo sentí por dentro cuando descubrí que Jesús estaba vivo y que todo lo que nos había dicho era verdad.
Gundisalvus: Espero que durante este tiempo pascual tengamos más oportunidades de seguir profundizando en todo esto.
Tomás: Yo voy a orar para que así sea, pero no te olvides: comunidad y solidaridad con los que sufren. Sin estas experiencias, el Resucitado se os escapa por la puerta de atrás. Pero tampoco olvides que él os ha dejado el Espíritu Santo para que os vaya guiando hasta la verdad plena. No estáis solos.
Gundisalvus: Lo tendré muy en cuenta. Gracias.
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