En este Rincón
me he hecho eco en varias ocasiones de algunos consejos espirituales
de mi amigo Pablo d’Ors porque creo que son útiles para iluminar y acompañar
nuestro camino espiritual. Al final de la entrada de hoy os propongo un vídeo
con una larga entrevista que le han hecho en Televisión Consciente, un medio que yo no conocía y que se presenta “como la mayor plataforma de clases de yoga, meditación, tantra y desarrollo personal en español”. Además de
compartir, una vez más, su trayectoria personal, Pablo d'Ors ofrece claves para interpretar
el tiempo presente. Me quedo con una: somos una sociedad enferma porque,
habiendo roto con nuestra mejor tradición, vamos por la vida como vagabundos,
cuando, en realidad, estamos llamados a ser peregrinos que caminan hacia
la casa del Padre. Cuando entrevistan a algún personaje famoso de Europa o de
América en algún periódico, radio o cadena de televisión (yo suelo seguir la
sección “La Contra” del periódico catalán La Vanguardia), casi siempre
se desmarca de su pasado cristiano y se presenta como agnóstico o ateo.
Romper con las propias raíces parece un paso obligado para lograr la autonomía
a la que se aspira y aparecer como persona moderna y “liberada”. Son pocos los que se reconocen cristianos y muestran una
actitud agradecida – si bien crítica – hacia la herencia
recibida. Esto es inconcebible en Oriente, donde el enganche con la tradición
se considera imprescindible para vivir con armonía. Para un oriental, el pasado, el presente y el futuro forman una unidad inescindible.
¿Cuál es el
resultado de este corte brusco de las propias raíces? Que, sin apenas darnos
cuenta, nos vamos secando y ya no producimos frutos. Se podría decir con otra
metáfora. Cuando tiramos a la basura la brújula que nos ha marcado el Norte,
caminamos por el desierto de la vida dando tumbos, a merced de los vientos o de
cualquier charlatán que pretende vendernos un camino incierto. Veo a muchas personas
que van por la vida así, como vagabundos. Caminan sin saber por qué lo hacen y
adónde se dirigen. El resultado no es la euforia que producen las aventuras
excitantes, sino una especie de tristeza que se pega a la piel. Se intenta
mitigar con la acumulación de experiencias placenteras o con la rutina del
trabajo, pero son soluciones efímeras. La tristeza vuelve a la carga preñada de
confusión y a veces de un nihilismo cínico. Las relaciones no suelen ser
duraderas porque están transidas de negatividad. Se exige a la persona amada
que colme un vacío irrellenable. Sí, cada vez me convenzo más de que quien rompe
con la tradición, por considerarla un impedimento para el propio desarrollo,
acaba perdido. La tradición (y, más en concreto, la tradición cristiana) nos
proporciona los referentes que necesitamos para la aventura de ser nosotros
mismos. No nos pide una sumisión ciega, sino que – como veíamos en la
parábola del Evangelio de ayer domingo – seamos capaces
de hacer fructificar los “talentos” (las riquezas de la fe, no tanto las
cualidades personales) que hemos recibido.
En la entrevista, Pablo
d’Ors va desgranando con tono sereno y cordial los frutos de su experiencia,
que es la de un europeo instruido, muy sensible a los movimientos culturales
del continente. Como buen escritor, encuentra la palabra justa (o el silencio elocuente)
para describir lo que ha vivido. A medida que pasan los años, cada vez lo
encuentro más espontáneo y humilde. Son síntomas de madurez espiritual: la
humildad, la compasión, la capacidad de entrega y sacrificio, la alegría serena
y un sano sentido del humor. Como él mismo dice, hoy no vivimos tanto una
crisis de espiritualidad (de hecho, hay muchas personas con hambre de sentido y en continua búsqueda),
sino, más bien, una crisis de paternidad. Hay pocas personas que puedan y se
atrevan a ser padres o madres de quienes empiezan el camino. Y, sin padres,
además de vagabundos, nos convertimos en huérfanos.
Como él, también yo miro el
futuro con gran esperanza. Estoy convencido de que este siglo XXI – como ya
profetizara Karl Rahner hace más de 60
años – “o será místico o simplemente no será”. No se trata de ser
optimistas, sino de confiar en la fuerza renovadora del Espíritu de Dios, que
actúa en el corazón de todos los seres humanos. ¿Cómo ser parteros de este
renacimiento? ¿Cómo aprender a vivir como hijos para que, en el momento
oportuno, podamos ser padres y acompañar a otros en su camino? Os dejo con el vídeo de la entrevista.
Muy profundo y al tiempo sencillo; tan sencillo como el silencio al que tantas dificultades le ponemos.
ResponderEliminar¿sigue siendo sacerdote Pablo D Ors?
Sí, por supuesto.
EliminarGonzalo
ResponderEliminarSaludos mexicas
Gracias por la reflexión y distinción profunda entre vagabundos y peregrinos
No encuentro el video que me interesaría conocer. Gracias
Aquí tienes la URL: https://www.youtube.com/watch?v=McnR0CB9jfY&feature=emb_logo
EliminarMuchísimas gracias Gonzalo por tu reflexión que se acaba de comprender cuando has escuchado el video de la entrevista de Pablo d’Ors. Gracias por invitarnos a ello.
ResponderEliminar¡Cuántos mensajes que nos has ofrecido hoy!... Después de escuchar la entrevista, me quedan ganas de volver a ella para ir profundizando…
Es muy gráfico cuando dice que buscamos una puerta… cuando se abre, hay lo mismo que al otro lado… El que has cambiado eres tu…
Con fuerza dice que YO SOY.. YO SOY AMADO… y lo dice con la fuerza del que lo vive en profundidad.
Me interpela lo que escribes: No se trata de ser optimistas, sino de confiar en la fuerza renovadora del Espíritu de Dios, que actúa en el corazón de todos los seres humanos. ¿Cómo ser parteros de este renacimiento? ¿Cómo aprender a vivir como hijos para que, en el momento oportuno, podamos ser padres y acompañar a otros en su camino?
Gracias.