Ahora que nos vamos cansando de tanta reclusión doméstica y que las videollamadas comienzan a estresarnos, es hora de caminar. Es como si,
tras meses de postración, Jesús nos dijera: “¡Levántate y anda!”. Creo que todos hemos experimentado el poder terapéutico del paseo. A veces, cuando uno está con la
cabeza un poco atolondrada y se le cruzan los cables, basta salir a la calle y
ponerse en camino para que las cosas se aclaren y la vida se vea de otra manera.
Las grandes epopeyas se han hecho caminando. El pueblo de Israel se hizo pueblo
atravesando durante años un interminable desierto. Jesús formó a sus discípulos
caminando de Galilea a Jerusalén. La novedad cristiana era conocida en los
primeros años como “el camino”. Jesús mismo utilizó esta metáfora para presentarse:
“Yo soy el camino”. Y Antonio Machado acuñó una frase que lo mismo sirve
para un artículo filosófico que para un pasquín callejero: “Se hace camino al
andar”. Creo que nos pasa como al agua. Si permanecemos mucho tiempo
detenidos, nos corrompemos. Sin embargo, si caminamos, si fluimos, nos mantenemos
vivos, activamos todos los órganos y células de nuestro cuerpo para que se
pongan a bailar la danza de la vida.
Yo ya me he dado
algunos paseos por Roma, pero quiero hacerlo de manera más intensa y sistemática
en los próximos días. Tengo en mi contra el calor creciente, pero tengo a mi
favor la escasa presencia de turistas, lo que confiere a la ciudad un aire más
sosegado, hermoso y entrañable. Si hay alguna ciudad en la que uno puede pasear
hasta el infinito, esta es Roma. A pesar de llevar viviendo en ella casi 17
años, es mucho más lo que ignoro que lo que conozco. Incluso dentro del recinto
histórico, hay muchas callejuelas, plazoletas y pasajes que nunca he visitado.
Armado con una mochila ligera y una botella de agua, puedo dedicarme unos días
al viejo arte de la exploración. La excusa me la brinda un curso que tengo que
dar a una hora a pie desde mi casa. El hecho de ir y volver caminando me
permite recuperarme del exceso de quietud vivido durante los largos meses del
confinamiento. En contra de la opinión que a veces se tiene de Italia y España
como dos países “anárquicos”, la verdad es que la población se ha comportado de
manera impecable, como reconoce el corresponsal de The
Guardian en Madrid. Esto ha permitido contener la expansión del
virus. Esperemos que la apertura veraniega no eche al traste el esfuerzo
realizado. Igual que hemos sido disciplinados en el confinamiento (con algunas excepciones), tenemos que serlo en la movilidad.
Yo soy muy
andariego. Me cuesta comprender a los jóvenes que para cualquier mínimo
desplazamiento utilizan siempre el coche. Pertenezco a una generación habituada
a caminar. De niño y de joven participé en muchos campamentos en los que eran frecuentes largas marchas por las montañas. Las
sigo haciendo cada vez que regreso a mi pueblo natal. Me gusta caminar
con otros, pero también solo. Cada modalidad tiene su encanto. Los paseos en
grupo sirven para estrechar lazos y crear un clima de camaradería y hasta de confidencias
si llega el caso. Los paseos en solitario permiten marcar el propio ritmo y
practicar ese relajante deporte que consiste en “no pensar en nada”, casi imposible para las mujeres, pero muy frecuente entre varones. El hecho de abandonarse
al ritmo de los pasos, respirar hondo y suspender la actividad mental es casi
como una regresión a la vida vegetativa, pero es también un modo de no estar
siempre “conectados”. Es vivir en estado elemental, conceder a las neuronas un
período de vacaciones para que sus posteriores conexiones sean más rápidas y
fecundas. En fin, que si la muerte se equipara a la quietud suprema, la vida se
activa cuando nos ponemos en movimiento. Por eso, pasear es vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.