El evangelio de este Lunes Santo (cf. Jn 12,1-11) dice que María de Betania derramó sobre los pies de Jesús un perfume que costaba lo equivalente a diez meses de trabajo de un obrero. No es
de extrañar que, ante tal dispendio, Judas Iscariote reaccionara con sentido práctico,
casi como si fuera el líder de un partido de izquierdas: “¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para
dárselos a los pobres?”. El razonamiento parece convincente; la intención
no tanto. Para que no hubiera duda sobre el trasfondo de una afirmación que hoy
recibiría el aplauso espontáneo de muchos, el evangelista se apresta a añadir
que “esto lo dijo, no porque le
importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se
llevaba de lo que iban echando”. Para ahondar el verdadero significado del
gesto exagerado de María, el mismo
Jesús añade una frase un poco misteriosa: “Déjala;
lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis
siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis”. Las últimas palabras
me dejan pensativo: “a mí no siempre me
tenéis”. He escrito ya sobre este relato en varias entradas del Rincón: 300
al mes (10 de abril de 2017) y La
cena de Betania (26 de marzo de 2018). Este año quisiera acercarme
a estas palabras para iluminar la situación que estamos viviendo.
Hoy se ensalza a
los ricos y famosos que hacen donaciones para comprar material sanitario, aunque no faltan también algunas críticas. Los “pobres”
de hoy son los enfermos de coronavirus, sus familiares y quienes los atienden. Todo
lo que se haga por ellos nos parece poco. Como, por otra parte, la pandemia está dejando la economía
por los suelos, se habla ya de un nuevo
Plan Marshall para Europa y de unos nuevos
Pactos de la Moncloa para España. Puede que sean medidas beneficiosas
para la recuperación económica. El Covid-19
está dejando sin trabajo a muchos empleados y arruinando a pequeños y medianos
empresarios. A Donald Trump se le ve más preocupado por las desastrosas consecuencias
económicas de la pandemia que por el número de muertos que puede producir.
En
este contexto de preocupaciones prácticas, ¿qué puede significar derramar sobre
el cuerpo de Jesús una libra de perfume de nardo, “auténtico y costoso”? Me parece que este nardo simboliza las
expresiones exageradas del amor. Por encima de EPIs, respiradores artificiales,
mascarillas y tests rápidos, más allá de ERTEs y rentas básicas, lo urgente es
demostrar que amamos a las personas que están prolongando en sus carnes la
pasión de Cristo. Los sanitarios que, además de hacer lo humanamente posible
por curar a los enfermos de coronavirus, los acompañan en su dolor y en su
trance final, aun a riesgo de ser contagiados, están haciendo algo exagerado. Cada
caricia, cada palabra de cercanía, es como una gota de ese perfume caro que
solo quien ama es capaz de verter. En un contexto tan deshumanizado como el que
estamos viviendo, necesitamos medidas “pragmáticas” (desde el confinamiento doméstico
hasta la adquisición de material de protección), pero lo que más necesitamos es
el perfume del amor. Si no, al cabo de un tiempo, nos arrepentiremos de haber
gestionado esta crisis como si se tratara de un asunto puramente bélico, olvidando
que están en juego miles de seres humanos, con nombres y rostros, con historias
que no pueden ser reducidas a una mera etiqueta pegada sobre un ataúd depositado
sobre la pista de hielo de un polideportivo.
La Semana Santa
de este año debe oler a nardo, a exageración, a amor desmedido. Debemos ir más
allá de lo que es razonable. Tenemos que fijarnos más en la actitud en María de
Betania (desmedida) que en la de Judas Iscariote (calculadora). Ambos se tenían
por amigos de Jesús, pero solo María comprendía la infinitud del amor. En la fe
–como en toda relación de confianza– no hay límites. O creemos o no creemos. O amamos o no amamos. Los cálculos se aplican a otras dimensiones de
la vida, no a aquellas que tienen que ver con lo más sustancial. ¡Ojalá nos
atrevamos a ser exagerados para que se pueda aplicar a cada una de nuestras
casas y comunidades lo que leemos en el Evangelio de hoy después de que María vertiera
la libra de perfume sobre los pies de Jesús: “Y la casa se llenó de la fragancia del perfume”! Debemos oler a nardo, a amor desmedido, no
a cálculo interesado. Si no
podemos estar en los puestos de vanguardia de esta crisis, por lo menos podemos
compartir nuestro perfume de amor a través del teléfono y las redes sociales,
de los gestos de ayuda, de la oración constante, de la entrega incondicional a
Jesús.
El Equipo Provincial de Animación Pastoral de los Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago (España) ha organizado esta semana un itinerario de Ejercicios Espirituales que podéis seguir en el siguiente canal de You Tube: https://www.youtube.com/channel/UCVNcUGJC2AGVVqiwmp03wQQ. Os lo recomiendo vivamente.
El Equipo Provincial de Animación Pastoral de los Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago (España) ha organizado esta semana un itinerario de Ejercicios Espirituales que podéis seguir en el siguiente canal de You Tube: https://www.youtube.com/channel/UCVNcUGJC2AGVVqiwmp03wQQ. Os lo recomiendo vivamente.
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