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martes, 4 de febrero de 2020

Venid a un lugar tranquilo

El próximo fin de semana (7-9 de febrero) tendremos el primero de los dos retiros organizados para algunos de los lectores de este Rincón de Gundisalvus. El segundo tendrá lugar el fin de semana siguiente (14-16 de  febrero). Ambos se celebrarán en el Centro Fragua de Alpedrete-Los Negrales, a 42 kilómetros al noroeste de Madrid. La mayoría de los asistentes participaron en el retiro del año pasado; otros lo hacen por primera vez. En medio de las muchas ocupaciones, no siempre es fácil dejar libre un fin de semana para participar en un retiro. Algunos, picados por la curiosidad, me han preguntado en qué consiste un retiro de este tipo. No hay ningún secreto. Creo que los cuatro ingredientes principales se resumen con los verbos descansar, escuchar, hablar y orar. 

En primer lugar, descansar. Dos días (se empieza con la cena del viernes y se termina con la comida del domingo) no dan para mucho, pero el hecho de estar en un entorno agradable, silencioso y de no andar agobiados por el ritmo laboral o doméstico, hace que uno saboree la tranquilidad que no siempre se logra en la vida cotidiana. Es como si uno redujese las revoluciones de su motor personal y entrase en un ritmo sereno, en el que no es necesario ser esclavos de un horario. Este solo hecho introduce una novedad con respecto a lo que la mayoría hacemos durante la semana. En algunos casos, este descanso es casi imprescindible para no acabar quemados; en otros, es un descanso diferente al que uno experimenta cuando va de vacaciones o hace un viaje de placer. Descansar no es incompatible con caminar e incluso con practicar algún ejercicio de relajación y meditación.

Los dos verbos siguientes (escuchar y hablar) están emparentados. Ambos expresan la dinámica del encuentro interpersonal. No es un retiro en solitario, sino en compañía de un grupo de unas veinte personas, en el que hay hombres y mujeres de diversas edades y situaciones vitales. Acostumbrados a conversaciones rápidas o a silencios prolongados, resulta terapéutico escuchar con calma lo que otras personas quieran decirnos. A veces, no se requiere más que una escucha atenta para que una persona se sienta reconocida y aceptada. En el retiro también escuchamos alguna meditación que nos ayuda a profundizar en el Evangelio y en lo que Jesús quiere decirnos hoy a través de su palabra. Solo cuando hemos aprendido a escuchar a Jesús y a los demás con delicadeza, podemos también hablar, comunicar lo que sentimos, compartir nuestras preguntas, zozobras, búsquedas, crisis y hallazgos. Hablar con la seguridad de que alguien está escuchando hace que abramos las puertas de nuestro interior como no solemos hacerlo en el día a día. A veces, las conversaciones son de dos en dos; otras, en pequeños grupos; en ocasiones, se trata de conversaciones abiertas en el grupo grande. Creemos en el arte y el poder de la conversación. Nos enriquecemos mutuamente cuando compartimos nuestras experiencias. No importa lo que nos haya sucedido en la vida o en qué etapa nos encontremos. Lo que cuenta es tener la sencillez y humildad para compartir lo vivido y aprender de ello.

Por último, se conjuga también el verbo orar. Hay tiempo sosegado para la oración personal y comunitaria, para la adoración y para la celebración de la Eucaristía. No importa que uno no tenga mucha experiencia. Cada uno aporta lo que es y tiene. En la escuela de la oración, todos somos aprendices, todos nos colocamos a los pies del Maestro para decirle: “Señor, enséñanos a orar”. Hay tantos modos de orar como personas, porque orar es, en el fondo, “tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (santa Teresa de Jesús). No hay dos amistades iguales; por eso, tampoco hay dos oraciones iguales. Cada vez me convenzo más de que, en la actual situación de muchos cristianos, que viven su fe de manera muy individual, necesitamos encuentros de este tipo para ayudarnos mutuamente a crecer, para regresar a la vida cotidiana más motivados a seguir a Jesús. Gracias a Dios, en la Iglesia hay una amplísima oferta de iniciativas organizadas por diócesis, parroquias, movimientos, congregaciones religiosas y grupos de todo tipo, pero muchas son desconocidas o no están al alcance de la mano. Los retiros organizados por este Rincón han sido fruto de la iniciativa de algunos de sus lectores. De esta manera, el mundo virtual y el presencial se enriquecen mutuamente.

[Hay todavía dos plazas disponibles para el retiro del 14-16 de febrero, dado que, a última hora, una pareja se ha dado de baja por un viaje imprevisto. Si alguien estuviera interesado, puede ponerse en contacto conmigo escribiendo a: gonfersa@hotmail.com].

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