Pensaba escribir hoy sobre un asunto que me apasiona –y que cae en el campo del diálogo fe-ciencia– pero me llega un interesante artículo del sociólogo vasco Javier Elzo que aborda un tema al que suelo dedicarle también mucha atención: la evolución de la religiosidad en España y otros países de Europa. Es un artículo largo y un poco deslavazado. Si disponéis de tiempo, os recomiendo
su lectura. Yo me voy a limitar a subrayar algunos elementos que me han llamado
la atención y, sobre todo, a comentar algunas pistas de futuro que nos vienen
de un contexto muy distinto al nuestro. Los estudios estadísticos –incluyendo
el muy reciente barómetro del CIS sobre la religiosidad en España (junio
de 2019)– indican con claridad el descenso en la práctica religiosa. Si nos
atenemos al conjunto de la población española, solo el 10 % asiste regularmente
a misa, el 9 % todos los domingos y festivos y un 1% adicional lo hace varios
días a la semana. De los jóvenes entre 18 y 24 años que se consideran católicos,
solo el 4% participa regularmente en la Eucaristía del domingo. Muchos “creyentes”
no juzgan ya necesario participar en la gran celebración semanal de los
cristianos. Mirando el porcentaje residual de jóvenes, el futuro se presenta
muy, pero que muy oscuro.
Estamos viviendo de lleno
lo que Grace Davie
describió hace años como “believing without belonging” (creer sin
pertenecer) para hablar de la deserción de la práctica religiosa compartida en
Gran Bretaña. Me parece una expresión muy lograda. En solo tres palabras
condensa un fenómeno que lleva décadas gestándose. Muchas personas que se
autodefinen cristianas y católicas viven su fe como un asunto subjetivo, individual, sujeto solo a las propias
ideas y sentimientos. En otra entrada de este blog he denominado a este fenómeno cristianismo subjetivo. La fe personal no los vincula a otros creyentes, no crea un sentido
de pertenencia comunitaria y mucho menos institucional. En este contexto, no tiene mucho
sentido participar en una celebración (la Eucaristía) que acentúa precisamente la dimensión
comunitaria de la fe en Jesús. O se participa de vez en cuando, cuando el sujeto siente que le puede ayudar en su itinerario personal.
El artículo de Javier Elzo resalta otros aspectos interesantes de este fenómeno individualista; por ejemplo, su paradójica compatibilidad con un aumento de algunas expresiones de religiosidad popular como la participación en el Camino de Santiago, en algunas procesiones de Semana Santa o en peregrinaciones a santuarios famosos como Lourdes, Guadalupe, el Pilar o Fátima. En este blog me he hecho eco, por ejemplo, del sorprendente aumento de cofrades en un país tan secularizado como España.
El artículo de Javier Elzo resalta otros aspectos interesantes de este fenómeno individualista; por ejemplo, su paradójica compatibilidad con un aumento de algunas expresiones de religiosidad popular como la participación en el Camino de Santiago, en algunas procesiones de Semana Santa o en peregrinaciones a santuarios famosos como Lourdes, Guadalupe, el Pilar o Fátima. En este blog me he hecho eco, por ejemplo, del sorprendente aumento de cofrades en un país tan secularizado como España.
Sin embargo,
hoy quisiera poner el acento en algunas pistas pastorales sugeridas por el
libro Grandes
parroquias católicas. Cuatro prácticas pastorales que las revitalizan,
escrito por el norteamericano William E. Simon, a partir de varias experiencias realizadas en los Estados Unidos. Sé que el contexto español y el europeo son muy diferentes al norteamericano, pero merece la pena prestarles atención. El denominador común es el esfuerzo por crear vínculos, por hacer una comunidad en red en un contexto tan individualista como el que vivimos hoy. ¿Cuáles son esas cuatro prácticas pastorales que pueden ayudar a revitalizar una parroquia envejecida, rutinizada o en vías de extinción?
- Liderazgo
compartido. Los párrocos
dejan de ser los mandamases de las comunidades. Comparten el liderazgo con un
equipo de laicos, que tienen la función de animar la vida de la parroquia en distintos
campos y niveles. Los fieles no son meros “consumidores” de sacramentos, sino “constructores”
de comunidad.
- Discipulado. Se fomenta la madurez espiritual con itinerarios
específicos para los diversos tipos de personas que forman la comunidad
parroquial. La formación adquiere un papel muy relevante.
- Excelencia del
domingo. Se cuida el domingo
como día de la comunidad, dedicando tiempo, energía y dinero a las
celebraciones litúrgicas. Se busca la belleza y se cultiva el sentido de
pertenencia a la comunidad mediante otras acciones ligadas a la Eucaristía:
comidas o aperitivos juntos, organización de fiestas, representaciones artísticas,
campañas de solidaridad, etc.
- Evangelización
intencional. Se organizan una
serie de actividades con un objetivo evangelizador dirigidas a quienes no
participan en la vida de la fe, programas de servicio, eventos sociales, actividades
de primer anuncio, etc.
Lo que importa no es
quejarse por lo que muere y probablemente nunca más a volver, sino concentrarse
en el nuevo estilo de comunidad que se puede crear en un contexto cultural de
secularización y en una Iglesia que será cada vez más minoritaria.
Creo que se debe dar a conocer el camino de Conversión Pastoral que lleva la Diócesis de Salamanca, con un discernimiento lúcido y atinado de evangelizacion nueva.
ResponderEliminarHola, Héctor. No tengo información al respecto. Si tú quieres aportar alguna idea o referencias, son siempre bienvenidas.
EliminarSaludos Gonzalo. Puedes encontrar una excelente presentación en el Pliego de Vida Nueva (3,138) publicado en la Semana 13-19 de julio de 2019. Escrito por el P. Tomás Durán Sánchez. En mi opinión, es de lo mejor que he leído entre los esfuerzos de respuesta pastoral mejor articulados a partir de la realidad socio-cultural española.
EliminarMuchas gracias. Les puede interesar a otros lectores. Por eso pongo el enlace a la edición digital de la revista: https://www.vidanuevadigital.com/pliego/la-experiencia-de-una-asamblea-diocesana/
EliminarMuchas gracias. Le remití el blog al Vicario de la Vicaria VIII de MADRID porque puede servir para los esfuerzos y reflexiones que debemos acometer en este año o curso dedicado a cómo ser Parroquias misioneras y a cómo hacer para que más laicos hagan comunidades parroquiales más vivas.
ResponderEliminarGracias