Ayer no pude colgar la entrada porque durante todo el día no tuve acceso a Internet. Hoy
parece que la cosa funciona. Estamos en la última jornada de la III Asamblea de
la Provincia claretiana de Perú-Bolivia. Nos hemos dado cita 60 personas entre
claretianos y laicos colaboradores. Entre nosotros es más fácil llegar a acuerdos
que en el parlamento español. Ayer evaluamos las cuatro prioridades del trienio
pasado: pastoral bíblica, solidaridad y misión, pastoral de jóvenes y
vocaciones y pastoral familiar. Hoy estamos madurando las propuestas para el
próximo trienio. El día amaneció neblinoso y frío, pero a esta hora del mediodía
luce el sol. El termómetro ha escalado hasta los 15 grados. En Europa, asolada
por una nueva
ola de calor, envidiarían un tiempo como este. Yo me protejo con mi
poncho andino mientras hago un nuevo experimento comunicativo en Facebook. Se me ha ocurrido colgar la foto con el susodicho poncho teniendo como fondo la montaña rocosa. Es la misma que abre la entrada de hoy. En pocos
minutos ha alcanzado decenas de Me
gusta y varios comentarios. Los enlaces a las entradas diarias del blog oscilan entre 10 y 20 Me gusta. La conclusión
“supercientífica” (jajajaja) es que a mis amigos de Facebook
no les gusta mucho leer, sobre todo si no entienden español. Prefieren ver una foto. Bastan dos o tres segundos y además no es preciso saber una lengua extranjera. Leer
una entrada del blog puede llevar cuatro
o cinco minutos. Vivimos un tiempo muy acelerado, luego...
Disfruto
conviviendo y dialogando con mis hermanos claretianos y con los 17 laicos (hombres
y mujeres) que representan a las diversas posiciones misioneras, desde colegios
y parroquias hasta misiones en la selva o en el altiplano del Norte de Potosí. Veo
que se identifican con el carisma de Claret de un modo que no hubiera imaginado,
teniendo en cuenta que ninguno ha seguido un itinerario formativo como el que
seguimos los claretianos. Se sienten a gusto, miembros de una familia carismática,
y libres para hacer sus observaciones críticas y sus propuestas de mejora. Una
de las cosas que más les desalientan son los frecuentes traslados de los
misioneros que dirigen las obras y, a veces, los cambios de rumbo bruscos, que
obedecen más a los caprichos y arbitrariedades de quienes asumen la
responsabilidad que a verdaderas opciones, fruto de un sano discernimiento. Tenemos
que avanzar mucho hasta crear una verdadera cultura comunitaria en la que el
trabajo de las personas se inscriba en un itinerario diseñado por todos y
sostenido en el tiempo, con independencia de quien lo lidere.
Una de las tentaciones
más frecuentes en la pastoral es confiar demasiado en la eficacia de los
eventos y no apostar por procesos. Los eventos son hechos (celebraciones,
festivales, campañas de solidaridad, campamentos, experiencias misioneras,
etc.) que realizamos en un determinado momento y que parecen tener fin en sí
mismos. Requieren imaginación, creatividad
y colaboración. A veces, sin embargo, no hay conexión entre unos y otros. Movilizan a las personas,
las entusiasman momentáneamente, pero por su misma naturaleza son efímeros. Los
procesos suponen un sueño de futuro, una concatenación de acciones, una línea
mantenida a lo largo de un tiempo largo, un verdadero itinerario de transformación
personal y colectiva. Requieren objetivos claros, secuenciación de las etapas,
líderes que sostengan la marcha e indicadores que vayan mostrando la
progresión. Dicen que los jóvenes de hoy prefieren los eventos a los procesos. Puede ser. Por eso es más fácil convocarlos a una edición de la Jornada Mundial de la
Juventud, a una experiencia del Camino de Santiago o a un par de semanas de
voluntariado en una misión. Se les hacen cuesta arriba los procesos que duran
años. Les cuesta seguir un catecumenado de Confirmación y mucho más un itinerario
de maduración en la fe que no culmine con la celebración de un sacramento. Creo
en el impulso que pueden proporcionar algunos eventos, pero creo mucho más en
la eficacia transformadora de los procesos. Estamos necesitando planteamientos
nuevos que conecten con las búsquedas de los más jóvenes. No es nada fácil,
pero tampoco imposible. Hablemos con ellos. Escuchemos sus propuestas.
Como Claret, atillo, pan y queso....
ResponderEliminarEl carisma de Claret sigue vivo en muchos laicos que nos sentimos identificados hasta los huesos por el anuncio del reino, siempre me preguntó que haría Jesús, que diría, también me preguntó que diría Claret en estos tiempos de tantos cambios y cosas que vive la congregación, yo desde mi posición sigo dando mi granito de arena por hacer un poquito lo que Claret y Jesús quisieran que es anunciar con sencillez, siendo oportuno, con urgencia y estrategias el anuncio del reino, sé qué me falta mucho y tanto que aprender pero ahí vamos, saludos Padre Gonzalo, le gusto conocerlo en el colegio Claretiano, un abrazo y tenga mis oraciones.
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