He cambiado el árido norte de Andacollo por el verde sur de Temuco. Llegué anoche a esta ciudad araucana después de una breve escala en Santiago. Dedicaré un par de días a visitar el Instituto Claret y las demás instituciones
llevadas por la pequeña comunidad claretiana de Temuco, formada por un español,
un indio y un argentino. Me alegra comenzar la visita hoy, 7 de mayo, porque
conmemoramos el 69 aniversario de la canonización de san Antonio María Claret y porque –¡coincidencias de la vida!– estoy revisando el guion de una
película sobre Claret que hemos empezado a preparar con motivo del 150
aniversario de su muerte. No es fácil compaginar todo, pero me las voy
arreglando. La temperatura fresca y húmeda de Temuco me recuerda más mi pueblo
natal que los rigores del desierto nortino. Me siento como en casa. Hoy me
aguarda un programa denso, similar al que tuve hace unos días en Antofagasta.
Estoy a 12.400 kilómetros
de Roma. Aunque los medios de comunicación ponen a nuestro alcance lo que va
sucediendo en el mundo, tengo la impresión de encontrarme en un extremo, casi
aislado. Pierden importancia las noticias del viejo continente. Me concentro en
lo que me toca vivir cada día. Conozco a personas nuevas que van dejando huella
en mi vida. Me pregunto con cuántas seguiré la relación una vez que regrese a
Europa. Se producirá una selección natural, como me ha sucedido en otras muchas
ocasiones. Las primeras semanas intercambiaré algunos guasaps con ellas; luego se irán distanciando. Al cabo de unos
meses, quizá solo tres o cuatro entren a formar parte de mi círculo de amigos. ¿Qué
extraño mecanismo rige esta “selección natural”? Me lo he preguntado infinidad
de veces a lo largo de mi vida. Conocemos a muchas personas por los motivos más
diversos, pero solo unas pocas se quedan con nosotros. La sintonía no es algo
que se pueda crear artificialmente. Se da o no se da. Es el milagro de la
amistad.
Hoy abundan mucho
las relaciones funcionales, pero escasean las personales. De hecho, cada vez
resulta más difícil entablar conversaciones serenas en las que uno pueda
compartir lo que vive por dentro. La proliferación de guasaps y emoticones de Facebook crea la vana ilusión de que muchas
personas están pendientes de nosotros, pero, en realidad, se trata en la mayor
parte de los casos de reacciones mecánicas. Lo he comprobado algunos días
cuando cuelgo en Facebook el enlace diario
a este blog. Algunos de mis amigos de esa red social, dan enseguida al Me gusta, sin tiempo para haber leído ni
siquiera un párrafo de la entrada correspondiente. Eso significa que nutren
hacia mí una actitud amigable, que no siempre se traduce en interés por lo que
escribo. Si en vez de poner el enlace a un texto de 800 palabras pongo una foto
en la que aparezco, entonces los Me gusta
se multiplican por tres. Cada vez son menos las personas que se detienen a leer
y pensar. No digamos a escribir. La mayoría se limita a ver fotos y colgar algunos
emoticones.
Ha vuelto para quedarse durante un tiempo la escritura jeroglífica. Quizá porque
la vida misma se ha vuelto un jeroglífico indescifrable en lugar de un misterio
sobrecogedor.
Totalmente de acuerdo con todo lo que dices. Me ha parecido muy interesante. Que el Señor te acompañe!!!
ResponderEliminarClaret nos une... Feliz día de conmemoración...
ResponderEliminarUnas te dejan huella y tu dejas huella en otras...
Buenas noches Gonzalo, soy Antonio, el marido de Reyes (Colmenar Viejo-Madrid), y me animo a escribirte después de algunas lecturas del Rincón, en mis trayectos diarios en autobús Madrid-Segovia-Madrid a mi trabajo en el CEE (Centro de Educación Especial) Y me decido para felicitarte. Desde Colmenar, siempre he admirado tu conversación y tus intervenciones, llenas de experiencia personal y de búsqueda, con un lenguaje sencillo, humano y humilde, observador, escuchante y tranquilo, muy cercano. Nos conocemos hace mas de 40 años por coincidir en Colmenar y por tener una amiga común, mi mujer. En los últimos 25 años hemos coincidido 2 veces, en Vich y en los Negrales hace poco y sumadas las dos no llegaríamos ni a 5 minutos, pero te aseguro q siempre has estado presente en nuestras vidas. En las Semanas Santas vividas en Colmenar, descubrimos al Gonzalo q antes describía, y que siempre hemos recordado frente a los hacedores de sermones conjugando oraciones clericales sin alma ni corazón. Las personas son importantes para ti, por eso las escuchas y por eso vas acumulando sabiduría sin perder una gota de frescura. Que sepas q te voy a llevar de compañero en el autobús todos los días y espero q la próxima vez q nos veamos, podamos tomar unas cañas y darnos un fuerte abrazo. Jesús esta, siempre q hay un reencuentro, un viaje, una celebración, un abrazo … un poco Amor, Suerte viajero.
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