El paso por Buenos Aires fue breve. Hoy vuelo a Asunción, la capital de Paraguay. Las pocas horas transcurridas en mi base porteña me depararon un
agradable encuentro. A las cinco y media de la tarde de ayer martes me reuní con tres
argentinos amigos de este Rincón en
nuestra parroquia de Constitución. Yo sabía que había visitas al blog desde
Argentina, pero una cosa es saberlo y otra poner nombre y rostro a algunos de
los lectores habituales. Charlamos durante una hora sobre diversos asuntos.
Ahora escribo en la sala de embarque número 17 del aeropuerto de Ezeiza
mientras espero mi vuelo a Paraguay. Como todos los años, el miércoles de la
octava de Pascua nos propone el relato de los discípulos de Emaús. Lo he
abordado en varias ocasiones en este Rincón. Es un itinerario que nos lleva de
la situación de
quemados a la de encendidos. Es una invitación a pedirle a Jesús que no
pase de largo, que se quede
con nosotros. El documento final del Sínodo sobre los jóvenes utiliza también
este relato para iluminar y estructurar su mensaje.
Esta vez quisiera
detenerme en la pregunta que el viandante Jesús formula a Cleofás y a su
compañero de camino: “¿Qué conversación
lleváis por el camino?” (Lc 24,17).
Es una pregunta que actúa como linterna en la cueva de nuestras preocupaciones
y ansiedades. En realidad, el itinerario de encuentro con Jesús comienza con
esta pregunta. Sin saber lo que nos pasa, sin poner nombre a nuestras
frustraciones y búsquedas, ¿qué anclaje podría tener la Palabra de Dios en
nosotros? Hablando con unos y con otros, escuchando las conversaciones de las
personas en diversos contextos, viendo lo que se escribe en internet, noto que
la gente se preocupa mucho por la situación económica y laboral. Quienes no
tienen trabajo o malviven con una ocupación precaria, centran sus
conversaciones en este asunto. Aquí en Argentina es un tema recurrente la grave
situación económica por la que atraviesa el país. Sin una mínima estabilidad,
¿cómo puede, por ejemplo, una pareja joven emprender un proyecto matrimonial? Algunas
personas se sumen en una profunda depresión cuando pasa el tiempo y no logran
encontrar un trabajo digno.
Entre los más jóvenes
noto una preocupación creciente por el futuro del planeta. Intuyen que van a
heredar un mundo muy deteriorado. Se preguntan si todavía se puede hacer algo
para evitar su destrucción. Cuando hablamos de la situación de la Iglesia, casi
todos manejan los mismos asuntos: crisis causada por los abusos sexuales,
desenganche de los jóvenes, liderazgo cuestionado del papa Francisco… Leo en el
New York Times un artículo escrito
por un excatólico que habla de la
necesaria resurrección de la Iglesia si todavía quiere ser
significativa en el mundo actual. Hablamos también de fútbol, elecciones políticas, futuro de las pensiones, atención a las personas mayores, cuestiones éticas, estrategias geopolíticas… Un ejercicio interesante consiste
en prestar atención a lo largo de un día a nuestras conversaciones para ver
cuáles son los temas dominantes. Puede que nos sorprendamos de su banalidad,
pero, incluso en esos casos, podemos percibir por dónde van nuestras
preocupaciones, a qué damos importancia y qué evitamos, qué nos gusta y qué nos
repele.
El relato de Emaús
nos dice que Jesús se pone a caminar con nosotros y, a partir de nuestras
preocupaciones, va iluminando su significado más profundo desde la Palabra de
Dios. Personalmente, me resulta imposible orientarme en este complejo mundo que
vivimos sin la luz de las Escrituras. Para no sucumbir en el mar de las mil
opiniones o dejarme llevar de mis prejuicios y temores, necesito acercarme cada
día al Evangelio y dejar que las palabras de Jesús enciendan lo que se está
apagando, caliente lo que se enfría, muevan lo que está inerte. La Palabra de
Dios tiene un poder que no se encuentra en ninguna palabra humana: penetra hasta
el fondo de nuestro ser y, allí donde el ser humano solo ve vacío o
frustración, nos revela que Dios toma en serio nuestra vida, nos sostiene y nos
quiere. Es como una lluvia suave que va fecundando nuestra tierra.
Hola Gonzalo he ido siguiendo los enlaces y he llegado al de SOY COMPAÑERO DE CLEOFAS. Que diferente se leen los temas según el momento que se vive!!! Me ha hecho mucho bien. Me apunto al camino de Emaús... En estos momentos me es fàcil imaginar que los AMIGOS DEL RINCON estamos haciendo, juntos, este camino... Gracias Gonzalo.
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