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miércoles, 3 de enero de 2018

Le llaman Jesús

Hoy he tardado unas horas en colgar mi entrada diaria en este Rincón. La razón es sencilla. He esperado a presidir la eucaristía en la capilla de las apariciones –la célebre capelinha– en el santuario mariano de Fátima.  La celebración ha comenzado a las 12,30. Estábamos presentes 52 claretianos y numerosos peregrinos de varias partes del mundo. La misa y las lecturas han sido en portugués; la homilía, en español e inglés. Es increíble el magnetismo de este lugar. A pesar de estar en pleno invierno y de padecer un día lluvioso y desapacible, los peregrinos siguen afluyendo. ¿Qué buscan? ¿Por qué vienen? ¿Qué se les ha perdido aquí a los coreanos, indios o brasileños? ¿Por qué la Madre sigue convocando a tantos hombres y mujeres de todas las edades? ¿Qué tipo de orfandad padecemos en nuestro mundo? ¿Por qué anhelamos algo diferente? Mientras celebraba, miraba de soslayo los rostros de las personas que tenía enfrente y a los lados. Trataba de adivinar lo que estaba sucediendo en su interior. Me he olvidado de que una cámara fija, suspendida en el techo, estaba retransmitiendo en directo la celebración. Mirando a las personas, caía en la cuenta de sus reacciones. Algunas personas –una mujer oriental que tenía a mi izquierda, por ejemplo– sonreía cuando hablaba en inglés. Parecía disfrutar de la celebración. Otras respondían con energía, como queriendo afirmar su fe. Quizás algunas estaban demasiado ensimismadas en sus preocupaciones como para seguir el desarrollo de la liturgia. Creo que todos nos sentíamos a gusto en la casa de la Madre.

Yo hubiera querido celebrar hoy, 3 de enero, la memoria libre del Santísimo Nombre de Jesús, pero los encargados de la liturgia del santuario han escogido la misa de la feria, así que reservo para este blog algunas reflexiones sobre el nombre del hijo de María. Parece que en el arameo de principios del siglo I, su nombre era Yeshua, que significa salvador. A nosotros nos ha llegado a través del griego Iesous y del latín Jesus. Me llama la atención que en las lenguas europeas no se use este nombre para las personas. Se considera demasiado sagrado como para aplicarlo a gente corriente, aunque hay excepciones. En español, por ejemplo, hay muchos varones que se llaman Jesús (lo cual llama la atención en ámbito anglosajón). Hay también mujeres –aunque son muchas menos– que llevan el femenino Jesusa. En italiano, sin embargo, nadie se llama Gesù. Se consideraría casi blasfemo, pero abundan los Salvatore, que, al fin y al cabo, es lo mismo. El nombre expresa la identidad y anticipa la misión; por eso, es tan importante escoger un buen nombre para los hijos. Me sorprenden los padres que no se toman en serio esta tarea o que escogen nombres un poco estrambóticos o grotescos. Es como si estuvieran condenando a sus hijos a no saber quiénes son y qué misión les aguarda en la vida. Los cristianos disponemos de un abundantísimo y bello catálogo de nombres como para no tener que depender de los usados por los últimos cantantes, deportistas o actores de moda. A veces, cuando he saludado a algunos jóvenes, me he preguntado qué secreto pecado habían cometido para que sus padres los hubieran castigado con nombres tan absurdos. En fin, aunque solemos decir que de gustibus non est disputandum, también solemos añadir que “hay gustos que merecen palos”. O, por lo menos no nos pongamos violentos– un poco de reflexión.

Os dejo con un poema y dos vídeos que a mí me gustan. El poema está escrito por el anciano obispo claretiano Pere Casaldáliga, que todavía vive en São Félix do Araguaia, en el Brasil. Es un canto emocionado al Jesús al que ha consagrado su vida. El primer vídeo reproduce un antiguo tema musical “Le llaman Jesús” de Palito Ortega, interpretado por el incombustible Raphael. En su momento, me encantó. Ahora me resulta un poco demodé. El segundo vídeo es una composición del grupo Ain Karem. Se llama simplemente “Jesús”. Tanto la melodía como el texto me resultan muy sugestivos. aunue las imágenes no son de calidad. Vale la pena verlos y escucharlos. Jesús siempre está ahí, haciendo honor a su nombre.

¡Señor Jesús!
Mi Fuerza y mi Fracaso
eres Tú.
Mi Herencia y mi Pobreza.
Tú, mi Justicia,
Jesús.
Mi Guerra
y mi Paz.
¡Mi libre Libertad!
Mi Muerte y Vida,
Tú,
Palabra de mis gritos,
Silencio de mi espera,
Testigo de mis sueños.
¡Cruz de mi cruz!
Causa de mi Amargura,
Perdón de mi egoísmo,
Crimen de mi proceso,
Juez de mi pobre llanto,
Razón de mi esperanza,
¡Tú!
Mi Tierra Prometida
eres Tú...
La Pascua de mi Pascua.
¡Nuestra Gloria por siempre
Señor Jesús!







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