Tenía pensado
escribir algo sobre la tormentosa y apasionante historia de la Iglesia, pero se
cruzó otro asunto en el camino. Ayer, hablando por teléfono con mi amigo Juan, me
sugirió escuchar un tema musical que desconocía por completo. Me fío mucho de
su criterio porque es un músico con una sensibilidad espiritual muy fina. “¿Sabes quién es Nahuel
Pennisi?”. Le contesté que no tenía ni idea. Me puse a investigar. Ahora sé un poco más.
Se trata de un muchacho argentino de 26 años “que toca con los ojos cerrados”
porque es ciego. Nació en Buenos Aires en 1990. Su peculiar modo de tocar la
guitarra y su cálida voz hacen de él un músico diferente. Se inspira en el
folclore de su patria, pero sabe fusionarlo con ritmos diversos. Yo acabo de
descubrirlo, así que no puedo decir mucho más sobre él. Solo una cosa: que me ha
emocionado. No solo de Edith Piaf vive el hombre sino también de nuevos valores que nos sorprenden.
Por eso, orillando el tema previsto para este lunes, os
dejo con su interpretación de la Oración del remanso, una composición
del cantautor argentino Jorge Fandermole. Nahuel Pennisi no canta solo. Lo acompaña Manuel
Moreira, un tenor que perteneció al grupo musical Cabernet Vocal.
Aunque lo que más me emociona es la interpretación de este dúo genial, creo
que es bueno caer en la cuenta de la letra, que os transcribo íntegramente. La Oración del Remanso va dirigida al Cristo de las redes, compañero de
fatigas de esos pescadores del río Paraná que van pescando
para vivir. A él le piden que no los abandone y que les conceda sus dones. Con palabras tan artesanales y una melodía tan sentida es imposible que
Cristo haga oídos sordos a esta hermosísima...
Oración
del Remanso
Del agua turbia y la correntada
Que baja hermosa por su barrosa profundidad,
Soy un paisano serio,
Soy gente del remanso Valerio,
Que es donde el cielo
Remonta vuelo en el Paraná.
Tengo el color del río
Y su misma voz en mi canto sigo
Del agua mansa y su suave danza en el corazón,
Pero a veces oscura,
Va turbulenta en la ciega hondura
Y se hace brillo en este cuchillo de pescador.
Cristo de las redes,
No nos abandones,
Y en los espineles
Déjanos tus dones.
No pienses que nos perdiste,
Que la pobreza
Nos pone tristes,
La sangre tensa y uno no piensa
Más que en morir,
Agua del río viejo
Llévate pronto este llanto lejos
Que está aclarando
Y vamos pescando para vivir.
Llevo mi sombra alerta
Sobre la escama del agua abierta
Y en el reposo vertiginoso del espinel,
Sueño que alzo la proa
Y sube la luna en la canoa
Y allí descansa
Hecha un remanso
Mi propia piel.
Calma de mis dolores,
Ay, Cristo de los pescadores,
Dile a mi amada
Que está apenada esperándome,
Que ando pensando en ella
Mientras voy vadeando las estrellas,
Que el río está bravo
Y estoy cansado para volver.
Cristo de las redes
No nos abandones,
Y en los espineles
Déjanos tus dones.
No pienses que nos perdiste,
Que la pobreza
Nos pone tristes,
La sangre tensa y uno no piensa
Más que en morir,
Agua del río viejo
Llévate pronto este llanto lejos
Que está aclarando
Y vamos pescando para vivir.
Os invito a escucharla y saborearla. Activad la pantalla completa. Si disponéis de altavoces, conectadlos y regulad bien el volumen. Merece la pena disfrutar de esta joya.
Muchas gracias Gonzalo... Me ha impresionado también la complicidad de su compañero...
ResponderEliminarHay mucho tesoro escondido.
Un abrazo
LA BELLEZA, LA COMPLICIDAD, LA FE, LA ORACIÓN, LA NECESIDAD DE LA PROTECCIÓN DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA DE LA MAYORÍA DE LAS ALMAS QUE HABITAN LA TIERRA. GRACIAS GONZALO. JUAN
ResponderEliminarNo puedo escucharlo sin emocionarme...y ya lo he visto taaaantas veces....
ResponderEliminarPero el tema es maravilloso..y la interepretacion preciosa, y no se como expresarlo, pero todos los adjetivos le quedan chicos.