Hace años, la
cadena de grandes almacenes El
Corte Inglés usaba en su publicidad varias fórmulas como Ya es primavera o Ya es Navidad… en El Corte
Inglés. Era una forma de adelantar las ventas de dos de las temporadas
fuertes del año. Ese ya es significaba
una suerte de escatología realizada que incitaba al comprador a apresurarse para
no quedar rezagado. Que yo sepa, nunca se les ha ocurrido a los publicistas de
la empresa decir que Ya es Adviento o
Cuaresma en El Corte Inglés. Estos dos tiempos fuertes de la liturgia
cristiana no tienen el tirón publicitario de la Navidad. Por eso nunca van a recurrir
a ellos. En este sentido hoy no comienza la Cuaresma... en El Corte Inglés. Sin embargo, en toda la Iglesia universal se celebra el Miércoles de
Ceniza, el rito que marca el comienzo de esta carrera por etapas. Es verdad que para la sociedad civil la Cuaresma no existe, a no ser como
referencia cronológica de los carnavales, pero... ¿qué significa, en realidad, la Cuaresma para los cristianos? ¿Por qué dedicamos 40 días a practicar la OLA: Oración, Limosna y Ayuno? ¿Es nuestro Ramadán particular o va mucho más allá de un tiempo de purificacion y penitencia? ¿Por qué necesitamos ponernos en forma?
No quiero gastar
ni un minuto en quejarme de la insignificancia de este tiempo en las sociedades secularizadas. Prefiero concentrarme en su significado más profundo, hermoso y atractivo. La Cuaresma es un
camino que nos lleva a una meta segura: la Pascua de Resurrección. No puede
haber nada más orientador en tiempos confusos como los que vivimos. Para muchos, la
vida es también un camino (homo viator).
El problema es que a menudo no saben adónde conduce. Dar pasos sin saber si
estamos bien orientados o no puede ser la antesala de la frustración. Recuerdo el dicho agustiniano: bene curris sed extra viam. El camino
cuaresmal es un símbolo del camino de la vida. Y ambos se dirigen a un destino
claro: el encuentro con Jesús, la Vida. Esto, que en determinados momentos
puede parecer una obviedad (para los creyentes) o una afirmación muy problemática (para los agnósticos), es,
a mi modo de ver, lo más revolucionario que se puede decir. Porque a partir de
este destino cierto, cada etapa y cada paso del camino cobran significado: se
convierten en expresión de vida y en preparación para la vida.
Este año el papa
Francisco nos dirige un mensaje titulado La
Palabra es un don. El otro es un don. Se basa en la parábola del
hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19-31). Nos invita, en primer lugar, a
descubrir a todo ser humano, no como un enemigo (homo homini lupus), como un estorbo o como una pieza decorativa que
incorporamos a nuestro patrimonio. El otro, quienquiera que sea, es siempre un
regalo que Dios me hace cada día: “La
primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de
nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un
pobre desconocido.” ¡Cómo cambian las cosas cuando nos atrevemos a mirar a
los ojos de las personas, incluidas las que nos caen mal, y pensamos que Dios
las ha puesto en nuestro camino como una expresión de su propio amor hacia
nosotros!
El segundo regalo para afrontar el camino de la existencia es la Palabra. Ella es la brújula que en todo momento apunta a la Pascua, al destino final. Con frecuencia, sin embargo, nos fijamos en otras realidades que atraen nuestra atención: “El verdadero problema del rico está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo”.
El segundo regalo para afrontar el camino de la existencia es la Palabra. Ella es la brújula que en todo momento apunta a la Pascua, al destino final. Con frecuencia, sin embargo, nos fijamos en otras realidades que atraen nuestra atención: “El verdadero problema del rico está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo”.
Ayer tuve la oportunidad
de visitar las Cuevas de Frasassi
en la región de las Marcas. Hacía muchos años
que no contemplaba unas cuevas tan espectaculares. Recuerdo las de Valporquero
(León) o Nerja (Málaga),
pero me quedan muy lejos en el tiempo y el espacio. Ayer, contemplando el espectáculo increíble de
estalactitas y estalagmitas, de bóvedas y lagos, de sendas serpenteantes, pensé en mi camino espiritual. Se requieren miles
de años para que el carbonato cálcico forme esas figuras imposibles a las que la imaginación popular ha bautizado como el oso, los tubos de órgano, la Virgen con el Niño, etc. Viendo cómo caen inexorablemete las
gotas de agua en un espacio que se mantiene todo el año a 14 grados de temperatura cuesta imaginar que puedan originar semejantes formaciones. El
resultado de procesos larguísimos nos deja boquiabiertos.
¿Cuántas Cuaresmas o cuántas Pascuas necesita un cristiano para adquirir la forma de Cristo? Uno puede tener la impresión de que lo que hacemos no sirve para nada. ¿Adónde van a parar nuestras oraciones, las Eucaristías celebradas, las obras de misericordia, los gestos de entrega? Son como gotas que parecen perderse en el vacío o salpicar sin dejar huella. No percibimos su eficacia en el día a día, pero Dios va haciendo su obra en nosotros. Cada respuesta a su gracia es una gota que contribuye a configurarnos con Cristo. Solo al final del camino podremos ver la figura completa. Creo que esto nos permite afrontar con paciencia y esperanza la lenta tarea de la transformación personal. La Cuaresma que hoy comenzamos será una gota más, pequeña si se quiere, pero imprescindible en el proceso de transformación. Para El Cortes Inglés no existe, pero para nosotros es una oportunidad más que se nos ofrece para descubrir la Palabra como don y mirar a los demás como un regalo que Dios nos hace.
¿Cuántas Cuaresmas o cuántas Pascuas necesita un cristiano para adquirir la forma de Cristo? Uno puede tener la impresión de que lo que hacemos no sirve para nada. ¿Adónde van a parar nuestras oraciones, las Eucaristías celebradas, las obras de misericordia, los gestos de entrega? Son como gotas que parecen perderse en el vacío o salpicar sin dejar huella. No percibimos su eficacia en el día a día, pero Dios va haciendo su obra en nosotros. Cada respuesta a su gracia es una gota que contribuye a configurarnos con Cristo. Solo al final del camino podremos ver la figura completa. Creo que esto nos permite afrontar con paciencia y esperanza la lenta tarea de la transformación personal. La Cuaresma que hoy comenzamos será una gota más, pequeña si se quiere, pero imprescindible en el proceso de transformación. Para El Cortes Inglés no existe, pero para nosotros es una oportunidad más que se nos ofrece para descubrir la Palabra como don y mirar a los demás como un regalo que Dios nos hace.
Hoy, al emmpezar de nuevo la Cuaresma he releido de nuevo esta entrada... Me ha sorprendido de que lectura tan diferente se hace de lo mismo dependiendo del estado en que se encuentra la persona...
ResponderEliminarMe va bien recordar la palabra OLA... Y cuando parece que todo se pierde que bien va recordar también que gota a gota se forman las estalactitas...
Gracias Gonzalo, porque aunque hace un año que lo escribiste, continua siendo bien actual y me ayuda a iniciar este camino de Cuaresma... Un abrazo