Ayer, a las
15:50, con permiso de la autoridad competente y un tiempo otoñal delicioso en Roma, este humilde “Rincón de Gundisalvus” alcanzó el número redondo de 50.000
visitas. Muchas gracias a todos los que os tomáis la molestia de asomaros a este blog. Como habrá algunos incrédulos –dudar es una de las características de nuestro tiempo–, añado a la izquierda el correspondiente testimonio
gráfico para que conste en acta, jajaja. Os advierto que conviene aumentar la foto; si no, no se ve bien el número. Y ahora vamos al
grano. Reconozco que soy poco partidario de las campañas encabezadas
por el Yo soy. En los
últimos años se han hecho famosas las de Je sui Charlie
(después del atentado a la redacción de la revista Charlie Hebdo en enero de 2015) y Je
suis Paris (tras los atentados de París en noviembre de 2015).
Hoy estoy de buen
humor, así que voy a hacer una excepción. Tras leer el evangelio de este XXXI
Domingo del Tiempo Ordinario, he decidido empezar la campaña Yo
soy Zaqueo. Confieso que me encanta la historia que Lucas cuenta en el
capítulo 19 de su evangelio. Los personajes centrales son Jesús (no necesita
presentación) y un tal Zaqueo (cuyo nombre significa puro), del que sabemos tres cosas: su apariencia física
(era bajo de estatura), su profesión (jefe de recaudadores) y su estatus
social (rico en una sociedad de pobres). En realidad, sabemos más cosas: que
tenía interés por conocer a Jesús, que estaba bastante ágil como para subirse a
una higuera, que pagó la comilona a la que Jesús se autoinvitó y que, consciente
de lo que había hecho en el pasado, decidió dar a los pobres la mitad de sus bienes
y devolver cuatro veces más lo que había robado. O sea, que se comportó como
uno de los muchos corruptos que pululan en nuestras sociedades. Bueno, quizá no
exactamente.
Ironías aparte, la
historia de Zaqueo es una hermosa e interpelante historia de transformación
personal. Detrás de ella adivino una pregunta: ¿Puede una persona cambiar
cuando ya es adulta? Voy a formularla de manera más mordiente: ¿Puede cambiar
una persona rica? Añado un poco más de sal: ¿Puede cambiar una persona corrupta? Creo que
las tres formulaciones nos confrontan con el asunto de la conversión. La
respuesta, por difícil que parezca, es sí. Un sí como un rascacielos de Dubai. Eso es precisamente lo que Lucas
quiere transmitir a los lectores de su Evangelio, incluidos nosotros. Siempre es
posible cambiar cuando uno se encuentra con Jesús. Lo de Zaqueo fue un flechazo
a primera vista. Si Lucas menciona su nombre y no se refiere a él simplemente
hablando de un publicano es porque se trataba de un personaje conocido, quizá incluso
de alguien influyente en la primitiva comunidad cristiana. Es verdad que él
quería ver a Jesús. Se nota por su parte admiración, curiosidad y deseo. Pero
es más verdad todavía que es Jesús quien se dirige a él: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.» El mismo Jesús que había dicho «es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico se salve» es el que ahora declara salvado a Zaqueo, un hombre rico de haberes y placeres, pero insatisfecho de verdaderos amores; un hombre perdido, en definitiva.
Esta
es la experiencia que yo deseo para mí y para muchos de mis amigos que andan
demasiado enredados en sus cosas. Deseo que todos escuchemos algo parecido a
esto: «Juan, Rafael, Emilio, Álvaro, Jesús, Marta, Lourdes, María… deja por un momento lo que estás haciendo porque hoy –es importante
subrayar este adverbio: hoy– necesito estar contigo, hablarte al corazón.» ¿Quién
se puede resistir a una necesidad de
Jesús? Tal vez nosotros, tan chulos, creamos que no necesitamos de él. Pero él
dice que necesita de nosotros. Lucas dice que «Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús.» Me gusta el cómo de la reacción de Zaqueo: aprisa y con alegría. Es como si la mirada y las palabras de Jesús hubieran acelerado
los latidos de su corazón, como si el Maestro le hubiese puesto pilas nuevas. Pero,
¡atención! no se trata de una historieta de amor a primera vista, sino de un
amor que tiene consecuencias prácticas. El rico
Zaqueo se vuelve solidario. Se libera
de las ataduras de su riqueza y experimenta la libertad que le da el abrirse a
los más pobres. ¿Hace falta añadir algo más para explicar en qué consiste un
verdadero proceso de transformación personal? Aquí no se habla de zen, de meditación trascendental o de
otras zarandajas de moda. Se habla de un encuentro con Jesús, de una comida y
de un compromiso con la gente.
Yo quisiera tener
una experiencia como la de Zaqueo. Yo quisiera que mis amigos tuvieran una
experiencia como la de Zaqueo. Yo oro para que Jesús pase cerca de nosotros,
nos mire encaramados en los árboles de nuestras ocupaciones y nos lance sin anestesia
una palabra de salvación. Eso es, al fin y al cabo, lo que Jesús dice cuando
todos lo criticaban por haberse ido a comer a casa de un pecador público: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa,
porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre
ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.» Jesús no ha venido a
dispensar diplomas de buena conducta a los que siempre están en regla sino «a
buscar y salvar lo que se había perdido.» Os aseguro que yo pertenezco a esta
categoría de los perdidos; por eso me suenan tan liberadoras las palabras de
Jesús. Espero que a vosotros también.
Bueno, además de recomendaros
el habitual vídeo de Fernando Armellini
(al que siempre se le ocurren otros puntos de vista), os añado una recentísima
versión (2016) del Aleluya de Leonard
Cohen (1984) en las voces del quinteto Pentatonix. Os aseguro que es muy resultona.
Que sigas muchos más para alegría de los que seguimos este blog. Ya al leerlo hoy ¡¡suman casi 50100!!. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias. Espero cubrir un año completo. Luego... ya veremos.
EliminarGracias Gonzalo por todo lo que compartes... Felicidades por las entradas que ahora ya son 50.338... Mucho bien, mucha esperanza compartida... Que puedas continuar compartiendo mucho más.
ResponderEliminarGracias por el dinamismo que has puesto hoy en este pasaje de Zaqueo que lleva a decir Yo también soy Zaqueo... Un abrazo