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domingo, 31 de julio de 2016

La "felicidad del sofá" no es cosa de jóvenes

Después de casi doce horas de vuelo de Madrid a Lima, uno no está para muchas bromas. Las siete horas de diferencia horaria tampoco ayudan a mantenerse muy despierto. Pero hoy no quiero escribir sobre mi viaje al Perú sino sobre la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que este domingo se clausura en Cracovia. No he participado en ninguna JMJ, aunque pasé por Madrid cuando se celebraba en esa ciudad la edición de 2011. No tengo, pues, una experiencia directa. No soy joven ni trabajo directamente con los jóvenes. Sin embargo, siempre he mostrado simpatía por este acontecimiento. Me parece que responde al paradigma del “peregrino”, que es con el que más se identifican muchos jóvenes de todo el mundo. Se trata de ponerse en camino, juntarse, experimentar y regresar casa. 


Conozco las críticas que suelen hacerse, pero me parece que, en conjunto, son más las ventajas que los inconvenientes. Podría contar algunas historias de personas que han cambiado su vida después de la experiencia de la JMJ. Recuerdo una confidencia en enero de 2010. Viajando de Roma a Hong Kong, compartí vuelo con un ingeniero siciliano que vivía en Brisbane, una ciudad australiana. Estuvimos conversando casi todo el tiempo del vuelo. Entre otras cosas me contó el impacto que había supuesto para él haber participado en la JMJ del año 2000 celebrada en Roma.

Ayer aproveché un rato para ver a través de mi portátil parte de la vigilia que el papa Francisco tuvo con los jóvenes en el Campus Misericordiae de Cracovia. De su mensaje rescato este pasaje, que traduzco a la carrera:
“En la vida existe otro tipo de parálisis todavía más peligrosa y a menudo más difícil de descubrir y reconocer. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde la Felicidad con un sofá. Sí, creer que para ser felices necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, seguros. Un sofá como como los de hoy: modernos, con masajes que te ayudan a dormir, que te garantizan horas de tranquilidad para que te puedas sumergir en el mundo de los videojuegos y pasar horas ante el ordenador. Un sofá contra todo tipo de dolor y temor. Un sofá que nos encierra en casa sin esforzrnos y sin preocuparnos. La “sofá-felicidad” es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede echar a perder, que puede destruir más a la juventud”.
Reconozco que el papa Francisco es un experto en la creación de neologismos. Nunca había oído hablar de “sofá-felicidad” (divanofelicità, en italiano). Pero me parece que este concepto expresa bien una idea pasiva de la vida, ese dejarse hacer que caracteriza a tantas personas que consideran que el mundo es demasiado complejo, que nada se puede cambiar. Cuando uno tira la toalla del esfuerzo, solo aspira a un poco de tranquilidad para matar marcianitos o intercambiar mensajes a través de WhatsApp. El mundo se ha vuelto tan ingrato que todos sentimos la tentación de construirnos un pequeño refugio en el que estar a salvo de la violencia, la competitividad y la soledad. El sofá representa un mundo sin preocupaciones, una especie de coraza protectora frente al dolor de tantas personas que arrastran su existencia. 

Que el Papa se atreva a decir estas cosas cuando lo que uno se espera es un poco de rock para templar el alma mientras se agarra de la mano con los compañeros que tiene al lado, representa ya un choque. No, la JMJ no es un festival cristiano para tranquilizar conciencias. No es un refugio sino una rampa de lanzamiento. El Papa les dice a los jóvenes venid para, a renglón seguido, decirles id. Todo se juega en torno a estos dos verbos: venir (para que juntos sepáis mejor quiénes sois) e ir (para que el anuncio de Jesús no quede reducido a un pequeño círculo de iniciados).

No me olvido de que hoy es domingo y de que algunos esperáis el comentario de Fernando Armellini para comprender mejor el evangellio de este XVIII Domingo del Tiempo ordinario. El vídeo no tiene nada que ver con el evangelio de hoy, pero sí con la JMJ. ¿No os apetece bailar un poco?

1 comentario:

  1. Nosotros tuvimos la suerte de vivir la JMJ de Madrid en familia. Inolvidable la experiencia de 4 Vientos: el lorenzo de mediodía, el diluvio y el vendaval nocturnos, que no pudieron ni con BXVI ni con nosotros. No olvidaremos nunca está jornada, creo que nuestras hijas tampoco.

    Ahí va una canción de tus amigos de Brotes que va al pelo con el divanofelicitá: https://youtu.be/QEwpfMpMAiE

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