Los posts de este Rincón de Gundisalvus los escribo siempre con mi ordenador: a
veces, el fijo de mi despacho; otras, cuando viajo, el portátil. Esto acelera
el proceso de elaboración y difusión. Casi todos los textos que tengo que
escribir (informes, artículos, cartas, libros, etc.) los compongo con el
ordenador. Pero hay uno que siempre lo escribo a mano: mi diario personal. Me
resulta imposible teclearlo. Necesito acariciar el cuaderno, abrirlo, coger mi
pluma o un bolígrafo azul y empezar lentamente a escribir a mano. Los textos
que surgen tienen un sabor distinto a los que escribo con ordenador. Desde hace
muchos años percibo la diferencia. Ayer, estando todavía en Wroclaw, leí un interesante
artículo periodístico que aborda este tema. Me alegré mucho de que
expertos en la materia confirmen mi sencilla experiencia cotidiana. En un
reciente congreso, “neuropsicólogos, grafólogos y pedagogos
consideran de suma importancia que no se abandone el hábito de escribir a mano
porque con él se activan multitud de procesos cognitivos que ayudan a la
organización de ideas, a la construcción de estructuras gramaticales y a la
activación de los procesos motores encargados de producir los correspondientes
signos gráficos, una función que no se activa al escribir con herramientas
digitales”.
Tal vez se podría establecer una correlación entre los
conceptos de complejidad-complicación, a los que me referí en un reciente post, y las diferencias entre la escritura
a mano y la digital. La primera es compleja porque es una prolongación –incluso
física– de los complejos procesos del
pensamiento. La segunda es, más bien, complicada. Expresa el pensamiento, pero
a través de mediaciones complicadas
como son todas las digitales. Abandonar la escritura a mano puede significar, a
medio y largo plazo, ir transformándonos en realidades simplemente complicadas
y, por tanto, programables y manipulables. La escritura a mano es un acto de
rebeldía, una reivindicación de nuestra humanidad compleja, un canto a la
creatividad primordial.
Imagino que los defensores a ultranza del mundo digital
podrían objetarme muchas cosas: mi ignorancia casi enciclopédica respecto de los
intríngulis de este mundo, mis juicios superficiales y mi nostalgia de
procedimientos que tienen milenios de historia, pero que pueden desaparecer. Aun
así, siempre encontrarán en mí un aliado leal en los avances que agilizan los
procesos técnicos y un oponente crítico que se rebela frente a la mecanización
del conocimiento humano. Dejar de escribir a mano es una derrota. Por eso, os
invito a escribir de vez en cuando alguna carta con vuestra vieja pluma o con
bolígrafo, a tomar notas a mano; incluso, si no suena demasiado cursi, a
practicar un poco de caligrafía. No os va a producir ninguna enfermedad
degenerativa. A cambio, puede proporcionaros el plus de humanidad, rebeldía y
creatividad que necesitamos para no sucumbir al imperio de los dispositivos electrónicos.
No me olvido de que hoy es Lunes Santo. El fragmento del Evangelio de Juan que nos propone la liturgia de hoy es de una belleza inmarcesible. Me referí a él hace unos días al hablar de María de Betania. Con permiso del autor del Evangelio, a María de Betania la nombraría patrona de los escribientes a mano (por su sensibilidad al amor y la belleza) y a Judas Iscariote, patrono de los que solo ejercitan la escritura digital (con perdón de sus adeptos). ¿Cómo no se le ha ocurrido esto a Bill Gates antes?
No me olvido de que hoy es Lunes Santo. El fragmento del Evangelio de Juan que nos propone la liturgia de hoy es de una belleza inmarcesible. Me referí a él hace unos días al hablar de María de Betania. Con permiso del autor del Evangelio, a María de Betania la nombraría patrona de los escribientes a mano (por su sensibilidad al amor y la belleza) y a Judas Iscariote, patrono de los que solo ejercitan la escritura digital (con perdón de sus adeptos). ¿Cómo no se le ha ocurrido esto a Bill Gates antes?
Os dejo con este maravilloso y conocido coral de "La Pasión según San Mateo" de Johann Sebastian Bach.
Gracias Gonzalo, por tu reflexión y música.
ResponderEliminarAdemás si escribimos con bolígrafo y/o lápiz, estamos proyectando nuestra personalidad, nuestro estado de ánimo e incluso de salud... Nuestra letra dice mucho de nosotros y con ella también podemos modificar nuestra conducta y varias cosas más... He visto como con grafoterapia, se pueden modificar problemas de hábitos y de conducta, incluso en niños con problemas sociales.
Es verdad que nos proyectamos en nuestra escritura; por eso, es un elemento importante para conocernos mejor. La dimensión terapéutica me resulta mas desconocida. Quizá haya que empezar "recetando" caligrafía para corregir ciertos desequilibrios, jajajaja.
EliminarUn saludo Gonzalo. Yo sigo escribiendo a diario con pluma... noto que con el paso del tiempo, al escribir me resulta más fácil conectar y percibir todo un mundo interior que se me escapa de mi agitada memoria. Al escribir se me facilita la concentración, la atención, la exploración, la evocación... Luego, acabo siempre rompiendo lo escrito por lo pobre que me parece. Pero gozo escribiendo. Y llego la tira de años. Un abrazo.
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