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lunes, 18 de septiembre de 2023

No me alcanza la vida


La frase la he hecho mía de tanto oírsela a mi amigo Heriberto García Arias. Él, agobiado con muchos requerimientos académicos, pastorales y mediáticos, repite con frecuencia que “no le alcanza la vida”, como si necesitase jornadas de 30 horas para sobrevivir. 

Hay temporadas en las que parece que todo se nos junta. El comienzo de curso es una de ellas. Llueven los compromisos y falta tiempo para llevarlos todos a cabo. Es verdad que una justa priorización de las actividades y una equilibrada distribución del tiempo ayudan mucho a salir incólumes del atolladero, pero eso no basta. 

Muchas de las cosas que suceden en nuestras vidas (llamadas, visitas inesperadas, peticiones, invitaciones, etc.) escapan a toda programación. Yo diría que las mejores cosas de la vida casi siempre son las que nos sobrevienen por sorpresa. Por eso, además de practicar la programación, debemos adiestrarnos en el arte de “surfear la vida”, de aprovechar las olas que nos vienen y canalizar su energía hacia los objetivos que nos hemos propuesto.


Hoy los periódicos españoles hablan con profusión de la muerte repentina, a los 80 años, del periodista Pepe Domingo Castaño. Abundan los elogios por parte de amigos y colegas. Todos admiran su bonhomía y su creatividad profesional (sobre todo, en la radio). Destacan también que fue un hombre que tuvo éxito en varios campos: desde la música hasta el periodismo (en radio y televisión), pasando por incursiones en la literatura. 

Parece que de joven quiso ser fraile dominico. Enseguida orientó la pasión por la palabra (no olvidemos que el nombre oficial de los dominicos es Orden de Predicadores) hacia el mundo de la radio y de la comunicación en general. 

Aparte de sus cualidades para el desempeño de este trabajo, lo que todos subrayan es la pasión con la que lo vivía y su capacidad para compartirla con los colaboradores y los oyentes. Confieso que yo no lo seguía, pero he tenido curiosidad por ver la entrevista que otro gallego (el periodista de RTVE Jenaro Castro) le hizo en el programa Plano general. En ella aparece con claridad que Pepe Domingo Castaño fue capaz de hacer muchas porque era un soñador. En un momento llega a confesar que la vida sí le dio para llevar a cabo sus sueños.


Creo que la clave para que nuestra vida no sea un desierto vacío o un torbellino desbocado es tener una gran pasión que dirija y unifique todo lo que hacemos. Cuando sabemos por qué hacemos las cosas, entonces esa motivación “organiza” el caos y el tiempo. Nos cansamos, pero no nos quemamos. 

En el caso de los creyentes, no basta poner el acento en el por qué, sino también en el por quién o para quién. Nuestro objetivo es buscar en todo la gloria de Dios, que Él sea -como le gustaba decir a san Antonio María Claret- “conocido, amado, servido y alabado”. No buscamos obsesivamente ser felices (como se ha dicho siempre) o autorrealizarnos (como se dice ahora), sino que estas cosas se nos dan por añadidura cuando Dios es nuestro tesoro, nuestra pasión, y buscamos su Reino.

Si de algo adolecemos los creyentes de hoy es de falta de pasión, déficit de entusiasmo. Creemos, pero como al ralentí, sin poner la carne en el asador, como quien enfila el camino de una suave rutina. Nos hace bien encontrarnos con personas entusiastas que nos ayuden a recuperar la pasión de vivir. Cuando “no nos alcanza la vida” porque queremos vivir en plenitud, entonces habremos descubierto el secreto.

1 comentario:

  1. Buenos días padre me encanto su reflexión en mi testimonio le cuento qué no me canso me preguntan porqué no se me descargan las baterías y hoy ud lo precenta tan claro aquí esta la respuesta hacerlo con pacion buscando el reino de Dios gracias padre feliz día para todos

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