¿Por qué hace tanto calor en Madrid? Esta es la pregunta que me salió del alma cuando una bofetada ardiente me recibió ayer al salir del aeropuerto de Barajas después de nueve horas de vuelo desde Medellín. Pasar de los 22 grados de la montaña colombiana a los 40 de la meseta madrileña no fue un plato de buen gusto. Sentía que me faltaba el aire para respirar. Para que el contraste fuera aún más marcado, apenas me he sentado en mi despacho, han empezado a llover los problemas. Algunos puedo resolverlos con ayuda; otros escapan de mi control.
La tentación es decir: “¡Qué bien estaba yo en la montaña, con clima suave y excelente compañía!”. La solución pasa por abordar con calma cada asunto sin dejarse llevar por un sentimiento de parálisis. Mientras hay vida siempre hay problemas. Cuando aceptamos con serenidad este hecho desnudo, encontramos nuevas energías para resolverlos o, por lo menos, para transformarlos.
Uno de los contenidos del taller de liderazgo que dirijo consiste en distinguir entre gestión estratégica (lo que debo hacer), gestión operativa (lo que puedo hacer) y gestión situacional (lo que me dejan hacer). Es evidente que los problemas que me he encontrado esta mañana en mi despacho se sitúan en los dos últimos niveles. Creo que sé lo que debo hacer, pero no siempre puedo realizarlo porque no dispongo de los recursos personales y materiales necesarios. Y, además, algunas circunstancias no me dejan hacer lo que me gustaría.
En situaciones semejantes nos encontramos todos, aunque no utilicemos estas categorías para poner nombre a lo que nos pasa. Hay personas que se bloquean y se enojan. Si las cosas no salen como ellas habían imaginado, no saben cómo reaccionar. Hay otras, por el contrario, que mantienen la cabeza fría y desmenuzan los problemas en partes abordables. Quizá no pueden resolver todo de golpe, pero pueden ir dando pasos en la dirección correcta. Esto permite canalizar la energía y celebrar pequeños triunfos, con lo cual se refuerza la convicción de que todos los problemas encuentran siempre alguna salida.
Espero que el desfase horario de siete horas no me juegue malas pasadas. De momento, no acuso sus consecuencias. Más dura me está resultando la ola de calor. ¡Si, al menos, por la noche bajara significativamente la temperatura! Pero no, en Madrid la noche casi parece día. Es cuestión de mentalizarse y adoptar algunas medidas paliativas, como esas que repiten constantemente en televisión: beba agua, use prendas ligeras, no se exponga al sol, cree pequeñas corrientes de aire, etc. Confieso que a veces me resultan casi ridículas de puro obvias, pero se ve que non todo el mundo es consciente.
Mientras soportamos el calor meteorológico, nos aprestamos a soportar el político. Ayer, entre el correo acumulado en el tiempo que he pasado en Colombia, me encontré la propaganda electoral de varios partidos que reclamaban mi voto en las elecciones del próximo domingo. Confieso que sentí curiosidad, no tanto por el contenido sino por la forma como los políticos se dirigían a la ciudadanía. El usted ha desaparecido. Todos procuran dirigirse al posible votante desde la campechanía del tú, lo cual me parece un error de entrada, por mucho que los publicitarios lo recomienden. Algo se podría decir sobre la sintaxis y la gramática de sus cartas, pero no quiero pecar de arrogante. La verdad es que me habría gustado comparar sus propuestas, pero no dispongo de tiempo para ello. En fin, que nunca faltan problemas, pero -parafraseando a san Pablo- “donde abundaron los problemas, sobreabundó la energía para afrontarlos”. Buena semana.
Tampoco en mi pueblo nos libramos de temperaturas altas... Hoy a 40 grados. y son las diez de la noche y todavía tenemos 30 grados.
ResponderEliminarMe gusta conocer lo que dices del liderazgo: lo que debo, lo que puedo y lo que me dejan hacer. Creo que todo depende de los momentos que vives. En familia numerosa, muchas veces acabas con “el que me dejan hacer”.
Cuando lo vivo a nivel personal reconozco que sería positivo saber analizar lo que debo hacer y ver que sí puedo hacerlo. Ello me compromete a buscar soluciones en positivo.
Pues sí, Gonzalo, como dices, “mientras hay vida siempre hay problemas”. Pasa por nosotros saberlos minimizar, no añadir más leña al fuego…