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martes, 11 de julio de 2023

Lo que cuenta es el cuento


Hace tiempo que la verdad interesa poco, entre otras cosas porque carecemos de medios suficientes para verificarla con rapidez y fiabilidad. El lugar de la verdad, trabajosamente buscada, religiosamente respetada, lo ocupa ahora el cuento. O, como se dice en el neolenguaje político, la “narrativa”. Tengo la impresión de que a la mayoría de la gente no le interesa la verdad, sino un cuento que responda perfectamente a lo que desean, detestan, añoran y… votan. 

Hay políticos -pocos- que todavía creen en la verdad y en los datos objetivos. Hay otros -muchos- que se han especializado en contar los cuentos que sus votantes quieren oír. No hay nadie que me parezca más fiable que el que nos dice con franqueza lo que no esperamos ni deseamos oír. Si un político (o un predicador) siempre coincide con nuestro punto de vista, podemos sospechar que nos está halagando el oído. La verdad es demasiado rica y matizada como para que coincida siempre con lo que pensamos o deseamos.


Viene esto a cuenta del debate de ayer entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez, pero también de la importancia que ha cobrado en nuestra sociedad la apelación a los sentimientos y a la imagen en detrimento de los análisis ponderados a partir de datos objetivos. Ya sé que los sentimientos ocupan una parte importante en la geografía humana, pero si no son filtrados por la racionalidad pueden llevarnos a posiciones absurdas y a veces hasta peligrosas. Quienes quieren manipularnos siempre se inventan un “cuento” que conecta con nuestro fondo emocional. A veces nos hablan de los inmigrantes como responsables de nuestra pérdida de identidad o nos venden la independencia como el bálsamo amarillo que va a curar todos los males. 

Otras veces nos dibujan una patria progresista que es un paraíso de derechos de tercera generación. Hay quien defiende el capitalismo a ultranza como la única forma de generar prosperidad y quien todavía habla del comunismo como el único camino para lograr la justicia. Pareciera que, arrinconado el sueño del reino de Dios anunciado por Jesús, fuera preciso rellenar el vacío con “cuentos” que satisfagan la necesidad humana de imaginar un futuro mejor.


Defiendo el valor de las utopías como motores del progreso humano, pero ¿no sería más sencillo y más eficaz atenernos a los hechos, procurar comprenderlos en su complejidad y proponer caminos realizables y verificables? ¿Tan difícil es decir la verdad -o, por lo menos, mostrar un deseo rotundo de buscarla- y dejarse guiar por ella? ¿Por qué les gusta tanto a los líderes políticos (pero también a algunos religiosos) contarnos “cuentos” que no se corresponden con lo que experimentamos a diario? La razón parece simple: porque, en la práctica, lo que cuenta es el cuento. Muchos votantes no quieren que les digan la verdad sobre la situación real del país, sino que refuercen sus sentimientos de orgullo, superioridad, temor, odio, revancha, etc. 

Parecía claro para los analistas más objetivos que el Brexit -por poner un ejemplo de sobra conocido- no traería buenas consecuencias para el Reino Unido (como se está demostrando con el correr de los años), pero muchos votantes prefirieron desoír esas voces y dejarse encandilar por las que apelaban al patriotismo británico, a la nostalgia del viejo esplendor; en definitiva, a los sentimientos de superioridad. 

Cuando Donald Trump se empeña en seguir diciendo eso de “Let us make America greater again” sigue esta misma senda. Está claro que este modo de proceder ayuda a ganar votos, pero ¿contribuye a pacificar el clima social y a resolver los problemas que tiene una sociedad? Tengo mis dudas. Para mí, lo que cuenta no es el cuento (o la narrativa como se dice ahora), sino la valentía de llamar a las cosas por su nombre (aunque esto suponga perder popularidad) y de involucrar a todos en un proyecto sugestivo de vida en común. Esto es difícil, pero es lo que de verdad merece la pena a largo plazo. 


Escribo esta entrada en la fiesta de san Benito de Nursia, patrono de Europa, que con su famosa Regla, basada en la verdad, puso las bases de una nueva Europa orante y trabajadora: 
“A Dios rogando y con el mazo dando” .



1 comentario:

  1. Me ha recordado esta entrada a un poema de Leon Felipe que hablaba sobre los cuentos. Lo cantaba el famoso grupo Aguaviva.
    https://www.poemas-del-alma.com/leon-felipe-se-todos-los-cuentos.htm

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