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lunes, 6 de marzo de 2023

Voces para un concierto


Ayer por la mañana me dediqué a proyectar el libro-entrevista que estoy preparando con el youtuber mexicano Heriberto García Arias, de quien ya hablé hace menos de dos meses. Él, desde Roma, sigue con sus vídeos cortos (algunos no llegan ni a un minuto) y con miles de visualizaciones. Ha optado por una comunicación sencilla, directa y creo que muy eficaz. 

También sigo de cerca a un joven franciscano estadounidense que tiene 280.000 subscriptores en YouTube. Ha producido ya más de 450 vídeos y ha recibido casi 30 millones de visitas desde 2015. En este caso se trata de vídeos más largos (en torno a diez minutos) y muy bien elaborados. Se llama Casey ColeLos que sabéis inglés, podéis encontrar y ver sus vídeos en su canal Breaking In The Habit. En él aborda muchos temas de actualidad desde una perspectiva cristiana y franciscana, y yo diría que también muy norteamericana. 

Os traduzco algunos de los últimos títulos: “Los dos caminos para leer la Biblia”, “Cinco películas de Hollywood que son CASI cristianas”, “¿Excomulgados en la Iglesia católica?”, “Dios podría hacerlo mejor. Mi consejo a Dios (cinco recomendaciones de un cura a Dios)”, “La historia de la Iglesia en aproximadamente 15 minutos”, “La policía tiene un problema. La Iglesia católica puede ayudar”. Como podéis ver, los títulos son perfectamente hollywoodianos. No conozco algo semejante en el panorama europeo. Pero eso no significa que se trate de vídeos superficiales. Todos están muy bien elaborados y tienen meollo.


Cada vez son más los sacerdotes, religiosos y religiosas que se lanzan al mar de Internet con desigual fortuna. Algunos consiguen un gran impacto y otros se cansan enseguida por falta de eco. Lo que me sorprende es que muchas personas que no frecuentan nuestras iglesias encuentran en esos canales de Internet un “lugar de encuentro” en el que se sienten a gusto porque pueden compartir sus preguntas y explorar algunas respuestas sin las constricciones a las que a veces sometemos a la gente en nuestras parroquias y comunidades. Yo mismo me sorprendo de que este blog, que nació de una manera casual y muy sencilla, llegue a algunas personas que lo siguen con mucha fidelidad en diversas partes del mundo y que, aunque no escriban ningún comentario, participan de un diálogo cordial. De hecho, cuando cada mañana o cada noche me siento ante el ordenador, pienso en ellas. Es como si estuviéramos conversando con una taza de café o una cerveza en la mano. 

A veces hago un esfuerzo por salir de mis pensamientos e imaginar los suyos. Procuro hacerme eco de ellos, aunque no estoy seguro de interpretarlos correctamente. Mi interlocutor misterioso es siempre un hombre o una mujer que no ha perdido el deseo de buscar, que se reconoce un poco confuso, pero que quiere encontrar luz, que tal vez ha vivido situaciones personales muy difíciles (separaciones, divorcios, abusos, desempleo, agnosticismo, depresión, etc.), pero que no renuncia a encontrarles un sentido profundo. Y, sobre todo, pienso en las personas que, aunque no lo nombren, anhelan experimentar en sus carnes el amor de Dios como bálsamo que cura las heridas y abre un horizonte de esperanza en este mundo complejo.


En Internet abundan los internautas turbios, pero hay mucha gente excepcional que comparte sus conocimientos y habilidades, sus talentos artísticos o simplemente sus deseos de comunicarse con otros. Entre los más jóvenes las redes sociales han ocupado el espacio de las antiguas páginas web. Como he recordado en otras ocasiones, hoy la gente joven prefiere mensajes brevísimos, a poder ser audiovisuales y con mucha creatividad estética a través de plataformas como WhatsApp, Twitter, Facebook, y, sobre todo, YouTube, TikTok e Instagram. Estamos ahora en la cresta de esta ola. Intuyo que no durará mucho. Llegará un momento en el que caeremos en la cuenta de que no todo en la vida se puede reducir a breves y agudos impactos visuales y emocionales. Si así fuera, acabaríamos prisioneros del presentismo y el emotivismo.

Por eso, yo me mantengo en la “antigua” costumbre de escribir unas 700 palabras diarias. Corro el riesgo de que los más jóvenes pasen de largo y de que el número de lectores sea discreto, pero me parece que quienes se toman cinco minutos para leer las entradas diarias se disponen mejor para una reflexión sosegada. En la vida necesitamos estímulos fugaces (fotos, clips, eslóganes, etc.), pero también un mínimo de pensamiento tranquilo. La reflexión y la paciencia son caminos que nos conducen a la verdad de las cosas y de nosotros mismos. Sin despreciar la primera vía (es más, admirándola mucho), yo me apunto a la segunda. Quizás es menos intensa, pero creo que más duradera y espero que también más fructífera a medio y largo plazo.




3 comentarios:

  1. Muy interesante e instructivo. Me apunto a la decisión de seguir con el formato con el que nació este Rincón. Ya no soy tan nuevo en este mundo pero entre las opciones que existen, me apunto a esa reflexión de los cinco minutos.
    No sé cómo se podría implementar en las parroquias actuales ese tipo de comunicaciones "en vivo", con preguntas que se le ocurran a la gente; si no asisten cómo van a preguntar. Las redes sirven para completar esas frases o parecidas, creo que de San Pablo, que terminan y si nadie les anuncia y si no le conocen cómo van a seguirle y esos internautas hacen de misioneros que salen a los caminos.
    ¿Sabemos si ellos mismos tienen parroquias en las que anunciar y cómo lo hacen?
    Un abrazo y gracias por la decisión de seguir y pensar en nosotros, los lectores y seguidores, cada vez que haces el esfuerzo.

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  2. En la vida de los jóvenes, todo es rápido y breves y rápidos tienen que ser los mensajes, aunque no les dé mucho tiempo para profundizarlos… Pero con el tiempo, quién sabe si una sola palabra recibida, puede ayudarles a dar un vuelco en su vida.
    Tal como tú dices, en la vida lo necesitamos todo: estímulos fugaces y también momentos de pensamiento tranquilo.
    Gracias Gonzalo por toda la información y por mantenerte en tu línea que no es menos intensa, es más profunda y de vez en cuando, ante diferentes situaciones de la vida, nos encontramos con “el eco” de tus palabras escritas.

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  3. Hola Gonzalo: Qué bien que sientas como si estuviésemos tomando un café... porque en general somos poco activos en los comentarios, así que me alegra que "notes" que estamos ahí y que nos ayudan tus comentarios. Un abrazo. María

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