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sábado, 4 de marzo de 2023

El camino de la cruz


Anoche, segundo viernes de Cuaresma, tuvimos un Viacrucis en francés e inglés alrededor de la Casa Claret donde estamos desarrollando nuestro taller. Me gustó mucho por tres razones: el ambiente de silencio y contemplación, la belleza y oportunidad de los cantos y la concisión de los textos y oraciones. Hay Viacrucis que se convierten en un pequeño suplicio porque los comentarios a cada estación son larguísimos, sin tiempo apenas para la contemplación. Creo que ayuda más una brevísima consideración, acompañada a veces por una o dos preguntas que nos ayuden a entrar en el misterio. Tengo la impresión de que hay muchos cristianos que no se sienten muy atraídos por esta práctica. Quizás estamos necesitando una revisión. Lo que hace del Viacrucis una práctica siempre actual es que une nuestros dolores -¡tantos!- a los del Cristo que sigue sufriendo hoy. 

Una crítica recurrente es que la Iglesia lleva siglos practicando el Viacrucis (el camino de la cruz) y muy poco tiempo proponiendo el Vialucis (el camino de la luz). Quizá la razón última no es que la Iglesia haya olvidado el poder transformador de la resurrección de Jesús, sino que lo ve escondido en su pasión y muerte. Para el evangelista Juan, la cruz es al mismo tiempo cadalso y trono, fracaso y triunfo, muerte y vida. Por eso, todo Viacrucis es siempre un Vialucis. Acompañamos a Jesús en su camino al Calvario sabiendo que la muerte no es la última palabra, que, tras el suplicio del Viernes Santo y la sepultura del Sábado Santo, siempre emerge la luz nueva del Domingo de Resurrección.


En medio de los sufrimientos personales y de los graves problemas que padecemos hoy, la práctica del Viacrucis nos ayuda a darles sentido desde Jesús. Unidos a él, podemos recorrer también las estaciones dolorosas de nuestra vida sin sentirnos agobiados por su peso insoportable. No hay ningún cáncer, ninguna guerra, ningún accidente de tráfico, ninguna traición, ningún desamor que puedan robarnos la esperanza. Con Cristo sabemos que Dios Padre ve y escucha nuestro sufrimiento y que no dejará ninguna lágrima sin enjugar. 

El Viacrucis no es una práctica masoquista, sino un camino de consolación. El hecho de practicarlo regularmente en el tiempo de Cuaresma nos ayuda a prepararnos mejor para el Triduo Pascual y, por tanto, a renovar nuestra fe en el Cristo que muere, es sepultado y resucita glorioso. Si algo necesitamos hoy es no pasar como gato sobre ascuas sobre nuestras experiencias personales y sociales de sufrimiento, sino detenernos, mirarlas de cerca y traspasarlas con la luz redentora que nos viene de la cruz de Cristo.


En el Viacrucis de Jesús, como en el nuestro, hay una galería de personajes que representan las múltiples actitudes ante Él: desde el desprecio, la traición y la condena hasta la compasión, el cuidado y la fe. Cada uno de nosotros representamos esos personajes. A veces somos Simón el Cirineo que ayuda a llevar la cruz, o la Verónica que enjuga el rostro de Jesús, o los soldados que lo insultan, desnudan y se reparten su túnica, o los discípulos que huyen, o las mujeres que están al pie de la cruz… El Viacrucis es un espejo que nos ayuda a conocernos mejor y a purificar nuestra vocación cristiana. No tengamos miedo de recorrerlo acompañando a Jesús. Acabaremos siendo mejores discípulos.

Eso es lo que comprendí mejor anoche mientras, acariciados por una suave brisa que atemperaba los calores de la jornada,  recordábamos el camino de Jesús hacia el Calvario con la cruz a cuestas

1 comentario:

  1. Al Viacrucis tenemos que ir predispuestos a vivirlo desde nuestros Viacrucis y de los de nuestro entorno, independientemente de cómo se dirige según la preparación que ha habido. No todos tenemos la misma sensibilidad ni todos han podido vivir experiencias de dolor sintiéndose acompañados. Me atrevo a decir que en momentos de sufrimiento el acompañamiento es imprescindible para poder unirlo al de Jesús y con él al sufrimiento de la humanidad.
    Personalmente me ayuda lo que escribes: “… todo Viacrucis es siempre un Vialucis…” Ojalá que en muchos momentos de la vida pudiéramos recordar, porque hemos hecho experiencia de ello, que “…siempre emerge la luz nueva del Domingo de Resurrección…”.
    Gonzalo, gracias por compartir tu experiencia del Viacrucis, facilitándonos pistas para poder vivirlo con profundidad.

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