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lunes, 27 de febrero de 2023

Bodas de oro


Está nevando en Vitoria. La estampa es sugestiva. La temperatura se mantiene en torno a los cero grados. Yo me preparo para celebrar las bodas de oro de mis amigos Emilio y Carmen en un entorno singular, la basílica de san Prudencio de Armentia. Aunque hoy la vida se alarga más que hace unos años, no es fácil encontrar matrimonios que celebren 50 años de vida en común. Me temo que será todavía más difícil en las próximas décadas, porque muchos de los matrimonios actuales se rompen antes de llegar a ese umbral. En marzo de 2007 pude presidir la celebración de las bodas de oro de mis padres. Fue un aniversario hermoso. Casi 16 años después acompaño a mis amigos y a su numerosa familia: cinco hijos (con sus respectivos cónyuges) y 18 nietos. 

Ayer, cuando viajábamos en un autobús alquilado rumbo a San Sebastián para pasar una jornada de convivencia, el conductor me confesaba que sentía una sana envidia al ver a una familia tan numerosa y feliz. Él mismo tiene cuatro hijos (cosa extraña hoy) porque para él -cito sus palabras- “la familia es más importante que irme de vacaciones en verano”. Se le hacía difícil entender, aunque respetaba mucho esa opción, a las parejas que anteponen su comodidad al hecho de cuidar a los hijos. Se quejaba de que las instituciones públicas hablan mucho de fomentar la natalidad y de ayudar a las familias, pero las medidas son escasas y poco eficaces. Sin conocer a fondo el tema, creo que lleva razón. Hoy les resulta muy difícil a las parejas jóvenes sacar adelante una familia, mucho más difícil que hace 50 años. En esto no hemos avanzado.


En un camino de 50 años de matrimonio no todo es de color de rosa. Como en toda trayectoria humana, hay misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos. Yo no me escandalizo cuando algunos matrimonios amigos me dicen que atraviesan un período de crisis. Me extraña más lo contrario. Las crisis son una ocasión única para revisar lo que funciona mal y, si hay lucidez y generosidad, hacer los ajustes necesarios. Las parejas de larga duración no son las que nunca han tenido problemas, sino las que han aprendido a afrontarlos y resolverlos juntos.

Las “bodas de oro” son, en definitiva, un triunfo de la gracia de Dios sobre la fragilidad humana. No es tanto un mérito propio, aunque también cuenta mucho el esfuerzo y la paciencia de los cónyuges, cuanto una expresión de la fuerza renovadora del sacramento. Como recordaremos en el evangelio que proclamaremos dentro de unas horas, es Jesús quien transforma el agua en vino, pero a nosotros nos corresponde siempre llenar las tinajas con el agua de nuestro trabajo cotidiano, de nuestro compromiso en las pequeñas fidelidades que preparan la gran fidelidad.


Entre los 18 nietos de Emilio y Carmen hay algunos que superan con creces la veintena y otros que apenas tienen cuatro años. Hay incluso una que está en camino y que puede nacer de un momento a otro. Entre ellos se ha creado una singular comunidad en la que la fe cristiana juega un papel decisivo. La cadena de la vida no se detiene. Es hermoso para unos padres y abuelos experimentar que han contribuido a la creación de Dios, que son verdaderos cocreadores, no solo en el orden biológico, sino, sobre todo, en el proceso de madurez humana y cristiana. 

Una cosa es ser padres y otra abuelos. La dos son hermosas y significativas. Ambas son necesarias en los procesos de crecimiento humano y cristiano. Por ambos dones daremos gracias a Dios en la eucaristía que tendremos todos juntos antes de emprender el viaje de regreso a Madrid.

5 comentarios:

  1. Celebrar Bodas de Oro,es una bendicion del Señor

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  2. Cincuenta años de compartir… Poco a poco, la familia que ha empezado con dos personas, se va multiplicando con los hijos y fácil de decir, pero más difícil de valorar, a nivel popular, todo lo que representa de sacrificio y de entrega, aunque se haga por opción.
    Los nietos son el gran regalo que aporta la vida… Son los que compensan todo el amor entregado. Con ellos es fácil dar y recibir.
    En fin que Emilio y Carmen, supongo que leeréis esta entrada. FELICIDADES porque ahora podéis disfrutar y dar gracias por estos cincuenta años que solo vosotros sabéis de los momentos difíciles y también de las alegrías que os ha costado llegar aquí y de los momentos de oración para encontrar fuerzas para camina siempre adelante. FELICIDADES también por vuestra familia numerosa que tenéis bien merecida.
    Gracias Gonzalo por compartirlo y por tu reflexión sobre ello.

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  3. Fantástico. Que bien escrito . Que gusto ver a esos abuelos Navasqües con su estirpe. Gran ejemplo de familia. Enhorabuena

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  4. Querido Gonzalo, nos ha encantado a Lola y a mí la profundidad y la claridad de esta entrada. Como siempre, das la clave del secreto del caminar juntos en un proyecto de vida. Gracias de corazón, y gracias también a Carmen y Emilio, maravillosas personas a las que tenemos el gusto de conocer junto con algunos de sus hijos. Os deseamos la mejor de las travesías por el mar de la vida. Un abrazo para vosotros, Gonzalo y todos los ávidos lectores de este blog tan maravilloso.

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