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Vista del centro de Wroclaw-Breslavia (Polonia) |
Llegué ayer a Wroclaw hacia las 3 de la tarde, después de
una larga escala de cinco horas en Ámsterdam
debido a la huelga del personal de
tierra en el
aeropuerto de Schiphol. Eso provocó la cancelación de muchos
vuelos. El mío se mantuvo, aunque con dos horas de retraso. En otra ocasión me hubiera enfadado bastante.
Ayer me lo tomé con calma, porque comprendí que no había nada que hacer y veía a las azafatas desbordadas. Maté el tiempo paseando por el aeropuerto. Me sorprendió verlo lleno de gente, como si la pandemia fuera ya una cosa
pasada.
Mientras en Madrid llovía y hacía frío, en Ásmterdam lucía un hermoso
sol primaveral. La temperatura rondaba los 15 grados, los mismos que encontré a
mi llegada a Wrocław
(o Breslavia, como se dice en español). En el aeropuerto me recogió un claretiano
polaco que me trajo a nuestra casa de encuentros en Krzydlina Mała, a unos 50
kilómetros de Wrocław. Había grupos de jóvenes por el jardín. Luego me enteré que se trataba de parejas que se preparan para el matrimonio en ambiente de retiro espiritual.
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Centro claretiano de encuentros en Krzydlina Mała (Polonia) |
La palabra “paz” resuena con fuerza aquí en Polonia. La presencia de tantos
refugiados ucranianos (se habla de más de dos millones) hace que el drama de la
guerra se sienta con fuerza. Aquí, en nuestro centro, tenemos a 30 personas
alojadas, algunas de ellas sordas. Todavía no he podido encontrarme con ninguna,
pero espero hacerlo a lo largo del día de hoy.
Me llama la atención que en el
Evangelio de este domingo, después del saludo de paz, Jesús hable del perdón: “Dicho
esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a
quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.»”. ¿Puede haber paz sin perdón? No hace
falta pensar en la rivalidad entre países, como la que ahora vivimos entre
Rusia y Ucrania. Basta explorar la propia intimidad. Cuando no nos sentimos
perdonados o no otorgamos el perdón que otros necesitan, nunca estamos en paz.
Lo que ocurre es el que el perdón no es una decisión nuestra, sino un fruto del
Espíritu Santo. Hay que implorarlo humildad.
Me gusta este lugar tranquilo, al que he venido en otras
ocasiones en los últimos 25 años. Me gusta el ambiente rural que se respira y
esa mezcla de tradición y modernidad que ahora se vive en Polonia y que veo
reflejada en los jóvenes que merodean por aquí. Sin tradición no hay futuro.
Yo, que no me considero nada conservador, soy muy tradicional. Conservar, solo
se conservan las cosas muertas. La vida no se conserva, se desarrolla. Pero el
desarrollo hunde sus raíces en el terreno húmedo de la tradición. Desconocer de
dónde venimos, despreciar el pasado, es la mejor manera de alumbrar un futuro
mediocre.
Solo quien lee mucho puede escribir bien. Solo quien conoce y aprecia
la tradición puede innovar. Por eso me duele que algunos países quieran borrar
o reescribir su historia, como si pudiéramos cambiar a voluntad lo que han
vivido. Podemos encontrar nuevos y más profundos significados, e incluso
decidir cómo queremos relacionarnos con la historia, pero no podemos alterar
los hechos. También esta actitud tiene ver con el perdón que le Resucitado nos
regala. Solo quien sabe perdonar puede recordar sin odio. No siempre es fácil. Feliz domingo.
Volver al diálogo con Tomás que escribiste en otra ocasión, va bien para relacionar el domingo de la Misericordia. Remarcas que para encontrarnos con el Resucitado precisamos de la comunidad y de la solidaridad con los que sufren, tema muy actual. No es teoría… lo tenemos al alcance de la mano.
ResponderEliminarNos hablas del perdón… Hay muchas situaciones y personas a quienes no se les otorga el perdón y como dices esto “conlleva la falta de paz” y también de malestar y lleva a problemas de relaciones y a situaciones de depresión cuando se vive este problema entre los más allegados… Sabemos que, a través del Espíritu Santo, Dios perdona siempre y aquí sí que podemos encontrar la paz.
Cuánta dinámica esconde: “Conservar, solo se conservan las cosas muertas. La vida no se conserva, se desarrolla.”
Gracias por poder compartir contigo “La Misión Claretiana”. Nos haces partícipes de ella. Cuidate.