Me entra por la ventana un intenso sol de invierno. El cielo es azulísimo, como suele ser en Madrid cuando el día es claro. Velázquez se quedó prendado de la luz madrileña. Dentro de casa se está bien, pero fuera hace frío. Nos hemos despertado con tres grados bajo cero. La asamblea general de Filiación Cordimariana prosigue según el cronograma previsto. Me sorprende la sencillez, concreción y belleza con que se ha hecho memoria del sexenio pasado. Las mujeres, en contra de lo que a veces se dice, no se pierden en discusiones teóricas. Ponen el acento en la vida, quizá porque tienen una conexión biológica con el misterio del nacer y el morir.
En la llamada “memoria de régimen” (o de gobierno) han presentado una silueta biográfica de cada una de las 50 hermanas que fallecieron a lo largo del sexenio pasado. No es cuestión de reducir su paso por la existencia a una cifra o un mero nombre. Las he felicitado por este ensayo de teología narrativa. Se conoce mejor el carisma cuando se examina la vida de quienes lo han encarnado a lo largo de muchos años. Algunas han muerto en la frontera de los cien.
Mientras disfruto de la paz de este lugar y de un ambiente sereno, me llegan noticias de algunas personas queridas que están al límite de su resistencia física y psicológica. La pandemia las está golpeando más de lo que hubieran imaginado. Los gobiernos, con mejor voluntad que verdadera estrategia, van tomando medidas, pero no son suficientes para paliar el hartazgo. Por WhatsApp siguen circulando teorías conspirativas que no hacen sino complicar más las cosas. La última que me ha llegado, aunque ya es vieja, atribuye a Tasuku Honjo, inmunólogo y bioquímico japonés, premio Nobel de Medicina en 2018, unas declaraciones que él ha desmentido categóricamente en varias ocasiones, pero que siguen circulando por la red como si tal cosa. Según esas informaciones, él habría dicho que el virus responsable de esta pandemia es una creación de algunos laboratorios chinos. Los argumentos son parecidos a los de otras teorías del mismo tipo.
A la vista de que la pandemia no cede, hay muchas personas que se sienten cada vez más confundidas. El miedo hace que uno se abandone fácilmente a cualquier explicación, por extravagante que sea. Hay que estar en guardia y fiarse solo de aquellas que tengan un buen aval científico. Leo también que en España y otros países europeos hay un alto número de personas que no quieren ponerse la famosa tercera dosis de la vacuna. Consideran que se trata más de un interés comercial que de una medida estrictamente médica. Tendremos que estar atentos a las consecuencias.
La etapa que estamos viviendo es peligrosa. Cuando una persona o una sociedad se hartan de obedecer dócilmente o de resistir como héroes, pueden pasar a una reacción violenta. Estamos viviendo una “guerra” que dura casi dos años y para la que no habíamos recibido ningún entrenamiento ni físico ni psicológico. Por eso, necesitamos tomar conciencia del momento que atravesamos, no perder la calma y seguir viviendo de la manera más saludable posible, con un ojo siempre puesto en aquellas personas de nuestro entorno que dan señales de flaqueza y necesitan apoyo.
Estoy convencido de que la fe cristiana nos ayuda también a afrontar situaciones como esta porque incorpora la frustración y el sufrimiento como elementos inherentes a la condición humana. Más aún, porque nos ayuda a descubrir la mano amorosa de Dios incluso en las experiencias que parecen contradecir su providencia. En circunstancias como estas, siempre recuerdo las palabras de Pablo a la comunidad de Corinto: “Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Cor 4,8-10).
Si aceptamos participar en la muerte de Cristo (manifestada en forma de incertidumbre, ansiedad o depresión) experimentaremos también la fuerza de su vida operante en nosotros. No es un discurso piadoso. Es pura experiencia. Pero exige de nosotros un “abandono” que a primera vista parece casi imposible. Tenemos todavía mucho que aprender.
La situación que estamos viviendo, con el virus, es muy difícil… Parece que solo existe este tema, pongas el medio informativo que pongas… y viéndolo de todos colores… La gente está, estamos, cansados… Para mi que es una “guerra biológica”. Pues si, necesitamos cuidar y ser cuidados.... Sería muy fácil, solos, tirar la toalla. Gracias por todas tus aclaraciones.
ResponderEliminarGracias por darle la vuelta y ayudarnos a vivirlo desde la fe… Son importantes las aclaraciones que haces en relación a ello.