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domingo, 20 de junio de 2021

Al final triunfa el amor

El último día de nuestro Simposio Teológico-Pastoral amanece con el cielo cubierto y una constante lluvia fina que cae sobre este inmenso recinto de Fátima. Oigo las campanas de la torre de la basílica del Rosario. Repaso el texto de la conferencia que pronunciaré a las 12,40 (hora de España e Italia) [En el enlace anterior se puede seguir la retransmisión en directo]. Todo invita a la serenidad y a la alegría.

Hemos llegado al XII Domingo del Tiempo Ordinario. Jesús nos invita a creer en él y en su fuerza lberadora. Ninguna tormenta podrá hacer que naufrague la frágil barca de su comunidad. La Iglesia surca los mares de la historia y con mucha frecuencia tiene miedo porque cree que hay vientos huracanados que pueden acabar con ella. No es tanto un problema de coherencia moral cuanto de fe. No acabamos de fiarnos del Señor de la barca. Creemos que todo depende de nuestras fuerzas. 

Precisamente ayer el cardenal Luis Antonio Tagle comenzó su conferencia poniendo el dedo en esta llaga. Cuando cada domingo confesamos en el Credo que creemos “en la Iglesia una, santa, católica y apostólica” nos sentimos con frecuencia incómodos porque ¿cómo llamar “santa” a una comunidad que está asediada por escándalos de abusos sexuales, financieros y de autoridad? ¿Cómo decir que la Iglesia es “santa” si está formada por millones de hombres y mujeres que somos conscientes de nuestra condición pecadora? El mismo Tagle ofreció una respuesta concisa. La Iglesia es “santa” porque su Señor es santo, porque estamos sostenidos por la gracia del Espíritu Santo, incluso cuando nosotros no respondemos con coherencia.

La jornada de ayer fue muy intensa. Terminó con el Rosario nocturno y la procesión de las velas. A pesar de las restricciones impuestas por la pandemia, había un buen número de peregrinos. El frío no me permitió gozar mucho de la oración, pero, en cualquier caso, era impresionante ver cómo en medio de la noche aparecían, aquí y allá, pequeños puntos de luz que eran como réplicas en miniatura del gran cirio pascual que representa la luz del Cristo Resucitado. Quizá los cristianos estamos llamado a esto. A nadie se nos pide iluminar el mundo como si fuéramos soles, sino, más bien, a aportar la pequeña luz de nuestra candela personal. Cuando muchas pequeñas luces se juntan, entonces la noche se vuelve día. Por eso necesitamos tomar conciencia de la dimensión comunitaria de nuestra fe. No podemos caminar solos, como vagabundos errantes. Formamos un pueblo de redimidos.

Las autoridades portuguesas no permiten que nadie entre ni salga del área metropolitana de Lisboa porque han aumentado bastante los casos de Covid en la capital. Yo tengo mi vuelo de regreso a Roma mañana a primera hora de la tarde. Espero que mi billete aéreo sea una especie de salvoconducto que me permita entrar. Durante los tres días pasados en Fátima he vivido como en un oasis, pero la pandemia sigue afectando a muchas personas. La batalla contra el Covid no ha concluido, pero tampoco contra el mal en general. Tendremos que convivir siempre con el anti-Evangelio. Forma parte del combate de la vida. El trigo y la cizaña crecen siempre juntos. 

De Fátima me llevo un mensaje esperanzador que va en la misma línea del Evangelio de este domingo. Cuando la Virgen María les dice a los pastorcillos que, al final, su Corazón Inmaculado triunfará, nos está asegurando que el amor de Dios es siempre más fuerte que el mal del mundo. Esto me llena de esperanza. Me da fuerzas para regresar a casa agradecido y confiado. Espero que también con vosotros suceda lo mismo. Un abrazo muy fuerte desde este lugar único. En la casa de la Madre nos sentimos todos hermanos y hermanas.


2 comentarios:

  1. Muchas gracias Gonzalo, por el enlace a la retransmisión, estaré siguiéndola… Ayer también la seguí, descubrí que habías puesto el enlace en la palabra “retransmisión”. Me gustaría poder leer las ponencias, pero una idea que me quedó y ayudó a participar de la Eucaristía, fue la de que “… el domingo, día de descanso, el Señor nos invita a ir a su casa…”
    Compartes “La Iglesia es “santa” porque su Señor es santo, porque estamos sostenidos por la gracia del Espíritu Santo, incluso cuando nosotros no respondemos con coherencia”. Gracias . Poder ir viendo la realidad, por dura que sea, en positividad, ayuda a vivir los caminos de la fe con confianza.
    En medio de nuestras oscuridades ayuda muchísimo el saber encontrar o poner donde no los haya, pequeños “puntos de luz” (coincidimos en esta idea). Y añades: “Cuando muchas pequeñas luces se juntan, entonces la noche se vuelve día. Por eso necesitamos tomar conciencia de la dimensión comunitaria de nuestra fe.” Es necesario salir de nuestro YO y buscar la luz donde la haya y donde no la haya saber llevar este puntito de luz.
    Gracias por toda la fuerza que nos transmites desde “la casa de la Madre” que nos ayuda a participar de este mensaje esperanzador.
    Y acabas con un deseo: “el amor de Dios es siempre más fuerte que el mal del mundo. Esto me llena de esperanza. Me da fuerzas para regresar a casa agradecido y confiado. Espero que también con vosotros suceda lo mismo.”… Tus mensajes de estos días han tenido esta fuerza de aportar “esperanza”.
    Un fuerte abrazo también para ti Gonzalo.

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  2. Solo puedo agradecerle su compartir del sumposio y comentarios iluminadores y de confianza a Dios y a nuestra Madre que siempre cuida y guarda de nosotros. Todos somos llamados a ser hijos de luz y esperanza desde nuestra pequeñez.
    Bendiciones padre y buen viaje.

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