“Un signo de esperanza en esta crisis es el protagonismo de las mujeres. Las mujeres han sido las más afectadas y las más resilientes en esta crisis. Son las que tienden a trabajar en los sectores más afectados por la pandemia —a nivel mundial, alrededor del setenta por ciento de los que trabajan en la salud son mujeres—, pero también son las que, por su participación en el sector informal o no remunerado, sufren el impacto económico más fuerte.
Los países con
mujeres como presidentas o primeras ministras reaccionaron, en términos
generales, mejor y más rápido que otros a la pandemia, tomando decisiones con
celeridad y comunicándolas con empatía.
¿Qué nos invita a pensar este signo? ¿Qué nos puede estar diciendo el Espíritu? Pienso en la fortaleza de las mujeres en el Evangelio después de la muerte de Jesús. No se dejaron paralizar por la tragedia, ni trataron de huir. Por amor al Maestro, fueron al sepulcro para ungirlo.
Como tantas mujeres en esta pandemia, fueron capaces de asumir la vida como venía, de superar los obstáculos que la situación les imponía y mantener viva la esperanza en sus familias y en la comunidad. Por eso fueron las primeras en recibir el anuncio desbordante: «No está aquí, ha resucitado» (Mateo 28, 6). Fue a las mujeres a quienes el Señor primero anunció la Vida Nueva, porque estaban presentes, atentas y abiertas a una nueva posibilidad”
(Papa Francisco, Soñemos
juntos. Conversaciones con Austen Ivereigh, Plaza & Janés, Barcelona 2020,
65).
La segunda cita se refiere a la perspectiva que aportan las mujeres a la hora de imaginar una economía al servicio de las personas y no solo en función del beneficio material.
En particular, pienso en mujeres economistas cuya mirada innovadora resulta especialmente oportuna para esta crisis. Su llamado a una reestructuración de los patrones que usamos para gestionar la economía está captando la atención. Su perspectiva nace de su experiencia práctica de la economía «real», que según ellas les ha abierto los ojos a lo inadecuado de las teorías económicas corrientes.
A menudo fue su trabajo informal o no remunerado, su experiencia de la maternidad o su gestión del hogar —además de su trabajo académico de alto nivel— lo que las hizo caer en la cuenta de las fallas de los modelos económicos dominantes en los últimos setenta años”
(Papa Francisco, Soñemos juntos. Conversaciones con Austen Ivereigh, Barcelona 2020, 66).
Aprovecho la entrada de hoy para mandar un saludo afectuoso a todas mis amigas, en especial a las que leen habitualmente este blog. Con sus observaciones atinadas me han hecho comprender mejor por dónde soplan hoy los vientos del Espíritu. Les estoy muy agradecido. ¡Feliz día!
Hola Gonzalo: Muchas gracias¡¡¡¡¡y gracias por compartir las citas del Papa Francisco. Reconozco que es un día que casi hasta me molesta, pero también es porque nosotros estamos en un país privilegiado y creo que casi en total igualdad, pero en muchísimas partes del mundo hay que seguir educando y buscando ya no sólo igualdad, sino que tengan libertad. Un abrazo y gracias. María
ResponderEliminarQuisiera dar visibilidad a estas mujeres que, en el silencio de sus vidas, están “al pie del cañón”… Esta mujer que a sus 85 años hace la comida y se la lleva a una vecina que se ha contagiado y se la lleva con una palabra de consuelo… A esta madre que, en su casa está confinada siempre, cuidando de su hija con parálisis que precisa de una persona constantemente… A otra mujer que soporta, en silencio, los maltratos de palabra y físicos de su hijo que ha caído en la droga… Y así, tantas y tantas mujeres que nunca saldrán en los periódicos pero que son ejemplo de humildad, de fuerza, de compromiso, de lealtad…
ResponderEliminarGracias a todas ellas que sin salir en los periódicos van construyendo la vida de los suyos y del vecindario. Nos hacen un poco más solidarias y sensibles a todos los problemas que se generan en nuestro alrededor.
También gracias a ti Gonzalo, porque con tus reflexiones, hemos comprendido por dónde va el Espíritu en nuestras vidas. Nos complementamos. Un abrazo.
Yo por mi parte, un día como hoy me causa consternación. La experiencia de los últimos dos años me ha hecho decidir no felicitar a las mujeres en general, porque 1) Unas se ofenden por la felicitación, 2) Otras se ofenden si no las felicitas, 3) Otras lo celebran románticamente lejos de las causas que le dieron origen, y 4) Otras "invisibilizadas" en la sociedad de la imagen (ancianas, enfermas, etc) ni se enteran que hoy es "su día". Para mí que soy varón, confieso que me confunde y se hace dificil generalizar una felicitación en este día.
ResponderEliminarhttps://youtu.be/KhETg94CZ7A
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