Hoy se celebra la
memoria de santo
Tomás de Aquino. En realidad, la fecha de su muerte fue el 7 de marzo
de 1274. Murió en la abadía de Fossanova cuando, invitado por el papa Gregorio,
se dirigía a Lyon para participar en el II Concilio. Su fiesta se celebra el 28
de enero porque tal día como hoy, en 1369, sus restos mortales fueron
trasladados a Tolosa de Languedoc (Toulouse) donde actualmente reposan. Tomás
de Aquino no
fue un hombre de un solo libro, sino un profundo investigador del alma
humana y del misterio divino, acuciado por las grandes preguntas (filosofía),
pero, sobre todo, enamorado de las grandes respuestas (teología). No sé cómo hubiera podido afrontar el clima cultural e intelectual de hoy. Me
imagino que, de igual modo que abrazó el aristotelismo y le dio la vuelta
(aunque también quedó atrapado por él), hoy hubiera tomado muy en serio la teoría
de la relatividad y todas sus consecuencias científicas y filosóficas. Su gran
pasión fue hacer dialogar la fe y la razón para ver que no puede haber una incompatibilidad
radical entre ambas porque ambas tienen su origen en Dios.
Mientras evoco la
figura de este santo filósofo y teólogo, leo que la
religión ya no significa nada para casi la mitad de los jóvenes
españoles. Según el sociólogo Juan González-Anleo, “España se haya inmersa
en una cuarta ola de secularización, que relegará a los católicos, practicantes
y poco practicantes, a una minoría”. Lo sostiene a partir del informe Jóvenes
españoles 2021. Ser jóvenes en tiempo de pandemia.
Si hablamos de
cuarta ola es porque antes ha habido otras tres. La primera ola
coincidiría con el principio del siglo XX. Se prolongó hasta los años 30, con
el anticlericalismo que acabó explotando violentamente en la Guerra Civil
española. La segunda ola tendría lugar en los años 60, con la llegada
del desarrollo industrial y del bienestar económico. La tercera habría
tenido lugar entre 1999 y 2005 en la que los católicos (de los más practicantes
a los menos) se reducirían bruscamente en un 18%. La principal característica de
esta tercera ola es haber “expulsado” el cristianismo de las raíces culturales
de España. Del estudio de la Fundación SM se extraen algunas conclusiones que
transcribo:
Para casi el 50 %
de los jóvenes españoles, la religión no tiene ninguna importancia en sus
vidas. Los jóvenes para quienes la religión es muy importante han pasado del
8,3 % al 5,9% en apenas cuatro años. El porcentaje de ateos aumenta algo, pero
no en tanta proporción.
Por primera vez
en España, los jóvenes católicos muy practicantes son más hombres que mujeres.
Un dato sin precedentes, pues hasta ahora las mujeres adelantaban a los hombres
en cuanto a práctica religiosa.
Y también por
primera vez, empiezan a arraigarse creencias espirituales extrañas al
pensamiento cristiano, como el karma, la magia o las energías curativas, que
hasta ahora no habían tenido mucha penetración entre los jóvenes, incluso entre
los que se profesan católicos.
¿Cómo abordaría
Tomás de Aquino un diálogo cultural con los jóvenes españoles y europeos de
hoy? Creo que, como buen intelectual, comenzaría escuchando a fondo sus
preguntas e inquietudes. No se apresuraría a dar respuestas prefabricadas. Pero
tampoco dejaría el diálogo a medias. No se limitaría a un intercambio de experiencias,
a una compartición de sentimientos y anhelos. Tomaría sus preguntas en serio y
las llevaría hasta el final siguiendo una lógica rigurosa. Si es verdad que los
jóvenes de hoy son menos religiosos y más espirituales, partiría de ese anhelo
espiritual y exploraría a fondo lo que implica, sin quedarse a mitad de camino.
Mostraría que no puede haber apertura a una realidad superior si no hay un fundamento
objetivo que la sostenga. Haría ver que ese fundamento objetivo es lo que las
religiones llaman Dios. Conectaría con la revelación de Jesús de Nazaret que
nos ayuda a comprender que ese Dios no es un principio abstracto, no es el mero
Ipsum esse subsistens (el que existe por sí mismo), sino que es Abbá,
un padre que ama a los seres humanos hasta el punto de entrar en comunión con
ellos. En otras palabras, no sucumbiría a la tentación de subjetivismo, verbalismo y
emotivismo que caracteriza a la cultura actual.
Tomaría muy en serio la
racionalidad humana y la llevaría al límite, en diálogo con la ciencia y la filosofía. No haría de los jóvenes eternas marionetas,
sino que los confrontaría para que asumiesen con responsabilidad el destino de
sus vidas. No se quejaría de los malos tiempos que nos toca vivir, sino que
buscaría soluciones a los problemas. No echaría la culpa de nuestros males a
los científicos, políticos, economistas o eclesiásticos. Instaría a que cada
uno asumiéramos nuestros compromisos ciudadanos como adultos, sin buscar
constantemente chivos expiatorios. Este rigor intelectual y ético no estaría
despegado de una gran sensibilidad poética y estética, como la que él mismo
demostró componiendo algunos de los cantos más hermosos que todavía hoy
seguimos cantando en la Iglesia católica (como, por ejemplo, el Pange lingua o el
Adoro te devote).
Me parece que un santo de la talla de Tomás de Aquino nos está diciendo que
otra pastoral juvenil es posible.
Felicito al autor o autora de esta síntesis tan bien lograda sobre Santo Tomás de Aquino. El hecho de que su profesor San Alberto Magno pidiera ser enterrado a sus pies, dice mucho de la estima y admiración en que le tenía. Admiro a este santo desde mis tiempos de Bachiller. El director del Instituto se llamaba Tomás y además de tener fiesta el 7 de marzo, nos hablaba mucho de él. Es una persona extraordinariamente dotada que hizo rendir a sus "talentos" al máximo. De una vida espiritual altísima hasta el punto de decir, después de una comunicación del Señor, que todo lo que había escrito era "paja". Se entiende comparado con lo que se le había permitido saborear, experimentar acerca de Dios. Cada día oro con el "Adorote devote latens Deitas ..."
Desde mi perspectiva, atisbo que aumenta la cultura de una generación cuyos referentes de sentido radican cada vez menos en la FE y la RAZÓN. Se va diluyendo a pasos agigantados aquel "relato" tradicional que trasmitía la FE como referente vital de generaciones. Pero lo que me parece está ocurriendo hoy, y es aún más grave, es que no solo la FE perdió carta de ciudadanía, sino que también la RAZÓN (la ciencia), a quien endiosaron los ateos y agnósticos décadas atrás, hoy incluso va dejando de ser también ese referente único de sentido. Si en el pasado reciente el gran problema era cómo superar la dicotomía entre FE y RAZON, hoy, según mi opinión, el problema es cómo salvar ambas, pues ambas son sometidas al descrédito total. Siento que hemos pasado en pocos años de ser generación "sólida" a generación "líquida", para convertirnos en generación “gaseosa” o “evaporada”. Y si ni la FE ni la RAZÓN son ya de fiar… ¿qué nos queda? ¿En qué podemos apoyar una propuesta de sentido y de vida para esta generación? ¿en qué VERDAD nos apoyamos? O de otra forma, ¿dónde descubrir hoy ese apoyo atractivo e irresistible que llene de sentido a las generaciones venideras? Por ejemplo, cuando a los jóvenes hoy se les adoctrina sistemáticamente a dudar de la ética de una "ley natural", y la biología es solo un mero accidente de la identidad personal, y la libertad es la realización de todos mis deseos, y la "fe-Iglesia" es una dictadura sobre la autonomía de las conciencias, puedo inferir que esta generación sea blanco fácil de la manipulación ideológica que de hecho promueven y manipulan los líderes supranacionales con agendas concretas para el crecimiento de su pretendido poder hegemónico de tipo político y económico de alcance mundial. Y a pesar de todo esto, y por todo ello también, es que me reafirmo en que la propuesta cristiana tiene y tendrá cada vez más una relevancia vital como respuesta a la búsqueda de sentido y de espiritualidad que viven los jóvenes. Eso sí, la propuesta cristiana que debemos ofrecer a través de la Pastoral Juvenil, no deberá privilegiar la comunicación de argumentos, sino el TESTIMONIO ALEGRE de auténticos cristianos que han creído en JESUS, y en su propuesta de Amor Oblativo, que nos invitó a vivir en dos principios fundamentales: 1) La vida es un DON, y su plenitud está en donarla absolutamente. 2) Los demás no son problema, son solución, pues somos esencialmente hermanos. Creo que hoy urge una Pastoral Juvenil llevada no por simples por estrategas, sino por TESTIGOS fascinados por Jesús. Y aunque siempre ha sido así, hoy más que nunca, la FE habrá de trasmitirse por ese CONTAGIO que generan las vidas de todos los que nos atrevamos a vivir de manera sencilla, alegre, feliz, un verdadero discipulado, que no teoricen demasiado, sino que verifiquen el AMOR de DIOS con amor eficaz, solidario, generoso, compasivo, fraterno, como amigos de Jesús.
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Felicito al autor o autora de esta síntesis tan bien lograda sobre Santo Tomás de Aquino. El hecho de que su profesor San Alberto Magno pidiera ser enterrado a sus pies, dice mucho de la estima y admiración en que le tenía. Admiro a este santo desde mis tiempos de Bachiller. El director del Instituto se llamaba Tomás y además de tener fiesta el 7 de marzo, nos hablaba mucho de él. Es una persona extraordinariamente dotada que hizo rendir a sus "talentos" al máximo. De una vida espiritual altísima hasta el punto de decir, después de una comunicación del Señor, que todo lo que había escrito era "paja". Se entiende comparado con lo que se le había permitido saborear, experimentar acerca de Dios. Cada día oro con el "Adorote devote latens Deitas ..."
ResponderEliminarDesde mi perspectiva, atisbo que aumenta la cultura de una generación cuyos referentes de sentido radican cada vez menos en la FE y la RAZÓN. Se va diluyendo a pasos agigantados aquel "relato" tradicional que trasmitía la FE como referente vital de generaciones. Pero lo que me parece está ocurriendo hoy, y es aún más grave, es que no solo la FE perdió carta de ciudadanía, sino que también la RAZÓN (la ciencia), a quien endiosaron los ateos y agnósticos décadas atrás, hoy incluso va dejando de ser también ese referente único de sentido. Si en el pasado reciente el gran problema era cómo superar la dicotomía entre FE y RAZON, hoy, según mi opinión, el problema es cómo salvar ambas, pues ambas son sometidas al descrédito total. Siento que hemos pasado en pocos años de ser generación "sólida" a generación "líquida", para convertirnos en generación “gaseosa” o “evaporada”. Y si ni la FE ni la RAZÓN son ya de fiar… ¿qué nos queda? ¿En qué podemos apoyar una propuesta de sentido y de vida para esta generación? ¿en qué VERDAD nos apoyamos? O de otra forma, ¿dónde descubrir hoy ese apoyo atractivo e irresistible que llene de sentido a las generaciones venideras? Por ejemplo, cuando a los jóvenes hoy se les adoctrina sistemáticamente a dudar de la ética de una "ley natural", y la biología es solo un mero accidente de la identidad personal, y la libertad es la realización de todos mis deseos, y la "fe-Iglesia" es una dictadura sobre la autonomía de las conciencias, puedo inferir que esta generación sea blanco fácil de la manipulación ideológica que de hecho promueven y manipulan los líderes supranacionales con agendas concretas para el crecimiento de su pretendido poder hegemónico de tipo político y económico de alcance mundial. Y a pesar de todo esto, y por todo ello también, es que me reafirmo en que la propuesta cristiana tiene y tendrá cada vez más una relevancia vital como respuesta a la búsqueda de sentido y de espiritualidad que viven los jóvenes. Eso sí, la propuesta cristiana que debemos ofrecer a través de la Pastoral Juvenil, no deberá privilegiar la comunicación de argumentos, sino el TESTIMONIO ALEGRE de auténticos cristianos que han creído en JESUS, y en su propuesta de Amor Oblativo, que nos invitó a vivir en dos principios fundamentales: 1) La vida es un DON, y su plenitud está en donarla absolutamente. 2) Los demás no son problema, son solución, pues somos esencialmente hermanos. Creo que hoy urge una Pastoral Juvenil llevada no por simples por estrategas, sino por TESTIGOS fascinados por Jesús. Y aunque siempre ha sido así, hoy más que nunca, la FE habrá de trasmitirse por ese CONTAGIO que generan las vidas de todos los que nos atrevamos a vivir de manera sencilla, alegre, feliz, un verdadero discipulado, que no teoricen demasiado, sino que verifiquen el AMOR de DIOS con amor eficaz, solidario, generoso, compasivo, fraterno, como amigos de Jesús.
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