El próximo sábado
se cumplirán 150 años de la muerte de san Antonio María Claret. Con este motivo,
hacía tiempo que habíamos preparado un plan. 2020 era un año redondo, tan
redondo que nos ha enrrollado en su círculo. Algunas de las actividades
previstas han tenido que anularse; otras se han realizado online, como los
Ejercicios Espirituales que tuvimos el pasado mes de julio. Se ha conseguido terminar
la película sobre su vida, que ya he tenido la oportunidad de ver en un pase
privado. El estreno oficial será, si no surgen nuevas contrariedades, a
primeros de diciembre. Tiempo habrá de volver sobre una obra que espero guste a
los espectadores y les acerque una figura bastante desconocida. El día 24 se
presentará en la Casa sul Pozzo,
en Lecco, Italia, un libro escrito por el laico italiano Alberto Guasco. Se
titula Claret Antonio Maria. El joven historiador sitúa con
acierto la figura de Claret en el contexto de la historia española y europea
del siglo XIX. Disfruté leyendo el original. Me pidieron que escribiera un epílogo
de 20 páginas − cosa que hice con gusto – en el que se contara algo de la “intrahistoria” de este personaje. En Italia
hay varios Antonios que son santos conocidos: Antonio Abad, Antonio de Padua,
Antonio Maria Zaccaria, Antonio Maria Gianelli, Antonio Maria Pucci… Pocos conocen a Antonio María Claret. Es una oportunidad
de dar a conocer la historia de un santo que, aunque nacido fuera de Italia, visitó tres veces el país y hablaba su lengua.
Para los días 23 y 24
habíamos programado una vigilia de oración, un acto cultural y una Eucaristía
solemne junto al sepulcro que conserva sus restos en el templo de Vic. Los
actos se van a realizar, pero con una mínima participación física debido a las
restricciones impuestas por las autoridades sanitarias. Por eso, todos serán
retransmitidos por Internet para facilitar que puedan unirse a ellos los
miembros de la Familia Claretiana dispersos por todo el mundo. La pandemia nos
está obligando a cambiar muchas cosas, entre otras, las formas de celebrar y
comunicar. No dudo de que Internet es la gran plaza global, pero ninguna
retransmisión puede sustituir a la experiencia de encontrarse con otras
personas, saludarse con un abrazo, cantar juntos, escuchar la Palabra, recibir
el Cuerpo del Señor y compartir una buena comida festiva. Quizá tengamos que
profundizar en aquellas palabras de Jesús cuando nos decía que la verdadera
adoración a Dios no está circunscrita a un lugar o a unos ritos, sino que se dará
“en espíritu y verdad”. El Señor sabrá sacar partido de todo lo que
sucede. Sus planes, ciertamente, no son los nuestros. Lo sabíamos antes, pero
la pandemia nos lo ha demostrado con creces.
El hecho de tener que suprimir
o modificar lo programado, la incertidumbre de no saber hasta última hora qué
se puede hacer o no, la reducción drástica de la presencia física, el
incremento de la producción digital… nos están obligando a una gran flexibilidad
mental y emocional. Creo que las personas rígidas pueden sentirse completamente
desorientadas. Nosotros, educados en una cultura a la que le gusta programar todo
con detalle a corto, medio y largo plazo, tenemos que ir haciendo las cosas al
ritmo de los acontecimientos. Ahora comprendemos mejor algunas palabras de
Jesus que en tiempos de bonanza no solemos tomar demasiado en serio: “No os
agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le
basta su desgracia” (Mt 6,34). Es una invitación a dejar en manos de Dios
el curso de la historia y a concentrarnos en el momento presente. También en el
Padrenuestro le pedimos a Dios que nos dé “el pan de cada día”, no un
cargamento para un mes o un año. Igual que la pandemia nos sorprendió sin previo
aviso y está alterando nuestro estilo de vida, puede desaparecer antes de que
los epidemiólogos se enteren. La historia nos ha mostrado hasta qué punto todo
es cambiante e impredecible. Los claretianos no habíamos programado celebrar el
150 aniversario de la muerte de nuestro Fundador como lo estamos haciendo, pero
queremos aprovechar las nuevas oportunidades que se presentan. Hoy comenzamos el triduo que nos prepara para la celebración de su fiesta.
Muchísimas gracias Gonzalo por acercarnos al carisma de Claret y por todo el trabajo realizado. Nos ayuda a estar unidos en la distancia.
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