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jueves, 16 de julio de 2020

Una visita muy real

Ayer, mi pueblo natal recibió la visita de los reyes de España Felipe y Letizia. Fueron solo un par de horas, pero, a juzgar por algunos testimonios y las fotos y vídeos que he visto, mis paisanos disfrutaron. Es obvio que una visita de este tipo, por muy real que sea, no cambia la vida de un pequeño pueblo de montaña. Los reyes modernos no vienen cargados de regalos como los reyes magos. No tienen un cetro mágico para cambiar todo cuanto tocan. Pero las visitas tienen significados diversos según el contexto y la oportunidad. En estos tiempos de pandemia, mi pueblo natal se vio afectado por el virus. Murieron varias personas. La visita de los reyes es un recordatorio de ese mal trago y, sobre todo, una inyección de esperanza. La vida sigue. 

Aterrizaron con su helicóptero en el campo de fútbol que hay junto al río Duero, se desplazaron en coche hasta el centro del pueblo, se reunieron en el colegio local con algunas personas para hablar de los problemas causados por la despoblación y luego, tras recorrer varias calles a pie, tuvieron una breve tertulia con seis personas mayores elegidas por sorteo. El lugar escogido no fue la sala de plenos del ayuntamiento, uno de los hoteles del pueblo o cualquier otro edificio de abolengo. No, se reunieron al aire libre, en La Plazuela, que, como su mismo nombre indica, es una pequeña plaza en la que está el rollo. A diferencia de las picotas que son elementos de castigo o de exposición de malhechores, el rollo se erige exclusivamente en las poblaciones declaradas “villas”. Representa la categoría administrativa del lugar. Este es el caso del rollo de Vinuesa, que conmemora los privilegios concedidos por el rey Carlos IV en 1774.

Es sugestiva la estampa de los reyes sentados en bancos de madera junto a cuatro hombres y dos mujeres entrados en años. Varios sobrepasan los 80. Acostumbrados a ver a Felipe y Letizia en reuniones formales con políticos, empresarios o gentes del mundo de la ciencia y el arte, sorprende encontrarlos con ropa informal departiendo animadamente con media docena de ancianos. Hubiera sido deseable que se hubieran acercado también a la residencia de mayores que está apenas a 50 metros de La Plazuela, dado que fue el lugar más castigado por la pandemia, pero por alguna razón que ignoro (quizás por estrategia y seguridad) no lo hicieron. Sé que los ancianos se quedaron un poco frustrados. Tampoco sé el contenido exacto de la conversación con el grupo de los seis (una especie de G-6 visontino), aunque algo se oye en el vídeo que acompaña la entrada de hoy. La charla es espontánea.

Imagino que para todos ellos ayer fue un día “histórico”. Todos han vivido muchas cosas más importantes que ese encuentro con los reyes, pero la vida no se compone solo de hechos trascendentes, sino también de hechos anecdóticos que tienen una fuerte carga simbólica. ¡Qué duda cabe que la tertulia de ayer junto al rollo de La Plazuela pertenece a esta categoría! Las imágenes permanecerán en su memoria. El rey Felipe recordó que cuando tenía 9 años (por tanto, en 1977) había hecho una excursión a Vinuesa desde el cercano recinto de “Las Cabañas” donde había pasado algunos días de campamento veraniego. Me acuerdo bien de aquella visita. 

Supongo que a la mayoría de los lectores del Rincón les importa muy poco el tema de hoy. Pido disculpas. Si lo traigo a colación, no es para entrar en el debate monarquía-república o para criticar si estas rápidas visitas reales son eficaces o solo una operación de imagen, sino porque para la mayoría de mis paisanos representó una jornada histórica, un gesto que rompió la monotonía y preocupación de los largos meses del confinamiento. Quizá no hay que buscar más significados. Pero en esa simplicidad se percibe algo que nuestra sociedad productivista tiene a olvidar. Los seres humanos necesitamos comida, vivienda, educación, trabajo, atención sanitaria y otras muchas cosas. Pero también precisamos algunos momentos simbólicos que nos introduzcan en otra dimensión, que rompan la rutina diaria. Que un pueblo pequeño se eche a la calle, enarbole banderas, aplauda y converse con el jefe del Estado pertenece a esta categoría de momentos simbólicos. Y, como tal, hay que celebrarlo. 



4 comentarios:

  1. Muy acertado el comentario y muy acorde con lo vivido. Una gran cercanía de los Reyes con el pueblo sencillo y alegre de tener a la personalización de la Jefatura del Estado de España. No hay muchos monárquicos ni tampoco muchos republicanos; las encuestas dicen que el 99% de los españoles estamos muy cómodos con esta jefatura del estado.
    Viva Vinuesa y viva España y vivan los Reyes!!!

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  2. Pues a los amigos del Rincón, por lo menos a mi, sí que me importa... Me ha gustado conocer tu pueblo y tu gente.
    Desde ahora, cuando nos cuentes de Vinuesa ya nos imaginaremos las calles, la plaza, la iglesia que ya también nos has enseñado alguna otra vez... Entre amigos lo que hace feliz a uno, los demás también participan de ello... Gracias Gonzalo.

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  3. A mí me gustó mucho, se me antojo conocer Vinuesa!!

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