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domingo, 3 de mayo de 2020

La puerta de la vida

Desde niños aprendimos que el IV Domingo de Pascua era el domingo del Buen Pastor. La imagen es sugestiva, fuertemente bíblica, pero muy alejada de los iconos modernos de la cultura urbana y digital. Hoy no es fácil percibir su fuerza. En cada uno de los tres ciclos del año litúrgico se nos propone un pasaje del capítulo 10 del evangelio de San Juan en el que, efectivamente, se habla de Jesús como buen pastor, pero las cosas no son tan claras. 

Este año (ciclo A) leemos la primera parte de este capítulo (vv. 1-10). En realidad, esta parte menciona de pasada el tema de Jesús como pastor, pero no lo desarrolla. Se centra, más bien, en la imagen de la puerta (v. 7) y se utilizan otras imágenes como el aprisco (aulé en griego; este mismo término se utiliza también para denominar al atrio del templo), los ladrones, los bandidos, el guardián y los extraños. Meditando este pasaje a la luz de lo que estamos viviendo en los últimos meses, se me ocurren siete breves apuntes:
  • Jesús es un pastor que trata a cada una de las ovejas que lo siguen (es decir, a nosotros) por su nombre, una a una, respetando su singularidad. Por desgracia, en la vida social (y a veces también en la eclesial) estamos acostumbrados a ser tratados de manera impersonal, como una categoría o un número. Somos contribuyentes, ciudadanos, parroquianos, pacientes. Y en estos tiempos de pandemia podemos ser contagiados, curados o muertos
  • Jesús siente compasión hacia las personas que caminan desorientadas “porque son como ovejas sin pastor”. No pasa por alto ni se da media vuelta. Las acomoda sobre la “hierba verde” y les proporciona en abundancia el pan y el alimento de su palabra (cf. Mc 6,34-44). La indiferencia es lo más contrario al espíritu compasivo de Jesús. Él sigue muy atento a nuestras necesidades actuales porque también hoy la pandemia ha agudizado nuestra confusión.
  • Jesús es un pastor con una voz tan nítida y potente que es “escuchada” y “reconocida”, incluso en medio de los ruidos de la sociedad actual. Podemos no verlo, pero es imposible sustraerse a la fascinación de su voz, de su palabra.
  • Jesús es “la puerta” del aprisco de la Iglesia y la humanidad. Como los antiguos pastores de Palestina, él se coloca a la entrada, deja pasar a los de casa e impide la entrada a los extraños. Las ovejas pueden salir y entrar según sus necesidades. Los “ladrones” (es decir, los jefes religiosos que se aprovechan de la religión en beneficio propio) y los “bandidos” (los revolucionarios que hacen una política sin escrúpulos) no pueden pasar.
  • Jesús es una puerta estrecha porque “ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella” (Mt 7,13). Pero no se trata de la estrechez de los avaros o los tacaños, sino la de quien sabe que hay que hacerse pequeño para disfrutar de la vida de Dios.
  • Jesús es, ante todo, portador de vida en abundancia porque él mismo es la vida. Frente al robar, matar y destruir (los verbos de los ladrones y bandidos), él quiere que todos los seres humanos vivan con la dignidad de hijos e hijas de Dios.
  • Jesús nos proporciona el alimento que necesitamos para poder vivir. Él es el pan de la vida. Como cantamos en el salmo responsorial de hoy: “El Señor es mi pastor, nada me falta: / en verdes praderas me hace recostar; / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas” (Salmo 23).

La Iglesia celebra en este domingo, como es tradicional, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Este año alcanza su 57 edición. Con este motivo, el papa Francisco nos dirige un mensaje titulado: "Las palabras de la vocación". Estas palabras son: gratitud, valentía, fatiga y alabanza. El mensaje termina así: “Particularmente en esta Jornada, como también en la acción pastoral ordinaria de nuestras comunidades, deseo que la Iglesia recorra este camino al servicio de las vocaciones abriendo brechas en el corazón de los fieles, para que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida, encontrar la valentía de decirle “sí”, vencer la fatiga con la fe en Cristo y, finalmente, ofrecer la propia vida como un cántico de alabanza a Dios, a los hermanos y al mundo entero. Que la Virgen María nos acompañe e interceda por nosotros 



En un día como hoy, oremos de manera especial por todos los que trabajan en este ministerio de la pastoral vocacional en la Iglesia

En algunos países, como España, hoy se celebra también el Día de la Madre. En otros países (como Italia, por ejemplo) será el próximo domingo. Más allá de las fechas, quiero aprovechar esta ocasión para felicitar de todo corazón a las muchas lectoras de este Rincón que son madres y, de manera muy especial, a mi anciana madre. En estos meses de pandemia he orado mucho por su salud y he agradecido a Dios su generosidad. Las madres de los misioneros multiplican hasta el infinito la generosidad de toda madre. Tanto amor no pùede quedar infecundo. A Dios nadie le gana en generosidad. Solo él sabe recompensar con creces el mucho amor ofrecido.



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