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martes, 3 de marzo de 2020

Pensamientos deshilachados

Poco a poco voy dominando el arte de conducir una silla de ruedas manual. Es el único ejercicio que puedo hacer en tiempo de reposo forzado. Participo en las reuniones del gobierno general, pero se me hacen interminables. No hay duda de que la virtud cuaresmal de este año será la paciencia. No deja de ser necesaria en tiempos de tanta aceleración como los nuestros.

Desde la escasa movilidad de una silla de ruedas sigo sin entender el ruido mediático en torno al famoso coronavirus. Solo fuertes intereses económicos pueden explicar tamaña desmesura. No quiero contribuir a engordarla con más reflexiones. Abundan demasiado en Internet, incluida la que ha hecho Antonio Spadaro, el director de la famosa revista La Civiltà Cattolica y que lleva por título La política del Coronavirus: activar los anticuerpos del Catolicismo.

El pasado día 1 murió Ernesto Cardenal, discípulo de mi admirado Thomas Merton y poeta de la revolución sandinista. No lo conozco suficientemente como para glosar su figura y mucho menos para esbozar una crítica. 95 años de vida compleja dan para más que la foto en la que Juan Pablo II, durante su visita a Nicaragua, le recrimina que forme parte del gobierno sandinista. Me gusta, por ejemplo, su reinterpretación del salmo 1:
Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido
ni asiste a sus mítines
ni se sienta a la mesa con los gánsteres
ni con los Generales en el Consejo de Guerra.
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio.
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans.
Será como un árbol plantado junto a una fuente.
La Cuaresma sigue su curso. Internet está saturado de propuestas para vivirla con más intensidad. Quizá lo más saludable es no perder demasiado tiempo en explorarlas. Cada uno sabemos de qué pie cojeamos. Basta ponerse delante de Jesús, contarle lo que nos pasa y sostener con calma su mirada. En ese diálogo visual suceden muchas cosas. Nos conocemos más y lo conocemos más. Hay una trasfusión de vida. Hacer de este diálogo una práctica diaria nos va cambiando más que todos los esfuerzos voluntaristas por ser mejores. La transformación personal no es tanto un cambio ético cuanto una revolución espiritual. Si nos vamos pareciendo a él, tendremos sus mismos sentimientos. Poco a poco, actuaremos como él. Aceptar con calma nuestra fragilidad será uno de los primeros signos de ese cambio. Solo se transforma lo que se acepta. Es verdad que hay que estar con un ojo pendiente de lo que pasa alrededor, pero no pasa nada si en Cuaresma dirigimos el otro ojo a nuestro interior. Cultivar la interioridad en tiempos de tantos estímulos externos es imprescindible para sobrevivir.

1 comentario:

  1. Sí, Gonzalo, la curación y la recuperación pasan por la paciencia. Cuidate mucho.
    El Señor nos sorprende pidiéndonos lo que no programamos.
    Gracias por todos los mensajes de hoy... Yo me quedo con la idea que das de que con un diálogo "visual" con Jesús hay una transfusión de vida.
    Y por otra parte cuando escribes: "Solo se transforma lo que se acepta".

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