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martes, 31 de diciembre de 2019

Dejo el 2019 en sus manos

Cuando tecleo esta entrada, en Australia ya han comenzado el 2020. Como todos los años, las televisiones y los periódicos digitales se encargan de pasarnos las imágenes de las sucesivas celebraciones del nuevo año. Aquí en Fátima todavía estamos en 2019. No sé si estamos acabando una década y empezando otra o tenemos que esperar al 2021. La polémica se reabre periódicamente. Es ocasión de interminables –y quizás estériles– discusiones. Nosotros hemos llegado ya al ecuador del Capítulo de Fátima. Esta tarde se ha completado la elección del nuevo gobierno provincial, así que, con el nuevo año, podemos entrar en la etapa de la programación del sexenio. A año nuevo, programa nuevo. Aunque apenas dispongo de tiempo para otras actividades, no quisiera terminar el año 2019, con sus 290 entradas en el blog, sin agradeceros de corazón a todos los lectores vuestra constancia y vuestro apoyo. Saber que hay muchos lectores en casi todos los países del mundo (sobre todo, en España y América) constituye una responsabilidad, pero no me produce ninguna ansiedad, porque este blog no es una cátedra, sino, más bien, una tertulia digital entre amigos. Nació así, de manera informal, nada académica, y creo que así continúa. El hecho de que, fruto del blog, tuviéramos el pasado mes de febrero un retiro con algunos de los lectores y hayamos programados dos más para febrero de 2020, es un indicador positivo del interés que muchas personas tienen por compartir caminos de espiritualidad que respondan a sus búsquedas y les permitan situarse en esta sociedad compleja.

2019 ha sido un año de protestas en muchos lugares del mundo. Han crecido los movimientos xenófobos y racistas y los bloques políticos, pero, en realidad, cada uno de nosotros podemos elegir nuestra lectura del año que termina. Para mí, más allá de los muchos acontecimientos vividos, de los países visitados (España, Italia, Portugal, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia, India y Colombia) y de las personas encontradas, lo importante es dar gracias a Dios por el año que termina y, sobre todo, por los muchos signos visibles de su amor. ¿Cómo se pueden olvidar algunas conversaciones entrañables, cientos de eucaristías en compañía de gentes diversas, horas dedicadas a la contemplación, a la escucha y al trabajo? Es verdad que algunos momentos, considerados aisladamente, pueden resultar anodinos, pesados y hasta dolorosos, pero, contemplados en el conjunto de un año, forman parte de ese misterioso itinerario que todos vamos siguiendo hacia el encuentro definitivo con Dios. 2019 ha sido una etapa de ese camino. He aprendido más de lo que hubiera imaginado, he visto que las cosas se pueden hacer de otra manera y, sobre todo, he redescubierto la importancia de valorar a cada persona por lo que es, más allá de su estimación moral o de su reputación social. No hay ser humano indigno porque todos hemos sido queridos por Dios.

Siempre que escribo pienso, sobre todo, en los jóvenes en búsqueda. He conocido a gente extraordinaria, chicos y chicas con ganas de vivir de otra manera que no acaban de encontrar en la Iglesia una comunidad que los escuche, acoja y camine con ellos, que no los atosigue con respuestas inmediatas, que no les exija una rectitud moral para la que no han sido entrenados, que no se escandalice de sus preguntas y de su estilo de vida, que se deje cuestionar por sus críticas, que no se ponga nerviosa por sus maneras diferentes de enfocar los asuntos más controvertidos como la sexualidad, las nuevas formas familiares, la vida social y política y el futuro del planeta. Si el blog se mantiene vivo es porque mis principales interlocutores son siempre ellos, aunque intuyo que la mayoría de los lectores se sitúan en la franja entre los 40 y los 80 años; es decir, gente adulta que ha hecho ya su propio camino y que se acerca al blog buscando la confirmación de lo que ya piensan o quizá una pequeña inspiración que les permita seguir creciendo. A unos y a otros, una vez más, gracias por la aventura que hemos compartido en este año 2019. Que Dios nos siga iluminado a lo largo del año que está a punto de comenzar.


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