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sábado, 12 de octubre de 2019

María en tiempos de crisis

Sé que en esta jornada del 12 de octubre se celebran muchas cosas, pero para mí hoy es la Virgen de Pilar. Esta alegría la comparto con miles, millones de personas, incluyendo algunos amigos filipinos de Zamboanga. Con este trasfondo mariano, celebro también el décimo aniversario de la muerte de mi padre. Su recuerdo me acompaña todos los días como una presencia serena, suave, esperanzada. Diría que tanto la presencia de la Madre María como la de mi padre son presencias discretas, que no se imponen, que no exigen mucha atención, sino que están siempre ahí como el aire que respiro; por eso, son presencias reparadoras. Producen sosiego. Animan a vivir con paz, “guardando todo en el corazón”, sin ceder a las prisas que nos desequilibran, permitiendo que las respuestas a las preguntas no sean reacciones nerviosas, aceleradas, sino frutos de un discernimiento sereno. Mientras el mundo gira y gira, cada uno de nosotros encontramos el modo de no dejarnos arrollar por sus remolinos, de distinguir el oro de la ganga, de ponderar lo que realmente importa.

Me gusta mucho la leyenda que hay detrás de la advocación de la Virgen del Pilar. Es una hermosa historia que se remonta al año 40, solo diez años después de la muerte y resurrección de Jesús. Según una antigua tradición, el 2 de enero la Virgen María se apareció a Santiago Apóstol en la ciudad romana de Caesaraugusta, la actual Zaragoza. María llegó “en carne mortal” —por tanto, antes de su asunción— para consolar a un desanimado apóstol Santiago que no lograba convertir a los habitantes locales al Evangelio. Como prueba de su visita, la Virgen habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como “el Pilar”. La leyenda añade que Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una sencilla capilla de adobe a orillas del Ebro. Este testimonio es recogido por un manuscrito de 1297 de los Moralia, de san Gregorio Magno, que se custodia en el Archivo del Pilar. La fuerte devoción mariana comenzó en los albores del siglo XIII, cuando empezaron las primeras peregrinaciones a Santa María la Mayor. Ha llegado hasta hoy. Siempre me ha llamado la atención la hondura y fervor con que los aragoneses en general y los zaragozanos en particular viven su devoción a la Virgen Madre.

También hoy –como en los primeros tiempos de la Iglesia– hay evangelizadores desanimados. Consideran que ya hemos ensayado todo lo imaginable para llevar el Evangelio a esta sociedad secularizada y que no hay mucho más que hacer. Experimentan la tentación de tirar la toalla. Se sienten cansados y tristes, como el apóstol Santiago. Por todas partes ven signos de decadencia. La participación en las celebraciones es mínima, aumentan los que se declaran agnósticos o ateos, muchos científicos pregonan a los cuatro vientos que “no hay sitio para Dios en el universo”, algunos artistas tienen a gala provocar los sentimientos de los creyentes con representaciones burlonas del hecho religioso, la crisis de los abusos sexuales ha echado por tierra la credibilidad del clero, se abren paso legislaciones que favorecen el aborto y la eutanasia, crece la xenofobia y el rechazo de los inmigrantes, aumentan las críticas al papa Francisco por su “populismo inoperante”… En momentos así, cuando muchos solo ven nubes negras en el horizonte, cuando han perdido la alegría de la fe, necesitamos la visita de la Virgen “en carne mortal”, necesitamos un pilar en el que apoyarnos. En todas las épocas críticas de la multisecular historia de la Iglesia católica, la madre de Jesús ha sido la mujer que ha percibido nuestra falta de vino (es decir, de alegría, de sentido y de fiesta), se la ha presentado a Jesús y nos ha dicho con mucho amor: “Haced lo que él os diga”. Estoy convencido de que la fuerte devoción mariana de muchas personas que atraviesan crisis de fe es el mejor itinerario para llegar a Jesús y, a través de él, descubrir la presencia de Dios en nuestras vidas.


6 comentarios:

  1. Hola Gonzalo, te acompaño hoy en este recuerdo de aniversario de la muerte de tu padre... Me uno a tu oración por él y de acción de gracias por su vida...
    Escribes: ... necesitamos la visita de la Virgen “en carne mortal”, necesitamos un pilar en el que apoyarnos... Gracias, porque en estos momentos, por lo menos a mi, se me hace muy presente las veces que María ha sido para mi, este PILAR...
    Gracias... Un abrazo

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  2. Respetuoso y fraterno saludo! Con mucho gusto comparto su blog con familiares y amigos, les gusta mucho y lo agradecen.

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    Respuestas
    1. Me alegro de que pueda ayudar a algunas personas. Te mando un saludo fraterno desde Roma.

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  3. Es un respiro del alma que se conecta con su creador y con Marìa, siempre dispuesta, maestra, esclava, alcazar de amor para nosotros, que bien sentimos ese amor de madre, en tiempos de tribulaciòn mundial, de miedo, de incertidumbre; que bien se siente esa voz suave de madre que nos dice no tengas miedo.

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