Anoche recibí un guasap (¿o era WhatsApp?) de solo dos palabras: “¿Estás bien?”. Se ve que a
algunos de mis amigos se les hacía un poco extraño que no hubiera publicado
ninguna entrada en el blog en los dos últimos días. Estoy perfectamente, pero
saturado de trabajo y de encuentros. El blog puede esperar. No es mi prioridad.
Hoy, fiesta de san Mateo, vuelvo
a la carga. Este evangelista me resulta simpático porque –como todos los discípulos
de Jesús– rompe los esquemas. Está claro que Jesús llama a
los que quiere, no a quienes presentan un currículo impecable.
Precisamente el jueves por la tarde, paseando con unos primos míos por el centro
de Roma, me encontré con el Mateo más famoso de Italia. Se trata de Matteo Salvini,
milanés de 46 años, hasta hace pocos días figura fuerte del gobierno italiano. Vestía un pantalón vaquero y una camisa azul marino. Caminaba de la mano de una chica mucho más
joven que él. Detrás, a una distancia prudencial, lo seguían dos escoltas que
parecían sacados de un equipo de rugby. A pocos metros de donde nos topamos se sitúa el senado italiano (Palazzo Madama)
y la iglesia de san
Luis de los Franceses, que alberga el famoso cuadro de La
vocación de san Mateo pintado por Caravaggio. Recuerdo
esta anécdota porque me pareció una extraña coincidencia. Dos Mateos por el precio de uno.
Siempre me ha
llamado la atención que Jesús escogiera como colaboradores a personas que hoy
no hubieran pasado el filtro de selección en la mayor parte de nuestras instituciones
cristianas. Todos, por una razón u otra, presentaban contraindicaciones. Uno de
los pocos que tenía un perfil aceptable era el joven rico
al que Jesús invitó a seguirle (cf. Mc 10,17-30). Parecía un chico de buena
familia, cumplía los mandamientos desde niño, tenía intereses religiosos. Hubiera
sido un excelente discípulo de Jesús. Solo le faltaba un pequeño detalle: no estaba dispuesto a dejar su estilo de vida, permanecía
demasiado atado a sus bienes. O sea, que pretendía ganar la vida eterna, pero
sin arriesgar demasiado; en otras palabras, quería nadar y guardar la ropa. Se volvió triste a su casa. Jesús no busca
tanto a la gente buena, sino a la que necesita de su amor. Muchas veces, los “buenos”
están satisfechos con lo que son y tienen. Solo quieren un certificado de buena
conducta que les devuelva una imagen positiva de sí mismos. Jesús no los desprecia,
por supuesto, pero no constituyen su prioridad. Se lo dice claramente a los
fariseos: “No tienen necesidad de médico
los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia
quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a
los pecadores” (Mt 9,12-13).
Vivimos tiempos
extraños. Dentro y fuera de la Iglesia, está creciendo una especie de
puritanismo que, so capa de coherencia, acabará haciéndonos mucho mal. Hay un
puritanismo ecológico, un puritanismo alimenticio, un puritanismo moral y, por
supuesto, un puritanismo religioso. Quizá es la reacción lógica a los desmadres
de épocas anteriores. Pareciera que los seres humanos nunca logramos vivir de
manera equilibrada y sensata: o nos pasamos por un extremo o nos pasamos por
otro. A veces, los mismos que en una etapa de su vida han sido muy licenciosos,
luego se convierten en puritanos intransigentes. Y al revés, aunque este
segundo movimiento es menos frecuente.
La historia de Mateo es un claro ejemplo
de que lo que realmente importa no es tanto ser bueno o malo, cumplidor o
relajado, sino dejarse mirar por Jesús, aceptar su amistad y seguirlo. Los cambios se irán produciendo en el camino. Es más fácil
ser cumplidor que ser seguidor. En el primer caso, uno se confronta con una
serie de normas y preceptos; en el segundo, tiene que entrar en la dinámica de
una relación personal, ir detrás de Jesús y dejarse querer por él. Es otra
historia. Los cumplidores nos recuerdan que las normas tienen su importancia.
Los seguidores nos recuerdan que Jesús no busca a los que se cuelgan medallas
al cuello, sino a los que necesitan de su ayuda. Prefiero mil veces pertenecer
al segundo grupo.
Hola Gonzalo, también yo era de los que me preguntaba, ¿le pasará algo a Gonzalo? Me dí tiempo llegar al fin de semana... Pensé que tienes todo el derecho a "descansar"... Gracias por volver a estar ahí... A pesar de todas las dificultades, también yo, prefiero estar en el segundo grupo... Un abrazo
ResponderEliminarYo también me extrañaba y me reclamaban algunos el "alimento" diario que nos viene de El Rincón. Hoy me quedé tranquilo cuando en la farmacia me dijeron que había unos primos en Roma. Y sabiendo lo que te entregas a los "turistas" lo entendí todo. Pemsé que por San Mateo a lo mejor volvía y, en todo caso, como M Dolors esperaba que pasara el fin de semana.
ResponderEliminarGracias. Abrazos
Hola, nuevo en este mundo, también te echaba de menos a ti... Me alegro que te hayas atrevido a compartir... Gracias. Abrazos
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