Hay un villancico español del siglo XVI que reza así: “No
la debemos dormir la noche santa, / no la debemos dormir. / La Virgen a solas
piensa qué hará, / cuando al Rey de luz inmensa parirá. / No la debemos dormir
la noche santa, / no la debemos dormir, / no la debemos dormir”. Y otro
mucho más popular, famoso entre las familias españolas, que canta: “Esta noche es Nochebuena, / y mañana
Navidad, / saca la bota, María, / que me voy a emborrachar”. El misterio de
esta noche se juega entre estos dos polos: “no
la debemos dormir” y “me voy a
emborrachar”. Esta noche se juntarán en torno a la mesa familiar millones
de personas en todo el mundo. Algunos llevan deseando este encuentro desde hace
meses. Otros lo temen e inventan estrategias
para sobrevivir con el menor daño emocional posible. Unos se
emocionarán recordando el nacimiento de Jesús y completarán la cena familiar
con la Misa de Gallo. Otros reducirán todo a una cena copiosa, alguna
conversación subida de tono y una tendencia a la borrachera general. La cena de
esta noche tipifica las actitudes que los seres humanos adoptamos ante este
niño que nace. Para algunos, es solo el pequeño Yeshua
ben Yoseph, transformado en Mesías por Pablo de Tarso. Para otros, es
el Hijo de Dios hecho hombre entre nosotros. También aquí se despliega el mapa de
las mil opiniones.
En algún momento de
la noche (en casa o en la iglesia) se cantará Noche de Paz (Stille Nacht), ese sencillo villancico que
este año celebra su segundo
centenario. Fue estrenado en la iglesita de Oberndorf, una pequeña
aldea cerca de Salzburgo. Lo cantaron por primera vez en la noche del 24 de
diciembre de 1818 Joseph Mohr (1792-1848),
coadjutor de Salzburgo y autor de la letra, y Franz Xaver
Gruber (1786-1863), maestro y organista natural de la Alta Austria, compositor
de la música. Entonces nadie pudo imaginar que iba a convertirse en la canción de Navidad más famosa del mundo, hasta el punto de ser declarada Patrimonio de
la Humanidad por la UNESCO. Quienes se inclinan por la “noche santa”
encontrarán en la letra y música de este villancico una ayuda para la oración.
Quienes son más dados a la “borrachera” echarán mano de otros cantos más
pachangueros, desde Los peces en el río
hasta La Marimorena.
Siempre habrá algunos nostálgicos que se inclinen por el Happy Christmas (War is
Over) de John Lennon. Otros echarán mano de la Canción para la Navidad
de José Luis Perales. No puede faltar nunca el Feliz Navidad de
José Feliciano, que se canta en todo el mundo. Somos hombres y mujeres de tradiciones.
Una vez al año necesitamos desempolvar los recuerdos y vivir algo que no
sabemos bien si nos eleva por encima de nuestro suelo o nos sume en un pozo de contradicciones.
Para quienes no
han apagado la llamita de la fe, esta noche es una noche santa; por eso “no la debemos dormir”. Es verdad que se
agolpan los recuerdos tristes (personas que han muerto, ausencias,
enfrentamientos) y que las noticias de desastres cobran una fuerza especial, pero el centro lo ocupa la
huella del Misterio. En el camino que media entre nuestra casa y la iglesia, en
el tiempo que transcurre entre la cena familiar y la Misa de medianoche,
tenemos la oportunidad de volver a preguntarnos por qué Dios ha querido hacerse
un ser humano, qué significa que el autor de todo cuanto existe haya querido
hacerse el encontradizo con nosotros en la persona de un niño. La dogmática
cristiana ha escrito innumerables páginas sobre este asunto, pero en una noche
como la de hoy no se trata de recordar explicaciones, sino de dejarse seducir
por la fuerza del Misterio. Dios, que se manifiesta en el esplendor de la
naturaleza, en un momento de la evolución ha querido hacerlo, de manera
insuperable, en un niño que nace en condiciones de fragilidad y pobreza. Quienes son padres o van a serlo pueden entender muy bien la fuerza de este símbolo. En el
universo, Dios aparece como una energía poderosa, inabarcable. En este niño, se
manifiesta como un ser débil. Ambas palabras tienen que ver con cada uno de
nosotros. Somos naturaleza y somos historia. Por ambos caminos Dios ha querido
expresarnos su amor y entrar en relación personal con cada ser humano. ¿Podremos caer en la cuenta esta noche de que esto es verdad? ¿Dispondremos de unos
instantes de silencio para dejarnos alcanzar?
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