De Jesús se pueden decir muchas cosas. La última que he escuchado lo presenta como el mayor
influencer de todos los tiempos. Así
se anuncia el musical 33 que se estrenó el pasado jueves en Madrid y del que me
gustaría escribir algo cuando tenga oportunidad de verlo. La gente ha dicho
muchas cosas de Jesús a lo largo de la historia… y no todas elogiosas. Pero,
¿cómo se presenta él mismo? Hoy, solemnidad de Cristo Rey, último domingo del
año litúrgico, Jesús no tiene inconveniente en presentarse como rey. Lo ha
estado evitando a lo largo de su vida pública para no dar lugar a malentendidos, pero,
a pocas horas de su muerte, ya no tiene importancia lo que la gente pueda pensar.
Su trono va a ser la cruz. ¿Quién puede temer a un crucificado? ¿Quién puede imaginar a estas alturas de la película
que su reino es como los de este mundo? ¿A quién se le puede pasar por la
cabeza que Jesús va a movilizar legiones de guerreros para luchar contra sus
perseguidores? Ante las puertas de la muerte, Jesús puede decir que es rey sin
temor de ser malinterpretado. Es un rey “a su manera”. Rompe cualquier prejuicio
o esquema. Nadie ha sido rey ni lo será nunca como él lo es: un rey verdadero, humilde, servidor, entregado.
En el diálogo que
Jesús mantiene con Pilato, Jesús aclara en qué consiste su misión de rey para
que el procurador romano no entre en pánico. (En realidad, Pilato debería setnir miedo porque la manera como Jesús ejerce su realeza es la más peligrosa de todas).
Jesús se presenta como “testigo de la verdad”. Esta es la verdadera razón de su
presencia en el mundo. Mientras tecleo estas frases, pienso que estamos en el
imperio de la posverdad, en la eclosión de las fake news, de las falsas noticias que se venden como si fueran la
verdad absoluta. ¿Qué puede significar en este contexto un “testigo de la
verdad”? Quien se conduce en la vida a base de trampas y mentiras, ¿cómo va a
sentirse atraído por Jesús? Sin embargo, Jesús explica quiénes son los
dispuestos a seguirle: “Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Donde hay
un ser humano fiel a su conciencia, que sigue con autenticidad lo que le dice
el corazón, el Espíritu de Jesús está actuando en él. Esos hombres y mujeres
que se dejan seducir por la verdad son los verdaderos “guerreros” del rey
Jesús.
Ayer viví un día
muy intenso con los seglares claretianos en nuestro hermoso rincón de Torrox. Por la
mañana y por la tarde tuve ocasión de acercarme unos minutos al mar Mediterráneo.
Por la mañana estaba sereno, como una balsa de aceite. Se divisaba con claridad
la línea del horizonte. Por la tarde, se levantó el viento y las olas se
encresparon. Contemplé el sol poniente, miré el faro encalado y pensé –lo hago
todos los días desde que llegué a Málaga– en las personas que se arriesgan a
surcar esas aguas en busca de un futuro mejor. ¿Cuándo va a terminar este éxodo inhumano?
¿Cuándo las mafias van a dejar de traficar con personas indefensas? ¿Cuándo
vamos a hacernos cargo de la injusticia que subyace a un drama como este? El
rey Jesús no puede ser ajeno a estas historias. Las noticias que hablan de
miles de personas navegando en pateras no son fake news; son, por desgracia, crónicas verdaderas de lo que está
pasando a pocos kilómetros de nosotros, que disfrutamos de un retiro apacible.
¿Qué significa hoy para los seguidores de Jesús ser, como él, “testigos de la verdad”? ¿Podemos permanecer callados ante el drama que se está viviendo a cuatro palmos de nuestras narices? A estas historias se une la de algunos compañeros míos que, al parecer, han sido secuestrados en el norte de Camerún por los secesionistas de la zona de Bamenda. Esta noticia añade todavía más incertidumbre y dolor. Necesitamos un abogado defensor, un rey “como Dios manda”, como Jesús lo es.
¿Qué significa hoy para los seguidores de Jesús ser, como él, “testigos de la verdad”? ¿Podemos permanecer callados ante el drama que se está viviendo a cuatro palmos de nuestras narices? A estas historias se une la de algunos compañeros míos que, al parecer, han sido secuestrados en el norte de Camerún por los secesionistas de la zona de Bamenda. Esta noticia añade todavía más incertidumbre y dolor. Necesitamos un abogado defensor, un rey “como Dios manda”, como Jesús lo es.
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