“Sono in
pellegrinaggio verso Casa”. Estas son las palabras originales del texto en
italiano. Se trata de cinco palabras extraídas de la breve carta (apenas nueve
líneas de texto, exceptuando el saludo y la despedida) que Benedicto XVI ha
dirigido al director del periódico italiano
Corriere della sera en respuesta a la que él le había dirigido hace unos
días interesándose por su salud. La breve carta de Benedicto XVI no se pierde en menudencias. Va a lo
esencial. Con 90 años cumplidos, Joseph Ratzinger no tiene tiempo que perder. Sin
rodeos líricos, reconoce que, a medida que le van fallando las fuerzas, está
experimentando una peregrinación interior a Casa. Escribe esta última palabra con
mayúscula. Habla del cielo como del propio hogar, como de la situación en la
que uno se encuentra a sí mismo, se siente a gusto. He leído los comentarios de
algunos lectores. Los del Corriere
son en general sobrios y elogiosos; los de algunos periódicos españoles
producen vergüenza ajena. ¿Por qué la ignorancia y la falta de respeto se han
adueñado de muchos foros en internet? ¿Por qué cuesta tanto responder con
argumentos y no con descalificaciones?
Que un hombre de
la edad, la formación y la experiencia de Benedicto XVI diga que está en camino
“hacia Casa” es para mí una llamada de atención. Muchos de nuestros
contemporáneos no suscribirían esta frase. Dirían, poco más o menos, “sono in cammino verso il nulla” (me
encamino hacia la nada). Siempre me ha sorprendido el número alto de personas –incluidas
algunas que se declaran cristianas– que confiesan que no creen en ningún tipo
de vida más allá de la muerte, que la fe cristiana en la vida eterna es uno de
esos mitos que el ser humano ha elaborado para no desesperarse. En algunos casos,
cuando la muerte golpea a algún ser querido, se utilizan fórmulas genéricas que
evitan una referencia al cielo. Desde hace años se ha puesto de moda la
expresión “dondequiera que estés”. Es una forma de aludir a una presencia sin
tener que pronunciar la vitanda palabra “cielo”, una expresión que permite
parecer una persona moderna, liberada – ¡por fin! – de la tutela religiosa. No seré yo quien me mofe de estas cosas.
Respeto lo suficiente la conciencia individual como para no tomar a broma lo
que para algunas personas constituye la expresión más genuina de sus
sentimientos. Pero, ¿no estaremos perdiendo el sentido de las cosas? ¿No
estaremos siendo unos adolescentes perpetuos cuando presumimos de saberlo todo,
de estar por encima del bien y del mal? ¿Es posible que todo el dinamismo de la
vida sea solo –como repiten machaconamente muchos hombres de ciencia– un juego
de azar?
Confieso que las palabras de Benedicto XVI me han emocionado. No son solo expresión de sabiduría
humana sino el testimonio de una existencia iluminada por la Palabra de Dios.
Volver a Casa –conservo sus mayúsculas– equivale a decir más o menos esto: “Soy
consciente de que no soy un producto del azar sino que vengo de Dios. Reconozco
que mi vida es fruto del amor. Siento que está llegando la hora de volver a la
Casa paterna de la que partí”. El beato inglés John Henry Newman acuñó una
expresión que me acompaña desde hace años porque expresa con pocas palabras
este movimiento de la vida humana: “Grace
is glory in exile; glory is grace at home”. Se podría traducir así: “La
gracia es la gloria [de Dios] en el destierro; la gloria es la gracia en casa”.
Para Benedicto XVI volver a Casa significa sencillamente dar gloria a Dios con
una vida plenamente realizada. Comprendo que en medio de los trajines de la
vida no estamos para muchas reflexiones metafísicas, pero la que se refiere a
nuestro destino final no es un ejercicio especulativo del que podamos
prescindir. Nos jugamos el sentido del camino a partir del final. No es lo
mismo “peregrinar a Casa” –como confiesa Benedicto XVI– que desaparecer en la
nada o disolvernos en la cadena bioquímica de la vida –como sostienen muchos–. Tal vez hoy podamos deternos un poco en ese asunto.
Preciosa reflexión y gratificante menos en lo de los soeces que abundan en las redes.
ResponderEliminarUn abrazo y buena estancia en Guinea
Gracias Gonzalo... me viene muy bien tu comentario en este momento que ayer, compartí con los Misioneros claretianos, la Eucaristia EN LA ESPERANZA DE LA RESURRECCION, en recuerdo del P. Lluis Llamas cmf.
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