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jueves, 11 de enero de 2018

Una de romanos

Hace cuatro años me encontraba visitando las misiones claretianas de la parte occidental de Colombia. El claretiano que me acompañaba como secretario aprovechaba los pocos ratos libres que teníamos para devorarse un libro de más de 700 páginas. Enseguida sospeché que no se trataba de un volumen de teología o espiritualidad. ¿Quién se traga hoy un tocho de estas características en las condiciones más extrañas (navegando en un barco por el río Atrato o tomando el sol en Barranquilla, por ejemplo)? Picado por la curiosidad, le pregunté de qué trataba ese libro que tanto le atraía y al que dedicaba todo el tiempo disponible. Me respondió sin vacilación: “Es una novela de romanos”. “¿De romanos? ¿Y qué tienes tú que ver con esa gente?”, le respondí entre carcajadas. “Es una novela muy bien escrita. Te atrapa enseguida. El autor es un escritor español bastante joven. Se llama Santiago Posteguillo”. Tuve que confesar mi ignorancia. Jamás había hablar de él, a pesar de que ya había cosechado varios éxitos editoriales en España a partir del año 2006. Sus libros habían sido best-sellers. Se ve que yo entonces andaba en otras batallas. La cosa no pasó de ahí. Yo seguí con mi trabajo y él siguió devorando páginas, como si se tratara de un delicioso refresco tropical.

Durante las pasadas Navidades, aprovechando mis viajes entre Roma, Lisboa y Madrid, caí en la cuenta de que en mi Reader tenía la trilogía que el tal Santiago Posteguillo había dedicado al célebre general romano Publio Cornelio Escipión (236 a.C – 183 a.C), conocido como El Africano.  Comencé por el primer tomo, titulado Africanus: el hijo del cónsul. No me parecía una prosa particularmente original, pero fluía con soltura. Sin darme cuenta, la trama me iba atrapando, hasta el punto de que me ventilé la novela en menos tiempo del que había calculado, teniendo en cuenta que en la versión impresa tiene 760 páginas. Cuando supe que Posteguillo había hecho algunos cursos de escritura creativa en los Estados Unidos, comprendí mejor su estilo. Parece que está escribiendo un guion cinematográfico. La acción, las frases cortas y el continuo cambio de escenas caracteriza su manera de contar las cosas. Sí, su libro pertenece al género de “novela histórica”, pero creo que domina más la historia que la ficción. Se adivina que, detrás del texto, hay un amplio trabajo de investigación. Sin comerlo ni beberlo, me topé de bruces con el famoso Escipión, el Africano, del que no había vuelto a saber nada desde mis tiempos de bachillerato. Y de nuevo refresqué las guerras púnicas, la conquista romana de Hispania, el genio del cartaginés Aníbal, sus elefantes cruzando los Alpes... y muchas otras cosas que estaban como latentes en el baúl de los recuerdos. 

Viviendo en Roma, me siento especialmente atraído por las historias que tienen que ver con esta ciudad. A lo largo de la novela me han sorprendido muchas cosas.  La primera es que el ser humano es esencialmente el mismo en todos los tiempos y lugares. La paleta de preguntas, sentimientos, miserias y aspiraciones de aquellos romanos y cartagineses del siglo III a. de C.  no difiere mucho de la de Vladimir Putin o Donald Trump, por poner dos ejemplos contemporáneos. Posteguillo sabe explorar el lado humano de cada personaje hasta hacerlo cercano y convertirlo en un espejo en el que uno puede mirarse. Pero lo que más me ha llamado la atención -no por conocido, menos impactante- es comprobar que el ansia de poder -y la violencia que engendra- es uno de los motores de la historia humana. Tanto el cartaginés Aníbal, enorme estratega de la guerra, como el romano Quinto Fabio Máximo, político y general inteligente y manipulador, ejemplifican el ansia de poder. Escipión el Africano representa al militar inteligente que, sin renunciar al poder, lo atempera con la magnanimidad y el respeto al enemigo y a sus subordinados. Con todo, la novela exuda violencia por todos los poros. Legionarios romanos y guerreros cartagineses, galos o iberos caen como moscas, atravesados por una jabalina o segados por una espada. No importa su nombre sino el número. Las victorias se cuentan por miles de degollados o prisioneros. Las derrotas acumulan miles de bajas, violaciones y saqueos.

Es imposible no sentir un escalofrío cuando uno piensa en los millones de muertos que han causado -y siguen causando- las guerras a lo largo de los siglos. Gran parte del bienestar actual de algunos seres humanos y países se asienta sobre victorias militares. La tranquilidad de unos nace de la muerte de otros. ¿Es posible que la historia humana avance de este modo? ¿Es que no importa la historia singular de cada ser humano, su dignidad inviolable? ¿Es que somos solo marionetas manejadas por los poderosos de turno, al servicio de unos intereses que se presentan como nobles, pero que casi siempre ocultan intenciones espurias? La historia no nos deja escapatoria. Es verdad que en el siglo XXI hemos madurado mucho en relación con los derechos humanos, pero la violencia y la guerra siguen campando a sus anchas. Parecen estar en nuestro ADN. Fascinado por el primer volumen de la trilogía, me apresto a devorar el segundo -Las legiones malditas- para seguir acompañando las aventuras del gran Escipión. No me esperaba yo que, a estas alturas de la vida, tras haber abandonado hace mucho tiempo las películas “de romanos” (Ben Hur, Julio César, La caída del Imperio Romano, Quo Vadis, Gladiator y compañía), iba yo a recalar en las novelas de este tipo. Uno no gana para sustos. 

2 comentarios:

  1. Eres genial hasta para comentar cosas que pueden parecer vulgares. Me hace gracia porque hace pocos meses estuviste con un sobrino (mío) también con gran amor a tu pueblo que ahora devora la historia de Roma y entre otros libros estos de Postiguillo que, como dices, te atrapan. Y esa pregunta de cómo somos los hombres inquieta aunque parece como si los europeos quisiéramos romper esa dinámica para siempre.

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  2. Gonzalo...yo soy el padre del devorador de libros de Posteguillo que el comentarista ( familiar directo mio por partida doble ) comenta.También yo me he convertido en lector entusiasta de las novelas históricas "de romanos" del citado autor.He leído el "tocho""Los asesinos del Emperador"(Domiciano) y ahora estoy con "Circo Maximo"(Trajano). Que cierto es todo lo que comentas sobre estos libros. .a mi también me esta haciendo reflexionar mucho.

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