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lunes, 16 de octubre de 2017

Tres virtudes fundamentales

Desde que llevo asomado a la ventana de Facebook – febrero de 2009 – creo que solo he hecho dos “experimentos comunicativos” en esta red social. El primero se produjo el pasado 28 de diciembre cuando, en un post titulado Veremos si puedo, anunciaba mi envío a las islas Fiyi como representante diplomático del Vaticano. Algunos lectores no cayeron en la cuenta de que era el día de los Santos Inocentes y picaron. El otro fue ayer. Cambié la foto del perfil. Puse una de hace varios años. Enseguida empecé a recibir varios Me gusta, un número muy superior al que reciben los enlaces a las entradas diarias de este Rincón de Gundisalvus. Saqué dos conclusiones apresuradas. Primera: mis amigos Facebook prefieren las fotos a los textos, las imágenes a las palabras. Segunda: mis amigos Facebook prefieren las informaciones personales a las reflexiones temáticas. Puedo estar equivocado, pero creo que por ahí van los tiros. Si así fuera, me parece que un blog que se nutre de entradas diarias de unas 500 palabras, tiene los días contados. En este mundo acelerado, muy pocas personas se detienen a leer. Nos hemos acostumbrado a golpes de imagen. Todo lo que pase de 20 palabras se nos hace cuesta arriba. Con todo, seguiré por un tiempo tecleando palabras porque, por mucho que me mueva en el mundo de Internet, mentalmente pertenezco a la “galaxia Gutenberg”. Sigo creyendo en la fuerza de la palabra, aunque sin desdeñar la imagen. Comprendo la importancia de las emociones, pero creo mucho en el poder liberador de la reflexión.

Dicho esto, vayamos al tema de hoy. Me lo brinda un reciente artículo del siempre polémico Fernando Savater en el que habla de tres virtudes fundamentales. No son, obviamente, la fe, la esperanza y la caridad, sino tres virtudes que cualquier persona puede aceptar: coraje para vivir, generosidad para convivir y prudencia para sobrevivir. Formuladas así, constituyen un sugestivo programa vital. Se trata, en efecto de vivir, de convivir y, en muchos casos, de sobrevivir. Todo esto no se puede hacer sin una fuerte dosis de coraje, generosidad y prudencia. No estoy seguro de que mi comentario coincida con lo que Savater entiende por cada una de ellas, pero me voy a asumir la responsabilidad de hacerlas mías. No se puede vivir sin coraje; es decir, sin valentía para hacer frente a los muchos estímulos que no nos dejan vivir en paz. Hoy más que nunca vivimos en una sociedad que, por una parte, nos estimula hasta límites insoportables y, por otra, nos anestesia para que nos conformemos con la situación. Si alguien aspira a vivir – no solo a durar, como si fuera una pila Duracell – necesita coraje para ser él mismo, para reaccionar frente a las manipulaciones, para hacer valer su dignidad y su palabra. La mayoría preferimos ir tirando para evitarnos problemas.

Como no vivimos solos – ni podríamos hacerlo, porque somos esencialmente sociables – necesitamos otra virtud que nos permita convivir. Me gusta la escogida por Savater: la generosidad, la capacidad de compartir lo nuestro con los demás. El coraje sin generosidad se vuelve autosuficiencia y soberbia. En un mundo “en el que cada uno va a lo suyo, excepto yo, que voy a lo mío”, ¡cómo se agradece encontrarse con personas generosas, que saben renunciar a lo propio y se sienten felices compartiéndolo con los demás, que no van por la vida como si fueran competidores sino compañeros de camino! Por último, dado que la vida es muy compleja, necesitamos prudencia para sopesar el valor y el alcance de nuestras decisiones. No basta que una cosa nos parezca buena para hacerla. Se requiere que midamos sus consecuencias, que nos hagamos cargo del impacto que van a tener en los demás, en la sociedad y en el planeta.

Ayer vivimos en Roma la canonización de 35 nuevos santos. No participé en la ceremonia, pero la seguí saltuariamente por televisión. Impresiona conocer las historias de hombres y hombres, de niños, que entregaron sus vidas a Dios. Estos son los verdaderos comentarios al Evangelio. Lo demás corre el riesgo de ser palabrería. No se me oculta que, cuando muchos leáis este post, el presidente Puigdemont ya habrá aclarado si proclamó o no la independencia de Cataluña el pasado día 10. ¿O se le habrá ocurrido alguna otra argucia para mantener el suspense? En este interminable “teatro del mundo” – por utilizar la expresión de Calderón de la Barca –, ¡cómo se echa de menos a personas valientes, generosas y prudentes! No sé si son “las tres virtudes fundamentales”, pero estoy convencido de que son muy necesarias en los tiempos que corren. Nos aguardan momentos muy emocionantes. Feliz semana.

3 comentarios:

  1. Gonzalo, por favor no dejes el blog... Puede haber quien le gusta más una cosa que otra, pero reflexiona en todo el bien que haces con tus reflexiones... Llegas a mucha gente, a más de la que responde de alguna manera... Gracias por todo lo que ya has escrito... Continua...

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  2. Aunque tarde, insisto en la misma petición de M Dolors. Las reflexiones que cada día que escribes nos enriquecen y ayudan a vivir mejor son las que, creo, tienen mayor aceptación entre los que seguimos el blog. Las imágenes bien pero sin tus palabras se quedan en simples ráfagas. Un abrazo

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  3. Hola Gonzalo: Por favor¡¡¡¡¡¡¡¡ no irás a dejar este blog por FaceBook¡¡¡¡¡¡¡¡¡ un abrazo.
    María

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