¿Se puede hablar de cosas
serias en agosto? Me temo que no mucho, así que voy a empezar el mes jugando un
poco. Hoy se habla mucho de las consecuencias que tendrá sobre el mercado
laboral la progresiva introducción de robots. El domingo escribía mi admirada
Rosa Montero sobre este asunto en un artículo titulado El camino
al futuro. Parece que un estudio de la Universidad de Oxford − ¡qué raro
que no se trate de una universidad estadounidense! − calcula que se destruirán
1.600 millones de puestos de trabajo en los próximos 18 años. La cosa se pone
seria, así que he decidido averiguar qué va a ser de mí, no sea que cualquier
día un robot entre en mi despacho o en la iglesia y me robe el puesto.
¿Cómo
puedo saber si la robótica amenaza mi puesto? ¡Muy fácil, navego en internet!
Ya se sabe que en internet lo mismo se encuentran soluciones para un roto que
para un descosido. Sobre el asunto que nos ocupa hay una página web que os
recomiendo. El único problemilla es que hay que relacionarse con ella en
inglés. La página en cuestión es https://willrobotstakemyjob.com.
Pues bien, en la casilla donde pone “Enter
your job” (es decir, escriba su trabajo), yo he puesto “clergy” (clérigo) que es una palabra genérica muy usada en inglés. ¿Queréis
saber el resultado? Pinchad aquí: https://willrobotstakemyjob.com/21-2011-clergy.
Como veis, las posibilidades de que me quede sin trabajo en los próximos años
son del 0,81%; es decir, que es completamente improbable. El mío, según la
página web, es un trabajo “totally safe”
(totalmente seguro). En lo que la máquina no acierta es en el salario medio
anual, que estima en 45.700 dólares. ¡Qué más quisiera yo! Bueno, en realidad
no aspiro a eso, seamos sinceros.
De esta sesuda investigación
extraigo algunas conclusiones:
Primera: mi puesto de trabajo no está amenazado; más aún: goza de un grado de
seguridad que ya quisieran para sí otros trabajos de relumbrón. Sin embargo, son
muy pocos los que se apuntan a él. Quizá Jesús se adelantó ya a esta situación
precaria con un eslogan publicitario que el tiempo no ha hecho sino convalidar:
“Muchos son los llamados, pocos los
escogidos”. Naturalmente, Jesús se refería a otra cosa, pero no está mal
aplicar sus palabras al caso que nos ocupa. Como dicen los
italianos, se non è vero, è ben trovato.
Segunda: Estoy convencido de que a muchos de vosotros os ha entrado la curiosidad de
averiguar si vuestro trabajo tiene futuro o no. ¡Adelante, estamos en agosto,
no pasa nada por jugar un poco! La mejor manera de salir de dudas es entrar en
la página, teclear vuestra profesión… y esperar el veredicto de la página web. Por
ejemplo, si ponéis “albañil-cantero” (stonemason),
las probabilidades de perder vuestro empleo son del 89%. Y si sois “ganaderos”,
las probabilidades descienden a un miserable 4,7%; o sea, que quienes os dedicáis
a esta noble tarea, tenéis futuro. En el caso de que seáis “abogados”, las probabilidades
descienden un poco más: 3,5%. Bueno, no sigo porque, si no, os arruino el
juego.
Tercera: Más allá de estas predicciones bastante arbitrarias, la cuestión de fondo
es seria. Concuerdo con la opinión de Rosa Montero cuando escribe: “Está claro
que no se puede desinventar lo inventado. No podemos olvidar lo que sabemos. La
tecnología es una herramienta maravillosa: la cuestión es usarla de manera
adecuada. Estamos en un momento fascinante, al mismo tiempo prometedor y
peligroso. Tendremos que encontrar nuestro camino al futuro, y para eso me
parece que nos hace falta más debate, más imaginación, más información y más
pensamiento.”
Lo dicho. Que agosto os
sea leve. ¡Y que los robots no arruinen vuestro futuro laboral!
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