Tengo que
escribir el post de hoy aprovechando
una pausa en el trabajo que estoy haciendo con los claretianos de Italia.
Estamos comenzando el tiempo pascual. Una alegría serena inunda el ambiente.
Sin saber bien por qué, he recordado esta mañana uno de los poemas más hermosos
jamás escritos. Hermoso por su forma y por su fondo. La conjunción de
ambos es casi insuperable. Solo un místico podría escribir algo semejante; es
decir, una persona que ha experimentado en carne propia lo que escribe. Se podría
decir que este largo poema es apto solo para enamorados, para personas que
hayan sentido el estremecimiento de entrar en la intimidad de otra persona y
sentirse en profunda sintonía con ella. El poema no podría ser otro que el Cántico
Espiritual. El autor no podría ser otro que el gran san Juan de la
Cruz. Creo que en un día como hoy merece la pena leer este largo
poema, casi como si fuera autobiográfico. Para los que sois aficionados a la música,
la versión que compuso hace 40 años Amancio Prada es ya
un clásico. Os propongo un fragmento.
Hay experiencias que no se pueden expresar de otra manera sino mediante la poesia y la música. Cuando uno quiere reducir todo a puro razonamiento, deja fuera lo mejor de la vida. Esto solo lo descubren las personas muy racionales, no las que se quedan a medio camino en su afán por comprender el misterio de lo real.
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