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martes, 3 de enero de 2017

Diálogo de sordos

Hoy la mesa está cubierta con un mantel color marfil. Las servilletas son rojo burdeos sin ningún motivo bordado. La vajilla almacena piezas de distintos tamaños en perfecto orden. Hay una mano delicada que sabe de estas cosas. En el centro de la mesa se alza un discreto motivo floral. Hay también velas bajas que no producen humo. Todo está dispuesto armoniosamente para favorecer el encuentro. Los comensales van llegando con puntualidad. Los anfitriones de la casa evitan la rigidez. Aunque la hora de la cena estaba fijada de antemano, es mejor ser flexibles, dejar que la gente se salude antes de sentarse a la mesa. No siempre es fácil reunir a familiares y amigos para una cena de fiesta. Muchos tienen las agendas repletas de compromisos. Cuando todos están sentados, comienzan a servirse los aperitivos. Junto a los platos, a veces a la derecha, otras a la izquierda, comienzan a aparecer unos extraños aparatos rectangulares de diversos colores, aunque dominan el negro y el plateado. Ningún manual de protocolo dice nada al respecto. La conversación enseguida enfila temas trascendentales:

- Por cierto, la otra noche me mandó mi cuñado un WhatsApp que te partes de risa. Ya sabes, uno de esos gifs en los que aparece un reno borracho.
- Disculpa, me está entrando un mensaje. Es que ya no le dejan a uno ni cenar tranquilo.
- ¿Os importa que nos hagamos un selfie antes de ponernos a cenar en serio? Luego, os lo cuelgo en Instagram para que lo veáis todos.

El primer plato está ya a punto. Huele bien. 

- Pues resulta que el enlace que puse el otro día en Facebook ha recibido ya más de 200 me gusta. La verdad es que esto de las redes sociales es una maravilla. Antes, para publicar algo en un periódico necesitabas Dios y ayuda. Ahora, cualquiera puede convertirse en periodista.
- Sí, pero tienes que reconocer que se ponen muchas tonterías.
- Por cierto, este consomé sabe a gloria. Hacía tiempo que no probaba un caldo tan rico. Por mucha cocina de fusión, donde estén los sabores de siempre, que se quite todo.
- Mira lo que me manda mi hijo por WhatsApp. Espera un momento que lo agrando. Se ve que le ha salido bien la actuación.
- Mándamelo a mi cuenta.
- No sé si has leído algo sobre el último modelo de Samsung. Parece que el Galaxy S8 será casi como un ordenador. Se podrá conectar una pantalla, teclado y ratón de forma similar a la propuesta del Continuum de Microsoft.
- Me parece que los ordenadores tienen los días contados.
-¡Otra vez el pesado de mi suegro reenviando los chistecitos malos que le manda su hermano! Te digo que parece un chiquillo con zapatos nuevos.

La cena llega a su ecuador. Los anfitriones se miran sin comprender bien lo que está pasando. Todavía creen que es posible hacer de la cena un encuentro. La esposa lanza una pregunta centinela. Se hace un breve silencio.

- ¡Fíjate qué chula ha quedado la foto que nos hicimos el otro día en la oficina! Hasta parezco más joven.
- Acaba de marcar el Barcelona. Te dije que había que esperar a la segunda parte. Siempre atacan al final.
- Por cierto, mira a ver qué temperatura marca tu teléfono en el exterior.

A los postres, casi todos los comensales están tecleando con dos dedos pequeños mensajes vaya usted a saber a quién. Interrumpen brevemente para el brindis de rigor. El anfitrión toma la palabra, se levanta y con voz un poco engolada dice:

- Ha sido un placer teneros esta noche con nosotros. Da gusto encontrarnos y compartir esta interesante conversación. Esperemos que se repita pronto. Pero no pasaría nada si la próxima vez os olvidáis el móvil en casa.




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