Dentro de unas
horas salgo para Colombo, Sri Lanka, vía Dubai. Comienza
una nueva etapa de dos semanas en este pequeño país asiático. Eso significa que apenas tengo tiempo para teclear unas pocas frases apresuradas. Os iré contando
sobre la marcha cómo discurre el viaje por el antiguo Ceilán. Pero, antes de salir, quiero evocar la fiesta
de la Natividad de la Virgen María que celebramos en esta jornada. Normalmente, la Iglesia celebra el
recuerdo de los santos el día de su muerte, su verdadero dies natalis, porque en ese día nacen para la vida definitiva. Pero,
en tres casos se celebra también el día de su nacimiento: Jesús (25 de diciembre), María
(8 de septiembre) y Juan el Bautista (24 de junio). O sea que, en términos profanos,
hoy es el día adecuado para cantarle a María de Nazaret, la madre de Jesús, el Cumpleaños feliz. Creo que en algunos
lugares de América latina existe esta costumbre. Me viene ahora a la mente una
canción de niños que fue popular hace varias décadas. La compuso Cesáreo Gabarain.
Se titulaba Mis dos mamás. La
verdad es que suena un poco cursi, pero no me resisto a transcribir el
estribillo:
Tengo en casa a mi mamá,pero mis mamás son dos:en el cielo está la Virgen,que es también mamá de Dios.
Supongo que a los
niños les gusta. Es ingenua, pegadiza y tierna. Si yo la recuerdo es porque –casualidades del
destino– hoy es la fiesta de la Natividad de la Virgen María (la madre del
cielo) y mañana es el cumpleaños de mi madre, que cumplirá 84 años. Así que hoy
celebro el cumpleaños de la madre celeste y mañana el de mi madre terrena. No es ahora el momento de extenderme sobre lo
que significa una madre en la vida de cualquier hijo. He comprobado que
no solo en Italia sino en muchos países de América latina la figura de la madre
ocupa casi todo el espacio afectivo de los hijos. Donde abundan las madres
solteras, el padre se ve como una figura casi ausente, vaporosa y a
veces irresponsable. La madre carga con la educación de la prole. No es extraño
que se produzca una especie de mamitis
que a veces impide la necesaria autonomía de las personas adultas. Pero se da, sobre todo, un enorme respeto y cariño hacia la persona que significa la mediación de la vida en todas sus etapas.
Hoy quiero
imaginarme cómo sería la educación que recibió María niña y cómo ella educó
después a Jesús. Apenas tenemos algún rastro en los evangelios. Pero hay cosas
que se descubren inductivamente. Creo que muchos de los rasgos humanos de Jesús (su capacidad de
observación y de escucha, su proximidad a la gente, su vinculación al Padre…)
son rasgos marianos, reflejos de la
manera de ser de María. Uno de los piropos que más nos agradan es que
nos digan que nos parecemos –no solo físicamente– a nuestra madre. Eso
significa que la educación ha alcanzado su vértice. Jesús se pareció a su madre como una gota de agua a otra. ¡Felicidades, mamá!
Felicidades Gonzalo por tu doble celebracion...
ResponderEliminarGracias por tu reflexion de la fiesta de hoy.
Para mi ha sido necesario que mi mama se fuera con Dios para valorar y descubrir, más plenamente, la maternidad de María.