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domingo, 3 de julio de 2016

De dos en dos

El evangelio de este XIV domingo del Tiempo Ordinario está lleno de indicaciones luminosas. Jesús, después de haber enviado a los doce apóstoles, envía a otros 72 discípulos. Parece claro que Lucas, cuando escribe esto, está pensando en los cristianos provenientes de la gentilidad. También a ellos está destinada la buena nueva de Jesús. 72 (o 70) era el número tradicional de naciones paganas según la concepción judía. Enviar a 72 discípulos significa, pues, regalar el Evangelio al mundo entero. Sobre el modo de hacerlo destaco un elemento: Jesús los envía “de dos en dos”. Es verdad que, según la ley judía, solo el testimonio de dos garantiza la verdad en un juicio, pero ese “de dos en dos” indica también que el anuncio del Evangelio no es un asunto individual sino una tarea de la comunidad. Los primeros misioneros –Pedro y Juan (cf. Hch 8,14), Bernabé y Pablo (cf. Hch 13,1)– no solo iban “de dos en dos” sino que eran “enviados” por sus comunidades.

¿Cómo vivir hoy ese “de dos en dos” para una evangelización significativa y eficaz? Estoy pensando en los matrimonios cristianos. Ellos ya viven “de dos en dos” y están llamados a ser los evangelizadores del futuro. Hasta ahora una buena parte de la evangelización ha estado reservada a los presbíteros y religiosos. ¿No habrá llegado la hora de que recaiga también sobre los matrimonios? Ellos, por la gracia del sacramento, aseguran esa primera condición que Jesús pone a los 72 discípulos. Ellos están habilitados para ir “de dos en dos”. Su primer anuncio del Evangelio se realiza en la propia familia, en la iglesia doméstica. Pero, ¿no pueden ser enviados más lejos, a más personas, a otros contextos? Estoy convencido de que si los matrimonios cayeran en la cuenta que, por el sacramento recibido, son enviados como los 72 discípulos, redescubrirían una nueva dimensión de su matrimonio. Por otra parte, harían una evangelización nueva, marcada por un fuerte sentido interpersonal y por la gratuidad propia del auténtico evangelizador.

Es verdad que el “de dos en dos” admite muchas variantes, pero me parece que la matrimonial aportaría la dosis de novedad que hoy estamos necesitando en la evangelización. Los grandes misioneros de hoy y de mañana son las parejas que viven su matrimonio como una vocación de anuncio del evangelio porque su misma familia –la iglesia doméstica– se convierte en laboratorio de lo que anuncian. Los valores que Jesús pide (sencillez, gratuidad, paz, etc.) se viven y se aprenden en el seno de las familias. Es muy difícil construir la Iglesia grande cuando se destruye la iglesia pequeña que es la familia. Por eso, el futuro de la evangelización pasa por la promoción de la familia. Amoris laetitia ha dado en el clavo.

El Padre Fernando Armellini está ya en plan veraniego. Os dejo con su comentario a las lecturas de este XIV Domingo del Tiempo Ordinario.


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