El evangelio de
este XIV domingo del Tiempo Ordinario está lleno de indicaciones luminosas. Jesús, después
de haber enviado a los doce apóstoles, envía a otros 72 discípulos. Parece
claro que Lucas, cuando escribe esto, está pensando en los cristianos
provenientes de la gentilidad. También a ellos está destinada la buena nueva de
Jesús. 72 (o 70) era el número tradicional de naciones paganas según la concepción
judía. Enviar a 72 discípulos significa, pues, regalar el Evangelio al mundo
entero. Sobre el modo de hacerlo destaco un elemento: Jesús los envía “de dos
en dos”. Es verdad que, según la ley judía, solo el testimonio de dos garantiza
la verdad en un juicio, pero ese “de dos en dos” indica también que el anuncio
del Evangelio no es un asunto individual sino una tarea de la comunidad. Los
primeros misioneros –Pedro y Juan (cf. Hch 8,14), Bernabé y Pablo (cf. Hch
13,1)– no solo iban “de dos en dos” sino que eran “enviados” por sus comunidades.
¿Cómo vivir hoy
ese “de dos en dos” para una evangelización significativa y eficaz? Estoy
pensando en los matrimonios cristianos. Ellos ya viven “de dos en dos” y están
llamados a ser los evangelizadores del futuro. Hasta ahora una buena parte de
la evangelización ha estado reservada a los presbíteros y religiosos. ¿No habrá
llegado la hora de que recaiga también sobre los matrimonios? Ellos, por la gracia del
sacramento, aseguran esa primera condición que Jesús pone a los 72 discípulos. Ellos
están habilitados para ir “de dos en dos”. Su primer anuncio del Evangelio se
realiza en la propia familia, en la iglesia doméstica. Pero, ¿no pueden ser
enviados más lejos, a más personas, a otros contextos? Estoy convencido de que
si los matrimonios cayeran en la cuenta que, por el sacramento recibido, son
enviados como los 72 discípulos, redescubrirían una nueva dimensión de su
matrimonio. Por otra parte, harían una evangelización nueva, marcada por un fuerte sentido interpersonal y por la gratuidad
propia del auténtico evangelizador.
El Padre Fernando Armellini está ya en plan veraniego. Os dejo con su comentario a las lecturas de este XIV Domingo del Tiempo Ordinario.
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