Anoche me puse al ordenador sin saber muy bien qué quería escribir. He vivido un fin de semana tan intenso que necesito tiempo para digerirlo con calma. Así que decidí entregarle al Señor mi cansancio y darle gracias por su amor manifestado en los mil detalles de estos días.
Han sido cientos de kilómetros, encuentros con muchas personas, celebraciones intensas, reflexiones al hilo de un saludo o una mirada, emociones suscitadas por la fuerza del viento, por la lluvia gallega, por las praderas verdes en torno al convento de Baltar, por el Anima Christi de Frisina repetido como un mantra, por el rosetón de la catedral de Mondoñedo, por las fotos entre amigos, por la eucaristía del domingo con una pequeña comunidad rural...
A veces, solo la oración encauza el torrente de experiencias vividas. No quiero analizarlas o comprenderlas sino solo entregárselas al Señor como le entregamos el pan y el vino de la Eucaristía. Quizá el paso del tiempo me permita rescatar algunas y entender su significado. Otras se las llevará el viento. Confieso que he vivido.
Señor, estoy cansado, pero feliz.Tu ascensión ha sido, en realidad,Una descensión al territorio de mi pobreza.He reconocido los destellos de tu miradaEn rincones donde nunca hubiera imaginado.
Pero no puedo acumular en cuarenta y ocho horasCientos de rostros y sonrisas,Palabras cargadas de historia centenariay ocurrencias que salpican las conversaciones.
Me pregunto qué sentirían quienes te ignoranSi pudieran experimentar siquiera un pocoEl festín de fe y amistad que he degustado.Una ordenación episcopal, sí un sacramento,Ha puesto en danza personas y emociones,Como si tú quisieras aliviar el peso de nuestra gris rutinaCon el bálsamo de las cosas esenciales.
Por las calles graníticas de MondoñedoY las verdes lomas de la Galicia asomada al océanoHe respirado el aire fresco del Espíritu insumiso,Removedor de miedos y angosturas,Impulsor de los sueños que todavía empujanLa posibilidad de vivir de forma más noble, más humana,Antes de que sea tarde y duela.
Por todo esto y por el cansancio que producen las cosas buenasTe doy gracias con las teclas de mi ordenadorAnsiosas también de retirarse a descansar.Cuida de todos los que hemos sido rociadosCon el agua bendita de tu promesa de vida.
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