No tengo más
remedio que escribir este post en la sala C-15 del aeropuerto de Fiumicino
mientras espero mi vuelo para Munich. Con un poco de suerte podré colgarlo
antes de que despegue mi avión. Ayer estrené un nuevo smartphone que me será útil en mis desplazamientos. ¿Cómo se puede
calificar un teléfono de inteligente
(que esa es, a fin de cuentas, una de las acepciones de smart)? Me doy cuenta de que estos teléfonos tienen muchas
funciones: lo mismo sirven para navegar por internet que para escuchar música,
calcular un presupuesto, hacer fotografías, rezar la Liturgia de las Horas y…
sí, también sirven para “hablar por teléfono”. Pero de aquí a llamarlos
inteligentes va un abismo. Inteligente (del latín intus-legere) es el que sabe “leer dentro”; es decir, el que puede discernir
entre varias opciones, interpretar los hechos, etc. Me rebelo contra el abuso
del término inteligente aplicado a
los dispositivos electrónicos porque, en el fondo, esconde una sutil reducción
antropológica. A base de hablar de inteligencia
artificial y de ser modelados por su lógica, acabaremos llegando al homo ciberneticus, que parece ser el
ideal de los listillos de Silicon Valley.
Hace años, Edgar Morin y otros filosófos ecológicos nos ayudaron a precisar la distinción entre
complicado y complejo. Nosotros solemos utilizar ambos términos como sinónimos
de algo difícil, arduo. Pero, en realidad, significan cosas distintas.
Complicada es toda realidad que, aunque conste de muchos elementos, es
susceptible de conocimiento y de control. Compleja, por el contrario, es toda
realidad que, por su misma estructura, no acaba nunca de ser conocida y, por lo
tanto, resulta incontrolable. Un teléfono inteligente (¡hay que ver con la
palabrita!) es un realidad complicada: pertenece al reino de los mecanismos.
Consta de muchos elementos –es verdad– , pero todos ellos son el resultado
de una programación. Con un poco de pericia, todos pueden ser controlados según
los propios intereses. Una rosa (¡qué breve y hermosa palabra!) es una realidad
compleja: pertenece al reino de los organismos. A primera vista, no consta de
muchos elementos, pero no puede ser controlada del todo. Una rosa es una de las
expresiones de la vida.
En el terreno de
los mecanismos suceden hechos (es decir, acontecimientos programables y
evaluables). En el terreno de los organismos acontecen eventos (es decir,
acontecimientos sorprendentes que escapan a toda previsión). Como es obvio, estas distinciones
teóricas no se aplican con rigidez. La vida es muy... compleja.
¿A quién nos parecemos
más los seres humanos: a un teléfono inteligente
o a una rosa? Quienes tienen una idea –a mi modo de ver reduccionista del
misterio humano– responderán sin dudar
que a un teléfono. En el fondo, nuestro cerebro no sería más que un
superordenador que, más pronto que tarde, acabará siendo descifrado y reprogramado
a voluntad. Quienes –como yo– siguen creyendo que lo que define al ser humano
es su carácter irreductible a la materia, dirán que se parece más a una rosa.
Parece un juego de palabras. Pero detrás de estas polaridades subyacen dos maneras
muy diferentes de entender al ser humano y, en consecuencia, todo lo que tiene
que ver con él: la moral, las relaciones, la política, etc.
¡Menos mal que me
habéis pillado en un aeropuerto; si no, os amargo este Viernes de Dolores con
reflexiones impropias de un fin de semana primaveral!
Una rosa tiene vida que un teléfono inteligente no...
ResponderEliminarEste artículo no sé si es complejo o complicado pero hay que leerlo varias veces para "pillar" todo aquello que quieres comunicar... Gracias.
Buen viaje y fin de semana
¡Me quedo con la rosa, que tiene vida propia! Pero el pobre smartphone acoge pasivamente la que le prestamos... y nos permite compartirla. También las cosas tienen su corazoncito... en la medida en que se lo "prestamos". ¡Gracias, Gonzalo! Me gusta "asomarme" cada día aunque hable poco. Olga
ResponderEliminarLo de la rosa como sabes, da para mucho: "stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus". Con eso tienes de sobra para hilar las ¿smart?things ,Eco y las antropologías reduccionistas en la próxima sala de embarque :P
ResponderEliminarQue tengas una fecunda Semana Santa