Por mi edad, no
soy un nativo digital sino un inmigrante que aterrizó en este "sexto continente" hace ya algunas décadas. Cualquier niño de hoy se mueve con más soltura que yo por esta telaraña mundial. Comencé a componer mis
clases con ordenador hacia el año 1986. El primer portátil lo compré en Hong
Kong en agosto de 1991. Era un Toshiba gris dotado de una memoria increíble: ¡20 MB!
(es decir, lo que ocupa hoy una sola imagen de alta resolución). Lo de internet vino después. Me parece una pasada. A pesar de todos sus riesgos, creo que las ventajas ganan por goleada a los inconvenientes. Antes, cuando un religioso llegaba a una nueva comunidad, solía preguntar dónde estaba la capilla y, a lo sumo, el comedor. Eran dos sitios obligados. Ahora la pregunta es directa: "¿Podrías decirme, por favor, la contraseña de la wifi?".
La informática
ha cambiado nuestras vidas, ¿quién lo duda? Este blog sería imposible sin internet.
Soy un usuario habitual de las redes sociales. Hay algo, sin embargo, a lo que
me he resistido desde hace años: el uso de WhatsApp. No hace falta que me
convenzan de sus ventajas: son obvias, aunque la aplicación podría tener sus días contados. Pero me niego a estar todo el día recibiendoy re-enviando mensajes, formando parte de grupos de familiares, compañeros, amigos,
conocidos, colegas, vagabundos, …
Los técnicos en la materia dicen que no es
justo hablar de "vida real" y "vida virtual" porque ambas forman parte de
nuestra existencia concreta. Pero, por lo
menos, antes de que sea demasiado tarde, me gustaría disfrutar algún año más de
vida conectada (online) y vida desconectada (offline). Si no, os
aseguro que no voy a tener nada que comunicar. Sin silencio, sin períodos
largos de desconexión, no podré pensar y mucho menos crear. Me limitaré a ser simple
correa de transmisión de los miles de mensajes, memes, vídeos, imágenes
graciosas … que circulan por la red en una especie de jungla asfixiante. Seré un mero consumidor y -lo que es peor- acabaré sobrecargado de estímulos. No seré una persona más rica, sino un verdadero obeso digital. Acumular sin asimilar produce congestión.
Bueno, luego está el asunto del empobrecimiento de las conversaciones cara a cara. De tanto manejar mensajitos de dos líneas, muchos no saben qué decir cuando se encuentran con un amigo de frente. Es penoso ver cómo tantas personas pasan el tiempo consultando su teléfono móvil sin prestar atención a los que tienen al lado. Mucha comunicación y poca comunión. Esta práctica nos pasará factura. Acabaremos siendo expertos whatsapperos y analfabetos emocionales. Pero este es un asunto de mucha envergadura que se merece más espacio. Quizá otro día me anime a escribir algo. No es necesario que me mandéis un WhatsApp para decirme que no estáis de acuerdo con este vetusto planteamiento. Tal vez me pilléis con el móvil desconectado.
Bueno, luego está el asunto del empobrecimiento de las conversaciones cara a cara. De tanto manejar mensajitos de dos líneas, muchos no saben qué decir cuando se encuentran con un amigo de frente. Es penoso ver cómo tantas personas pasan el tiempo consultando su teléfono móvil sin prestar atención a los que tienen al lado. Mucha comunicación y poca comunión. Esta práctica nos pasará factura. Acabaremos siendo expertos whatsapperos y analfabetos emocionales. Pero este es un asunto de mucha envergadura que se merece más espacio. Quizá otro día me anime a escribir algo. No es necesario que me mandéis un WhatsApp para decirme que no estáis de acuerdo con este vetusto planteamiento. Tal vez me pilléis con el móvil desconectado.
Buenos día hermano Gundisalvus. Primero agradecerte la invitación a colaborar en tu blog, lo haré siempre que pueda, y en segundo lugar mandarte un abrazo desde Brunete y decirte que al café estás invitado cuando te acerques por estas tierras.
ResponderEliminar¿WhatsApp? Yo también tengo mis años, como tu bien sabes, incluso alguno más que tú, pero sí estoy conectado a estas nuevas tecnologías que creo tanto nos pueden ayudar No voy a intentar convencerte del uso del WhatsApp, pero sí decirte que como todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Lo veo muy útil y si consigues no estar enganchado a él todo el día es una herramienta de comunicación muy importante. Abrazos.
Rafa, has dio "Billy, el rápido". Con esta velocidad de reacción acabarás convenciéndome. De hecho, usé WhatsApp hace años. Tú mismo me enviaste, a través de él, algunas fotos cuando estaba en Belice, ¿te acuerdas? Creo que fue en diciembre de 2012. Está visto que tendré que convertirme durante esta Cuaresma, jajajaja.
EliminarSaludo a Gundisalvus y doy la bienvenida al espacio donde yo también navego, floto, vuelo, duermo y me conecto con lo que está al otro lado de las paredes de mi vida. Sigamos en sintonía entre tu rincón y mi blog: elcatalejodelpepe.eccla.net
ResponderEliminarGracias, Pepe, por tus saludos. He puesto la dirección de tu blog en la lista de enlaces que figura en la columna de la derecha.
EliminarQuerido Gundisalvus. Interesante lo que mencionas en este artículo. Añadiría las posibles secuelas no sólo psíquicas, sino físicas, como atrofias de los dedos, daños en las cervicales o provocados por vicios posturales, afección en la vista por los brillos excesivos y pérdida de la atención a nuestro entorno cercano, ya que nos crea una sensación de burbuja independiente y quedamos más a merced de los peligros.
ResponderEliminarTiene sus ventajas y sus inconvenientes. Gracias por tu reflexión.
se nota que eres casi un técnico en la materia. Gracias por tu reflexión.
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