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lunes, 29 de febrero de 2016

¡Viva el lunes!

El conocido tenor español está un poco cansado de que muchos le digan que, tras un “plácido domingo”, viene siempre un “jodido lunes”. Pero así es como muchas personas ven el primer día de la semana: como el inicio de un calvario de ocupaciones, prisas, sinsabores, etc. Yo, sin embargo, disfruto con los lunes. Y también con los martes, los miércoles, los jueves… Cada día tiene su propio perfil. El lunes es como si todo se pusiera de nuevo en pie. Me recuerda el comienzo del Génesis. Tras el descanso sabático-dominical (que tendría que ser un verdadero descanso y no más de lo mismo), nos tomamos en serio nuestra vocación de creadores y re-creadores. El lunes nos recuerda que hay muchas cosas por hacer, que este mundo es "manifiestamente mejorable". Así que, lo mejor es ponerse cuanto antes manos a la obra, trazarse un sencillo plan de trabajo y ejecutar las cosas una por una.

Ingredientes del desayuno
Para comenzar cada jornada con fuerza, además de la oración y de la Eucaristía –que constituyen el concentrado energético principal–, preparo un buen desayuno. En mi comunidad se ríen un poco de mí porque más que preparar un desayuno pongo en marcha un verdadero ritual. Preparar todo me lleva tres veces más tiempo que consumirlo. Primero tomo un bol de cristal y tres (o cuatro) piezas de fruta. Pelo cuidadosamente la fruta, la troceo y la coloco en el bol. Después añado –si hay– dos o tres nueces, una cucharada de cacao en polvo y un yogur. Remuevo todo con calma hasta que el conjunto se empaste bien y… ¡listo para consumirse! (best before ten minutes). El desayuno se remata con una buena taza de té verde con una cucharada de miel. No he tomado esta fórmula de ningún libro de recetas ni me la ha recomendado ningún nutricionista. ¡Puede que hasta sea desequilibrada! Lo que importa es empezar el día con calma, tomando conciencia de lo que tenemos por delante. Espero no haber caído en la trampa de reducir la ética a la estética para acabar desembocando... en la dietética, como denunciaba hace años el filósofo Carlos Díaz en su crítica a la sociedad posmoderna. ¡Pobre de mí! Yo desayuno así... por motivos éticos: por serio compromiso con el "peso de la jornada".

El desayuno listo para ser consumido
Sé que esto es un lujo que muchos no pueden permitirse. Su desayuno consiste en una taza de café tomada aprisa, a menudo de pie, o en cualquier otra cosa que encuentran en la cocina. No se puede esperar nada bueno de un día que comienza de este modo acelerado. Todos los males vendrán en cadena, jajajaja.

El desayuno me suele ocupar de 7:30 a 8:00 de la mañana. Pero antes de llegar a él han sucedido otras muchas cosas desde las 5:30 en que me pongo bajo la ducha. (Por cierto, otro día hablaré de este ritual bautismal). Por lo general, mientras consumo esta “pócima mágica”, aprovecho para hablar con algún hermano de comunidad un poco rezagado como yo. Con las baterías físicas, psíquicas y espirituales recargadas, ¿cómo no afrontar la jornada con entusiasmo?

Por si el post de hoy te ha parecido asquerosamente optimista, te ofrezco un contrapunto:




1 comentario:

  1. Gonzalo, queda claro de donde sacas la energía para ir afrontando todo tu trabajo y tu misión... Con todas las baterías cargadas...
    Un buen desayuno, de sabor y de cualidades...
    Comparto contigo cuando dices que No se puede esperar nada bueno de un día que comienza acelerado.
    Gracias por compartirlo.

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