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lunes, 26 de agosto de 2024

La decisión de quedarnos


En el evangelio del XXI Domingo del Tiempo Ordinario Jesús formula una pregunta que trasciende el tiempo y nos alcanza de lleno: “¿También vosotros queréis marcharos?” (Jn 6,67). Jesús la dirige a sus doce apóstoles después de que, tras la crisis del pan, “muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él” (Jn 6,66), pero, en realidad, nos la dirige a cada uno de nosotros. En la Iglesia de hoy encontramos muchos motivos para marcharnos. De hecho, son muchos los bautizados que apostatan en la práctica, aunque no hayan formalizado canónicamente su ruptura con la fe cristiana. 

Los motivos de esta apostasía práctica no suelen ser los escándalos que todos los días encontramos en los medios de comunicación social, sino la convicción de que todo lo que tiene que ver con la fe es, en realidad, un timo. Si algo nos humilla en la vida es precisamente sentirnos engañados por quienes han sido depositarios de nuestra confianza. Muchos cristianos se han sentido “timados”. Habían creído que la fe cristiana y la Iglesia eran una segura patria intelectual y afectiva y, con el paso del tiempo, creen haber desenmascarado lo que consideran un engaño masivo.


En este clima de desconfianza generalizada, la pregunta de Jesús a los doce adquiere un nuevo significado. Nosotros, que pertenecemos a parroquias rurales o urbanas, que formamos parte de comunidades religiosas o de movimientos, ¿nos hemos sentido también timados? ¿Tenemos ganas de marcharnos y emprender una vida “como si Dios no existiese” (etsi Deus non daretur)? ¿Tenemos un plan B para disfrutar de la vida sin la “opresión” de la fe o sin su “consuelo” barato? ¿Podemos abandonar la fe sin que suceda nada? 

La respuesta de Pedro, en su impresionante esencialidad, podría ser también la nuestra: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). En realidad, en el mundo de hoy podríamos acudir a la ciencia (muchos lo hacen), a los ídolos modernos (la política, el deporte, la música, etc.) o a la propia conciencia como santuario inviolable. Somos libres para escoger las realidades que mejor encajen con nuestras búsquedas. El supermercado contemporáneo está bien surtido. El problema es si esas realidades son realmente portadoras de vida, de sentido y de alegría, o son más bien sucedáneos o placebos que no acaban de satisfacer nuestras inquietudes más profundas.


La confesión de Pedro es muy atrevida. Reconoce que solo Jesús tiene palabras de vida eterna porque solo él -ningún otro- es “el Santo consagrado por Dios” (Jn 6,69). En el contexto de las sociedades multirreligiosas, esta confesión puede resultar exagerada y hasta provocativa. Sin embargo, es el corazón de la fe cristiana. No anula todas las aproximaciones que los seres humanos hemos ido haciendo al Misterio de Dios, sino que les confiere su verdadero sentido y las lleva a su plenitud. Por eso, es legítimo y deseable el “diálogo interreligioso” cuando nos dejamos conducir por el Espíritu de Jesús, por sus palabras llenas de vida eterna. 

En nuestro itinerario de fe llega un momento en el que, confrontados con las crisis externas e internas, tenemos que tomar “la decisión de quedarnos”. No podemos vivir solo de oídas o por inercia. La fe, que esencialmente es fruto de la gracia, comporta también una libre y enérgica decisión personal. En la encrucijada de opciones, tenemos que “decidirnos” por Cristo. Los cristianos somos hombres y mujeres que tomamos decisiones, que libremente queremos seguir con Jesús y su comunidad, por muchos que sean los motivos (reales o aparentes) para abandonarlo.

1 comentario:

  1. Más que sentirnos engañados, yo diría que somos muchos que nos hemos quedado atascados, con una formación espiritual concreta, pero que no hemos avanzado más por muchos motivos y uno de ellos puede ser el miedo a equivocarnos, por desconocimiento.
    En nuestro caminar, nos encontramos con muchas encrucijadas, en las que necesitamos pararnos, reflexionar y orar para descubrir que camino tenemos que tomar… Y como nos aclaras: En la encrucijada de opciones, tenemos que “decidirnos” por Cristo. Decisión que es importante que vayamos renovando a lo largo de nuestra vida.
    Gracias Gonzalo por ayudarnos a clarificarnos y a optar por Cristo.

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