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viernes, 26 de julio de 2024

¡Vivan los abuelos!


Tuve la suerte de conocer a un bisabuelo, dos abuelos y una abuela y de presidir como sacerdote el funeral de los tres últimos. Viví una relación muy prolongada y afectuosa con ellos, así que hoy celebro con alegría y gratitud el Día de los Abuelos en la memoria de los santos Joaquín y Ana, los padres de la Virgen María y “abuelos” de Jesús. Precisamente ayer estuve compartiendo la comida con unos amigos míos, sus hijas, sus yernos y sus tres nietos. Pude comprobar una vez más cómo los abuelos se transforman ante la presencia de los nietos. 

Es como si, cansados de haber batallado en la educación de sus hijos, sacaran de su bodega los mejores recursos afectivos sin tener que cargar con la responsabilidad de ser los educadores principales. Esto les permite combinar la ternura y la libertad en dosis que no usaron con sus hijos. La relación abuelo-nieto se caracteriza por el binomio gratificación-libertad. Viene a ser una sutil alianza contra un “enemigo” común: los hijos de los abuelos (es decir, los padres de los nietos). Me divertí mucho comprobando cómo funcionan estos juegos psicológicos sin que los protagonistas sean muy conscientes.


Hoy muchas familias jóvenes en las que los dos cónyuges trabajan fuera del hogar dependen mucho de los abuelos para el cuidado de los hijos. Hay abuelos y abuelas que los llevan al colegio, supervisan las comidas, los acompañan a algunas actividades extraescolares o al pediatra y se hacen cargo de ellos cuando los padres tiene que viajar por motivos laborales o recreativos. He conocido más de un caso en que la abuela se ha convertido en catequista de sus nietos, dado que los padres pertenecían a la generación de parejas secularizadas que tienen a gala no educar a sus hijos en la fe “para que decidan libremente cuando sean mayores”. 

Los abuelos, bastante más sabios que sus hijos, saben que no se pueden cosechar frutos donde no se han sembrado semillas de calidad. Son verdaderos profetas en tiempos de confusión. Los abuelos, además, aportan una estabilidad afectiva en los casos de padres separados o divorciados. Son ellos quienes, libres de vaivenes emocionales, aseguran un amor exento del “mercadeo” que a veces caracteriza el amor de los padres separados. En casos extremos, los hijos se utilizan como armas arrojadizas o como chantajes afectivos. Los abuelos tienen que salir al paso de estas trampas para minimizar, con tacto y paciencia, su impacto negativo en los más pequeños.


No he dicho nada del aspecto económico, pero, cuando las jóvenes familias viven una situación precaria, son también los abuelos quienes, con sus ahorros o sus pensiones, salen al rescate. Así que, ante la mole inmensa de méritos, está bien que haya un día al año en que los abuelos salten al primer plano. Sus aportes suelen ser tan positivos que pierde importancia el hecho de que a veces “malcríen” a los nietos con una permisividad excesiva o que de vez en cuando se entrometan más de la cuenta en las relaciones entre padres e hijos. ¡Peccata minuta en comparación con su generosidad a prueba de bomba! 

Sin los abuelos, muchos niños de hoy crecerían dando tumbos, mímesis perfectas de padres que viven en la confusión y en la volatilidad. Son los abuelos quienes proporcionan algunas convicciones sólidas con respecto a la vida, afectos generosos y tiempo de calidad. Los abuelos son una especie de “complejo vitamínico” que enriquece una educación familiar que a menudo deja bastante que desear porque los padres modernos no disponen ni de tiempo ni de recursos para cultivarla como les gustaría. ¡Vivan los abuelos!

2 comentarios:

  1. Gracias Gonzalo, hoy me he emocionado leyendo la entrada del Blog… La vivencia de abuela es difícil explicarla con palabras… desvela muchos sentimientos… Yo me digo que, lo mejor que me ha pasado en la vida, es ser abuela. Doy gracias a Dios de los nietos y nietas que me ha puesto en el camino de la vida y cuando además de ser abuela puedes ser la confidente de alguna de ellas, ya no se puede pedir más.
    Vivo en propia carne lo que comentas: “los abuelos se transforman ante la presencia de los nietos.”

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  2. Qué maravillosamente bien has descrito a los abuelos!
    Nos transformamos ante ellos,
    nos enriquecen, queremos incluso completar con ellos, alguna carencia que pudiéramos haber tenido con los hijos, somos también catequistas, y nos enseñan muchas cosas nuevas, es casi como vivir por tercera vez los sueños, de nuestra juventud , la de nuestros hijos y ahora con ellos.
    Humildad para entenderles y cariño para aconsejarles.
    Gracias Gonzalo

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