Luis Enrique Ortiz es un misionero claretiano de Puerto Rico. Además de ser especialista en teología bíblica, es cantautor. Acaba de mandarme una de sus últimas composiciones. Forma parte del proyecto Jubilate Sessions. Como él mismo dice en su presentación, parte de “la certeza de una Presencia que habita en el corazón. Jubilate es una oración sentida al Dios que, habitándonos, nos regala la alegría”. El vídeo refleja un momento de oración con jóvenes. Lo podéis ver al final de esta entrada.
A lo largo de las últimas décadas, ha habido un buen número de sacerdotes y religiosos compositores y cantantes. No siempre han gozado de buena fama. Solía decirse que se trataba de vocaciones incompatibles. Para justificar esta incompatibilidad se aducían ejemplos de los muchos sacerdotes músicos que se habían secularizado en los años del inmediato posconcilio. Las deserciones también habían afectado a algunas religiosas artistas, como la italiana sor Cristina. No es de extrañar, pues, que algunos obispos y superiores religiosos miraran con una mezcla de escepticismo y preocupación el trabajo de sus hermanos y hermanas artistas. Algo parecido sucede también hoy con los evangelizadores digitales: influencers, youtubers, etc.
El hecho estadístico de los abandonos no es, sin embargo, una prueba de peso para decir que un sacerdote o una religiosa no puedan evangelizar a través de la música. Abundan más los casos de una buena integración. Creo que, tras unos años de cierto letargo y mediocridad, estamos viviendo hoy una nueva floración. Se han multiplicado los solistas y grupos que quieren conectar con las nuevas generaciones. En España el foco se centra sobre el fenómeno Hakuna Group Music. En Estados Unidos y Latinoamérica hay muchos grupos y solistas que están haciendo música “cristiana”, no necesariamente litúrgica, y que actúan en los circuitos seculares, no solo en las iglesias y escuelas.
A diferencia de lo que sucedía en los años 70 y 80 del siglo pasado, ya no se pretende hacer canciones “protesta” o canciones “con mensaje”, como se decía entonces, sino, sobre todo, ayudar a orar con la música. Cada época tiene sus acentos y estilos. Hoy se ha puesto de moda la música de adoración. Para algunos se trata de una música evasiva, que pretende acallar la conciencia y que favorece una religiosidad vaporosa desconectada de los problemas sociales. Para otros, es la “respiración del alma” en una sociedad muy secularizada. Como siempre, se trata de polaridades que hay que saber integrar.
Me parece que lo más rescatable es el intento de ayudar a los jóvenes a servirse del lenguaje más universal (la música) para expresar sus búsquedas de Dios, su anhelo de comunión y sus sueños de un mundo mejor en el que no prime la ley del más fuerte, sino la compasión hacia los más débiles. Creo que Luis Enrique ha captado bien esta necesidad y está intentando responder a ella desde su experiencia de fe y su talento artístico. A través de la música es posible conectar con las nuevas generaciones, regenerar el ambiente mortecino de muchas de nuestras parroquias, promover una vida intensa de oración, cultivar la solidaridad con más empeño y mantener siempre abierta la “vía de la belleza” como antídoto contra la devastación del alma.
Creo que los párrocos y responsables de comunidades deberían promover más el ministerio de la música como lenguaje evangelizador. A veces, esta música estará al servicio de la liturgia (necesitamos renovar el repertorio litúrgico, que sigue siendo muy deudor de las composiciones de los años 60 y 70), pero en la mayoría de los casos tendrá un horizonte más libre y dilatado. Siloé, por ejemplo, es un modelo de cómo se puede hablar de Dios con energía en un concierto sin necesidad de mencionarlo.
Os dejo con el vídeo Regalo de Dios que me ha enviado Luis Enrique.
Luis Enrique, con su canción, la vive, la transmite y nos ayuda a vivirla “la certeza de una Presencia que habita en el corazón”.
ResponderEliminarDespués de un día ajetreado, ayuda a apaciguar el espíritu, este “Regalo de Dios”… Gracias Gonzalo por que también tu, nos vas ayudando a “mantener abierta la “vía de la belleza”.